La Profecía Rota - Libro 3 de la Saga De Lug

SEGUNDA PARTE: El Fugitivo - CAPÍTULO 39

Randall se puso de pie cuando vio a dos de los soldados que había apostado cerca del arroyo para hacer guardia, aparecer con Fynn. Le habían sacado su espada, su arco, sus flechas y un puñal que traía escondido en la espalda, y lo arrastraban, uno de cada brazo.

            —Está bien— indicó Randall con un gesto de la mano—. Déjenlo.

            Los soldados soltaron a Fynn, pero no le devolvieron sus armas.

            —Lo lamento— dijo Fynn—. Traté de advertirte.

            Randall contestó con un gruñido ininteligible y volvió a sentarse sobre la roca donde había estado antes de la llegada del Tuatha de Danann. Fynn se sentó a su lado, en el suelo.

            —Lo que sea que necesites de Eltsen, no puede ayudarte.

            —Mató a sesenta de mis hombres sin provocación. Este es un acto de guerra. Althem sabrá de esto y tomará represalias.

            —Eltsen no está bien de la cabeza— trató de explicar Fynn.

            —En sus cabales o no, deberá tomar responsabilidad por sus actos.

            —No es su culpa.

            —¿Cómo puedes decirme eso? ¡Tú mismo presenciaste la masacre! ¿Cómo puedes defender lo que hizo?

            —No lo defiendo, pero su accionar tiene una explicación. Si me permites contarte cómo Eltsen llegó a este estado, tal vez tú también puedas comprender...

            —Cuéntame lo que quieras, pero eso no cambiará el hecho de que sesenta buenos hombres fueron asesinados a sangre fría.

            Fynn asintió en silencio. No sabía si podría convencer a Randall de no iniciar una guerra contra Faberland, y ya tenían demasiados problemas así como estaban. Fynn narró lo mejor que pudo la historia de la relación entre Eltsen y Malcolm. Le explicó a Randall cómo Malcolm le había carcomido el cerebro a Eltsen, convirtiéndolo en un hombre perdido y paranoico. Le explicó cómo Calpar había descubierto que Malcolm era en realidad un Antiguo llamado Math que tenía el poder de tener bajo su control a las personas, y que tenía planeada la destrucción de Eltsen y de Faberland. Calpar había partido hacía ya muchos días con la promesa de traer ayuda para derrocar a Math y a su gente, y rescatar a Eltsen de la locura.

            —Math es solo uno, ¿cómo puede lograr la destrucción de cientos de miles?— preguntó Randall—. ¿Cómo puede hacerle perder la cabeza a alguien como Eltsen?

            —Math no es un hombre como tú o como yo, es un Antiguo. Recuerda que el Concilio reunió a casi todo el Círculo, solo para tratar de derrocar a cinco de ellos y pudieron destruir solo a tres, y eso porque Lug estaba al mando.

            Randall asintió suspirando.

            —Parece que Eltsen necesita más ayuda que Diame— murmuró para sí.

            —¿Diame? ¿Qué le pasa a Diame?

            —Algo está carcomiendo su cuerpo con fatiga, ya casi no puede levantarse de la cama. No sabemos cuánto más durará, por eso Althem me envió al sur, a buscar a Zenir. Hace ya casi un mes que le envió un mensaje urgente, pero no hemos sabido nada de él. No sabemos si está en camino o si siquiera recibió el mensaje. Althem me envió a Faberland a preguntar si había pasado por aquí, si estaba cerca, si alguien lo había visto.

            —No, Zenir no estuvo aquí. El que pasó por aquí fue su hermano, Calpar.

            —¿Y Calpar no pudo enfrentarse a Math?




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