Cada uno bajo de su auto cuando llegamos a casa. Zev, Yerik y Lukyan venían conversando entre sí mientras subían los escalones de la entrada, Leander y yo veníamos detrás de ellos, tomados de las manos, pero el ambiente se volvió tenso nuevamente cuando Leander localizó a Mihail parado en la puerta. Negué con mi cabeza en su dirección, sabía muy bien que Leander lo tenía en la mira, si insistía en quedarse entonces debía quedarse en un lugar donde no fuera visto tan fácilmente.
– ¿Qué haces aún aquí? ¿No te quedó claro lo que te dije el otro día?
Los tres Ivanov que iban frente a nosotros se detuvieron frente a la puerta sin abrirla, al escuchar hablar a Leander los tres voltearon instintivamente a nuestra dirección.
– Mi tío aún no esta dispuesto a seguir con su trabajo, así que yo lo reemplazare hasta que sea necesario.
Era ese tono burlón en la voz de Mihail lo que irritaba a Leander, y eso era completamente comprensible, escuchar hablar a Mihail con tanto desdén y como si estuviera al control de todo, realmente fastidiaba.
– Acabemos con este teatro de una vez, ¿no lo crees? Sal de mi casa – pronunció Leander con severidad, cada una de sus palabras sonando como una orden mordaz de las cuales flotaba la advertencia.
– Leander, no te alteres por todo, ¿porqué quieres despedir al chico de un momento a otro? – cuestiono Zev al desconocer el tema. Leander y yo sabíamos perfectamente quien era Mihail, pero Zev estaba totalmente aislado del tema.
Leander rió sin gracia alguna. Lanzó un suspiro al aire y apartó su mirada de Mihail hacia Zev. Sería complicado despedir a Mihail sin cuestión alguna mientras que Zev estaba presente, por lo que debería de controlar sus impulsos de hacerlo por el momento.
– Olvida el tema, entremos a casa.
Leander le restó importancia al asunto mientras abría la puerta y entraba sin mirar atrás, los demás lo seguimos igualmente.
– Deberías ser más cuidadoso – susurré al pasar junto a Mihail quien me sonrió abiertamente.
– Lo intento.
Una vez que entramos a casa, Sergei y Agnes nos dieron la bienvenida. No era como si los chicos se sintieran emocionados por tenerlos de vez en cuando en casa, en especial Zev; pero ya no les incomodaba tanto su presencia, simplemente se habían acostumbrado a que ellos estuvieran al rededor, no eran los padres perfectos pero eran lo más cercano a una familia que tenían, que incluso yo tenía.
– ¿Te sientes bien, Yelen? ¿No has tenido problemas o así? – preguntó un poco conmocionada Agnes. Ella había comenzado a ser sobre protectora conmigo desde que se enteró de mi embarazo, yo suponía a que se debía a que ella perdió un hijo en su primer embarazo.
– Estoy bien, no tienes que preocuparte, Leander y yo fuimos a un chequeo recientemente, la doctora nos asigno una cita para el mes que viene.
Ella asintió contenta, bebiendo un vaso de agua. Los hombres Ivanov se encontraban del otro lado de la mesa, jugando cartas con un silencio mortífero ensombreciendo el ambiente, nosotras simplemente los observábamos sentadas en el sofá.
– Es la primera vez que los veo así. Sin peleas, sin reclamos, sin que sus manos se manchen de sangre, supongo que realmente significaste nuestro amuleto de la buena suerte, Yelen. Gracias por quedarte.
Mis ojos ardieron ligeramente al escucharla decir aquello. Yo también me agradecía a mí misma por tomar la decisión de hacerlo.
– ¿Qué paso con tu primer embarazo? ¿Porqué perdiste al bebé? – solté sin poder detener aquella pregunta que se había formulado en mi cabeza desde el momento en el que recordé aquel aborto que Agnes había tenido y que fue lo que incitó a todo este embrollo.
Ella bajo la cabeza, tal vez y no debí haber preguntado eso.
– Lo siento, no debí preguntar.
Agnes negó con una sonrisa fingida, terminó de beber de su vaso de agua y lo deposito en la pequeña mesa frente a nosotras.
– No te preocupes, paso hace mucho tiempo, ahora fui recompensada con cuatro chicos más.
Su rostro se veía despreocupado pero su voz se escuchaba ahogada por la tristeza de aquel recuerdo que yo había traído devuelta a su mente y del que me arrepentía haberlo provocado.
– No me gusta contar acerca de ello, quizá algún día lo haga, solo puedo decirte que lo que ustedes han escuchado es cierto, Sergei fue la causa por la que lo perdí, pero ese es un pecado que ya pagamos hace mucho tiempo.
Asentí, esta vez me toco a mi beber de mi vaso de agua para borrar aquella sensación amarga de mi boca.
Voltee a mirar hacia la ventana, como si hubiese sentido el peso de una mirada clavada en mí desde hace un rato, comprobando que efectivamente mis sospechas habían sido correctas, Mihail estaba viendo hacia mi dirección como si tuviese algo que decir.
Bebí de un trago el resto de mi agua y lo coloque en la mesa junto con el de Agnes.
– Iré al baño, ya vuelvo.
Ella asintió con una sonrisa y yo me levanté de mi lugar con destino al baño, haciendo una seña hacia Mihail para que me siguiera.
Al entrar al baño, lo cerré con seguro de la puerta que estaba en la casa, ya que al ser el baño de servicio estaba conectado con una puerta de afuera, la cual dejé abierta para que Mihail entrara.
– ¿Porqué me llamas cuando están todos en casa? ¿es tu manera de fastidiarme?
Mihail sonrió burlonamente, tomando asiento en el retrete.
– No te estoy fastidiando, es importante.
– Entonces dilo de una vez.
Su expresión se volvió seria finalmente, lo que significaba que efectivamente tenía algo importante que decir.
– Me reuní con los jefes ayer, les dije acerca del plan que los Ivanov tenían y les prometí que averiguaría todo con detalles.
– ¿Y entonces? – lo incite a continuar debido a que se había quedado en silencio.
– Debemos darnos prisa con esto, Yelen, si no Frederick se enterara de todo al dar un vistazo a mi información personal y entonces estaremos acabados, tú no podrás hacer nada por tu querido Leander y yo estaré completamente jodido si soy expuesto.
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Editado: 14.02.2022