Bianca tomó el CD que la zorra de Tiffany le había dado. Regreso a la sala en silencio mirando el disco y escuchando las risas de sus hijos, su corazón estaba acelerado sin saber que hacer.
—Bianca ¿Estás bien? —preguntó Mark al ver su semblante, pero la pelirroja lo ignoro.
—Niños ¿Podrían ir a jugar un momento a su habitación? necesito hablar con su padre.
Andrew y Amber miraron primero a su padre y después a su madre, que al ver su expresión, lo hicieron al instante dejando a Mark completamente confundido.
Ella encendió la pantalla y la silencio, anticipándose, se acercó al reproductor y lo encendió, insertando el disco y dándole play, muy en el fondo ya sabía que podría contener.
Al instante entendió que había hecho bien en silenciar el aparato, pues estaba viendo a Mark tener relaciones con Tiffany y estaba bastante segura de conocer esa alfombra.
Tiffany gemía de placer mientras Mark la embestía, podía sentir su corazón latir contra sus costillas, cuando los dos terminaron se dejaron caer sobre la alfombra.
La pantalla se puso negra, Mark había apagado el aparato y la observaba, pero la pelirroja sólo miraba con asco el piso donde estaba de pie, mirando la alfombra que había salido en aquel asqueroso video.
Mark intento acercarse a ella pálido y sin saber qué hacer.
—Bian... yo... —la mujer levantó la mano para callarlo mientras retrocedía, lejos de él
—Solo... solo dime que... que no te atreviste a hacerlo en nuestra habitación...
— ¡¿Estas hablando en serio?! Com...
— ¡Cállate! ¡No te creo nada! ¿Cómo pudiste? ¿Cómo te atreviste? ¡Por Dios! Permitiste que trajera a mis hijos.
—Pero Bianca...
—¡NO TE QUIERO ESCUCHAR!
—Pero, no... yo... jam... —Bianca lo bofeteo silenciandolo.
Mark se quedó callado y fue suficiente para Bianca, quien tomó su bolso y salió.
Bianca abrió la puerta y no pudo salir pues chocó contra alguien que la sostuvo.
—¿Bi? —la pelirroja reconoció a Liam— ¿Estás bien?
Ella negó y Liam la guio hacia su auto y se la llevó de ahí. Mark vio alejarse al auto sin saber qué hacer.
— ¿Papa? —se giró encontrándose a sus hijos en la escalera— ¿Y mamá? ¿Se han peleado?
Ninguno de los dos notaron que los niños habían escuchado todo.
—No, claro que no, su madre fue a comprar unas cosas que se le olvidaron, ya regresa. Deberían seguir jugando.
Los dos pequeños asintieron nada convencidos, pero se fueron de nuevo. Mark tuvo que sostenerse del pasamanos de la escalera, sentía que en cualquier momento dejaría de respirar.
Se había acabado, todo lo que había logrado en ese tiempo se había ido a la mierda. Podía sentir la desesperación crecer dentro de él.
En sus ojos había podido notar cuán herida estaba, y todo lo había provocado él. Se acercó al aparato y sacó el disco, rompiendolo en cuanto lo tuvo en sus manos.
Esa noche no la vio, en cuanto regreso se encerró en la habitación con los niños y no volvió a salir, cuando Mark despertó a la mañana siguiente, ella y los niños ya se habían ido.
Se veía demasiado demacrado, mientras se dirigía a su oficina nadie se atrevió a decirle algo.
Estaba revisando el último contrato con la constructora cuando Kate entró en su oficina, al ver el rostro de su amiga supo a que había ido, Mark sólo suspiró y extendió la mano.
Kate le entregó el sobre recién llegado del bufete de Lucas.
—¿Qué sucedió?
Entonces ante el asombro de la mujer Mark comenzó a llorar mientras le relataba todo.
— ¿Lo hiciste? ¿Llevaste a Tiffany a tu casa?
— ¡POR SUPUESTO QUE NO! Siempre la he amado Kate, a pesar de acostarme con Tiffany, JAMÁS, JAMÁS deje de pensar en Bianca se que puede sonar como un cabron, pero por dentro me sentía culpable, todas las noches la miraba dormir maldiciéndome por mi incapacidad de hablar con ella. Nunca lleve o llevaría a esa mujer a mi casa.
— ¡Dios! Como la odio, no tiene límites, lo siento mucho Mark yo enserio creí que la cosas se arreglarían.
—Yo también Kate, pero no, ahora sí me disculpas necesito estar solo.
En la tarde Mark habló por teléfono con sus hijos y les dijo que tendría que salir de viaje pero que el domingo los vería en casa de sus abuelos. Obviamente a los gemelos no les pareció nada la idea pero él los tranquilizó.
Mark no salió de la oficina en toda la noche, simplemente se quedó ahí, mirando a la nada. Ni siquiera podía dormir.
— ¿No te fuiste? —El rubio miró hacía la entrada de su oficina, ahí estaba Kate— los empleados no deberían verte de esa manera.
Mark simplemente se encogió de hombros, a esas alturas le importaba poco lo que los empleados pensaran de él.
—Toma, ve y pásate el resto de la semana ahí, piensa y tranquilízate. Y no cometas una locura por favor.
Kate le tendió las llaves de una pequeña cabaña que tenía a las afueras de la ciudad. Utilizó el elevador de su oficina para bajar al estacionamiento y que nadie lo viera.
Pero no fue directamente a la cabaña, condujo hasta Central Park y se sentó en una de las bancas y esperó, en cualquier momento ella pasaría.
—¡Mark! —giró la vista y se topó con Noor, la pelirroja dejó de sonreír al ver a su amigo— ¡Oh cielo! ¿Qué sucedió?
Noor corrió y lo abrazó, Mark se aferró a su cintura, sintió su garganta cerrarse cuando Mark comenzó a llorar sobre ella, la gente ya comenzaba a notarlo por lo que ella simplemente lo abrazó.