La Pradera Unida

por Valeria O.

Una extensión de mil kilómetros de pradera se desplegaba en el país de Sascela. En la región norte, en la Colina Esmeralda, estaba situado a la intemperie el trono del príncipe Donnan O’Fallamhain quien gobernaba la Pradera Estrella Verde. Donnan era atlético, de piel verde, ojos color cielo, cabello corto y castaño claro. Vestía pantalones largos de cuero de jabalí que acompañaba con el torso desnudo y además poseía un bastón de madera de enebro con una piedra verde que había pasado de generación en generación por la familia O’Fallamhain la cual era un arma mágica poderosa. El príncipe tenía ciertas habilidades mentales en las cuales podía conocer la existencia de todos los seres u objetos que tocaba. La historia de ellos venía a su mente en forma de recuerdos. El reino de las hadas era aliado del príncipe Donnan de la misma manera que los animales herbívoros de la pradera le obedecían. Las hadas tenían alas cristalinas, medían unos quince centímetros de altura y siempre alguna volaba alrededor suyo a la vez que lo alertaba cuando algo no marchaba bien. Al sur se hallaba la Pradera Estrella Amarilla gobernada por el rey Seumas Ni Rin cuya única heredera al trono era la princesa Muirín Ni Rin. Donnan estaba enamorado de la princesa Muirín aunque él se mostraba arrogante ante ella. Se deleitaba mirando la brillante y rubia cabellera de la princesa y sus ojos rasgados amarillentos lo tenían atontado pero era demasiado orgulloso para declararle su amor. Por ende terminaba reuniéndose con los hombres de la pradera del sur a realizar uno de los deportes favoritos del país de Sascela: la caza de jabalíes. Aunque más de una vez, durante la cacería, se encontraron con las górgonas depredadoras de Las Tierras Espinosas quienes estaban aniquilando todo animal a la vista para devorarlos generando falta de alimentos en las praderas. Las górgonas eran unas mujeres de ojos rojos que poseían un nido de serpientes como cabellera con las cuales más de una vez tuvieron que batallar mientras estaban a la caza. La última vez que las encontraron, Donnan tocó la piel escamosa de una de ellas, por lo tanto pudo ver en su mente la vida de aquella górgona. Su nombre era Roroma, era una de las guerreras ancestrales que habían combatido con los elfos blancos de los bosques lindantes y no está demás decir que era muy poderosa, con visión nocturna y abundante veneno para aniquilar a cien caballos. Ellas luchaban con sus garras por lo tanto más de uno terminó arañado en distintas partes del cuerpo pero las górgonas morían solo al cortarles la cabeza sino se curaban por medio de magia. Más allá de ver el pasado de Roroma también pudo ver los planes futuros que tenía la reina naga que lideraba a las górgonas con respecto a las praderas norte y sur. Pensaban invadir muy pronto junto a un ejército de elfos oscuros quienes eran muy ágiles con la espada al igual que ellos. Por consiguiente cuando regresaron de la cacería Donnan se reunió con el rey Seumas junto a los hombres de ambas praderas para idear un plan contra el ataque de las górgonas que sería en dos noches.

Antes de llegada la noche de la batalla, el príncipe Donnan se acercó a la princesa Muirín y le dijo:

—Quería decirte que ésta noche no sé si regresaré, por eso quiero darte este anillo engarzado con un trozo de la piedra que contiene mi bastón mágico para que puedas hallar mi bastón en el caso de que no vuelva. Si lo encuentras serás la gobernadora de la Pradera Estrella Verde.

—Es un gesto muy agradable viniendo de ti, Donnan —dijo Muirín con dulzura — Pero en el caso de que estés con vida… ¿cómo sería la situación?

—Te tomaré como mi reina— respondió Donnan con su sonrisa torcida y seductora.

Entonces se hizo la medianoche y de esta forma salieron algunos hombres de piel verde con caballos que irían al frente a atacar a las górgonas entretanto que los de piel amarilla atacarían por detrás del enemigo. Donnan iba al frente al igual que Roroma lo hacía en su grupo. Los ojos de las górgonas estaban encendidos como brasas atacando poderosamente con sus garras y a veces las serpientes de sus cabezas se estiraban para dar mordiscos envenenados a los hombres de las praderas. Los elfos oscuros eran altos, rápidos y sagaces con las espadas. La batalla no era exitosa para los hombres de las praderas, ya muchos habían caído, y parecía que no había esperanza hasta que por detrás y delante del enemigo aparecieron las hadas junto a los elfos blancos quienes tenían grandes escudos y lanzas afiladas. Así fue como los hombres de las praderas ganaron la batalla y las górgonas fueron destruidas aunque la naga líder seguía con vida en las Tierras Espinosas.

El amanecer había dado lugar a colores pasteles en el cielo a la vez que Muirín esperaba con anhelo el regreso de Donnan. Veía llegar a los hombres verdes y amarillos pero el príncipe no apareció. Una lágrima de tristeza corrió por la mejilla de la princesa pero al mirar su anillo se dio cuenta que este brillaba. Alzó la vista y allí estaba Donnan cojeando hacia ella con la piedra de su bastón brillando como una luz incandescente.

Una semana después se realizó la boda de Donnan y Muirín por medio de la cual ambos reinos se unieron al cual le dieron un nuevo nombre. Ahora ambas regiones se llamaban Pradera Unida.



#27428 en Otros
#8462 en Relatos cortos
#20060 en Fantasía

En el texto hay: cuento, hadas, gorgonas

Editado: 08.07.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.