La sonrisa en mi rostro no podía ser borrada con tanta facilidad. El brillo del pequeño diamante en mi dedo resplandecía con el reflejo de las luces del restaurante, se veía estupendo, casi mágico e irreal, aún no podía creerlo, después de tantas cosas que sucedieron entre nosotros, no podía creer que ahora tenía en mi dedo un símbolo del amor que había surgido de aquella adversidad que aún nos acechaba.
Los Sallow habían desaparecido, como si esos eventos que ocurrieron hubiesen sido dejados en un pasado lejano, pero sin embargo, eso no significaba que Sergei Ivanov había olvidado completamente lo que el menor de la familia había hecho, podía saberlo, podía presentir que aquel caso solo estaba siendo olvidado momentáneamente por el revuelo de los desterrados, pero que cuando todo esto pasara, entonces existiría la posibilidad que se retomara aquello. Me sentía mal por Erick, él siempre dio todo por su hermano y que simplemente toda su familia lo hubiese abandonado, el sentimiento de traición no podría ser olvidado de la noche a la mañana y el decidir trabajar para los Ivanov vino de aquel resentimiento.
– ¿Qué estás pensando? – su voz interrumpió mis pensamientos.
– Realmente no es importante. Solo estaba divagando.
Leander me sonrió. Bebió un sorbo de su café y volvió su mirada a la tableta en sus manos, tenía asuntos de la empresa que atender así que no tenía porque quejarme de ello. Habíamos venido a desayunar a uno de los restaurantes que anteriormente solía visitar con mi madre. Recordarla solo hacía que mi corazón se encogiera en mi pecho, ayer había sido un día especial para mí, tal vez un poco improvisto, pero no había dejado de ser uno de los días más felices en mi vida y el hecho de que ella no estuviera, hacía que una parte de mí se sintiera triste en medio de toda aquella felicidad.
– ¿Piensas en tu madre? – inquirió nuevamente Leander, observándome de reojo mientras bajaba su mirada devuelta a la pantalla.
– Lo hago – confesé algo melancólica. No podría ocultar fácilmente mis emociones cuando estoy junto a él, pero supongo que las mentiras en ocasiones me salían demasiado bien para haber nacido en una familia que te inculca la honestidad como principio.
– Eso es lo único que no puedo hacer por ti, Yelen. Intente hablar con ella ese día que fui por Katya junto a Erick, pero no cedió.
Podía notar la sinceridad de sus palabras, sabía muy bien que él no iría a mi antigua casa sin antes no haber intentado convencer a mi madre de venir a verme, pero ella era una mujer muy testaruda, era de esperar que no cediera fácilmente.
– Esta bien. No te preocupes por ello, ella vendrá, ya verás. No estará enojada por siempre. – mencione con seguridad, como si en verdad ella vendría cuando yo misma dudaba de ello. Si ella no vino a mí cuando todo Moscú se entero del incendio en la casa de los Ivanov, entonces dudaba que lo hiciera cuando se enterara de que ya me había casado.
– Llegaré temprano a casa, así que espérame arreglada, iremos por las cosas para la habitación del bebé.
Mi sonrisa volvió a iluminar mi rostro al escucharlo.
Tendríamos un bebé y eso era suficiente para darnos luz en estos días oscuros.
– Te esperaré.
Leander me devolvió la sonrisa. Guardo su tableta dentro de su maletín y se acercó para darme la mano y salir del restaurante.
Al llegar devuelta a casa, Mihail nos recibió en la entrada. Lucía igual de siempre, con su semblante serio y sus cabellos rubios amarrados en una coleta hacia atrás.
Su mirada se posó en nosotros al vernos bajar del auto, y su mandíbula se tenso al ver el anillo que adornaba mi dedo anular.
Sus ojos me miraron con profundidad. El color azul de sus ojos pareció profundizarse aún más y brillar de aquella manera maliciosa que solía presentarse en ocasiones.
Evité su mirada, bajándola hacia el suelo mientras caminaba de la mano de Leander hacia la casa, pero antes de cruzar la puerta, Leander se detuvo, justo aún lado de Mihail.
– Por cierto, antes de que lo olvide, Dimitry llamó, dijo que esta completamente recuperado, por lo que se presentara al trabajo mañana mismo. Supongo que te hablo sobre ello.
Mihail hizo una mueca con los labios al escucharlo y yo miré a Leander con sorpresa. En eso no habíamos quedado, él había estado de acuerdo con seguir mi plan.
– Supongo que no tardara en hacerlo – contestó entre dientes.
– Fue un placer tenerte con nosotros, sin embargo la despedida no será tan melancólica.
Leander le sonrió con suficiencia para tirar de mí hacia el interior de la casa. Antes de que ésta se cerrara, los ojos azules destellantes de ira de Mihail, me persiguieron hasta el último momento.
– ¿Qué fue eso? ¿No habías prometido que mantendríamos a Mihail aquí? – cuestioné a penas cerró la puerta.
Él soltó mi mano, para pasarla sobre su cabello y suspirar agotado.
– Sabes que no tengo ningún problema en hacer lo que tú me digas, Yelen. Incluso traté de controlarme cuando me contaste acerca de él, pero no veo el porqué deberíamos mantenerlo aquí, no a ocurrido ningún incidente desde que él llegó a esta casa, así que es mejor deshacernos de él antes de que algo ocurra.
– Ese era el plan. Tratar de averiguar acerca de Mihail, él realmente apareció de la nada y no sabemos cuáles son sus planes. Puede ayudarnos a descubrir algún plan o ayudarnos a impedirlo.
Su rostro se puso serio de repente.
– Dije que no se quedara, así que no insistas.
Trague saliva después de escucharlo. Él no desistiría en su decisión, así era como Leander hacia las cosas. Cuando sospechaba de algo, simplemente hacia lo que su propia razón le dictaba y no escuchaba razones de alguien más.
Asentí sin protestar.
– Nos vemos más tarde – se despidió besando suavemente mis nudillos.
Lo seguí hasta la puerta, despidiéndolo en la entrada agitando mi mano de un lado a otro con suavidad mientras le sonreía, él me devolvió el gesto a través de las ventanas de su coche. Esta vez había llevado a un conductor, así que podía despedirme de él mientras estaba sentado en la parte de atrás.
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Editado: 14.02.2022