-Así que todo lo que decían sobre ustedes... es cierto... ¡Ustedes son unos asesinos! - Grite con desesperación y enojo. - ¡Ustedes nos engañaron, nos hicieron creer que éramos amigos!
- ¿Tan poco tiempo viviendo en esta ciudad y ya estas al tanto de los chismes del pueblo? Deberías asistir al colegio de tu hermana, te sienta mejor. - Respondió Megara con seriedad.
- ¡Ten por seguro que el pueblo se enterará de esto! ¡Los asesinaran! -Grite con furia.
Cuando terminé de pronunciar esas palabras comencé a sentir una respiración en mi cuello.
- ¿Cuánto tiempo crees que me lleve succionar toda tu sangre? Yo digo que un par de segundos... ¿Alguien gusta hacer una apuesta? - Dijo Megara Mientras se paraba frente a mí. - ¿Qué? Oh vamos ¿Nadie puede hacer un aproximado? - Megara hizo una pausa y me miro. - Si llegas a hablar de esto con alguien más... tal vez podamos proclamar a un ganador.
Las uñas de Megara comenzaron a crecer con rapidez.
Me encontraba paralizado por el terror.
-En general tu especie me parece repulsiva... asesinarlos a ustedes cuatro me será más divertido que asesinar a un ejército entero de esas criaturas de piel grisácea. - Dijo Megara terminando su frase.
Esas palabras me helaron la sangre al igual que a mi familia.
Comencé a escuchar sollozos por parte de mi madre.
-Por favor no nos maten... solo queremos vivir. - Suplico mi madre entre lágrimas.
-Nuestra intención es protegerlos señora, no dañarlos. - Respondió Vladimir intentando tranquilizar a mi madre.
-Después de lo que nos han hecho... ¿Cómo se supone que voy a creer eso? - Respondió mi Padre con enojo.
Megara dio un golpe con fuerza en una mesa de madera haciendo que esta se partiera a la mitad.
-Sabia que los humanos son torpes... pero jamás creí que tanto. - Megara camino hacia mi padre con pazos fuertes y largos. - ¿Viste a esas criaturas? Los más pequeños e inútiles de esa especie han causado grandes masacres entre tu gente y Nosotros los aplastamos como moscas...- Comento Megara con enojo. - Si quisiéramos hacerte daño tú ya estarías cuatro metros bajo tierra, imbécil.
Mi padre frunció el ceño mientras miraba a Vladimir.
Hasta yo pude notar que no se atrevía a mirar a Megara a los ojos.
-Haremos lo que ustedes nos ordenen. - Respondió mi Padre.
Eso me hizo abrir los ojos de Par en Par.
El Gran Antoine Bonnet siendo derrotado por una joven de16 años...
Creí que eso no pasaría jamás.
-Esta semana quédense en la mansión... así será más fácil cuidarlos. - Comento Vladimir.
- ¿Tenemos otra opción? - Pregunte con sarcasmo.
Megara me miró fijamente.
Bajé la cabeza y me arrepentí de haber abierto la boca. No soporto que me mire.
- ¿Al menos podemos ir a nuestra casa a recoger un poco de ropa? - Pregunto mi madre con cansancio.
-Solo si Draco y Megara los acompañan. - Dijo Vladimir.
Mi padre solo se limitó a asentir.
Cuando salimos de la mansión nos topamos con el cuerpo mutilado del chofer. Los corceles estaban intactos.
Mi madre comenzó a llorar mientras que mi hermana, mi padre y yo fruncíamos el ceño y mirábamos hacia otro lado.
Todos subimos al carruaje, menos mi padre ya que el debía de arrear a los corceles.
-Suban chicos. - Dijo mi padre dirigiéndose a los chicos de Villiers.
Los chicos intercambiaron miradas.
-No gracias Antoine. En caso de una emboscada es mejor que estemos afuera del carruaje para poder actuar. - Respondió Draco.
-Estos corceles son muy veloces chicos... y nuestro hogar queda algo lejos. - Comento mi padre. - No llegaran.
-Además ¿Cómo piensan seguirnos el paso? ¿Volando? - Pregunte con sarcasmo.
Megara dio un salto muy fuerte.
Tanto que llego a la parte alta de un pino solo con un salto.
-No te preocupes, Niño... les seguiremos el paso a nuestro modo. - Respondió Megara.
-Nos vemos. - Dijo Draco mientras imitaba la acción de su hermana.