Winona no tenía la voz más melodiosa del mundo, pero una vez tienes varias copas encima no importaba. Apenas terminó de tocar, me invitó con el resto de su improvisada banda a quedarme. Cuando ella también estuvo bebida, comenzó a cantar alegremente y dar palmadas en la mesa al ritmo de We Will Rock You. Era no imposible no reírse.
No pasó mucho tiempo antes de que yo decidiera presentarla a mis amigos. Decir que la amaron sería poco. Ella no era bajita, pero yo era un gigantón. Solían decirnos que ella parecía más mi hermanita que mi compañera de escuela. A menudo, me encontraba a mí mismo pensando que la quería como mi compañera de vida…
Pero, a veces, las cosas no salen como uno quiere.
En realidad, nunca salen como uno espera. Entonces, ¿Por qué seguimos intentándolo?
A menudo la ayudaba a estudiar… Más bien, ella me ayudaba a mí. A pesar de que el ciclo escolar ya había terminado. Decía que le gustaba adelantarse a sus clases para aparentar ser un genio. Le gustaba alardear sin ser narcisista… Al menos, yo no la veía como la narcisista que podía llegar a ser.
—Además, me gusta aprender —repuso, encogiéndose de hombros.
—¿No te aburres? —No sé cuántas veces le pregunté eso. Pero mi pregunta real era “¿Yo no te aburro?”
—¿Tú te aburres de correr por las mañanas?
—No desde que salgo contigo.
Mis palabras salieron antes de que pudiese detenerlas. Creí que eso podría comprometerme, pero… Winona comenzó a reír. Nerviosa, roja. Me gustaba oírla reír como “foca retrasada” como decía ella.