La Profecía Rota - Libro 3 de la Saga De Lug

SEGUNDA PARTE: El Fugitivo - CAPÍTULO 61

            Lug sintió un escalofrío recorrerle la espalda al escuchar la historia de Randall, sobre todo la parte que mencionaba la presencia de Math en Faberland.

            —No podemos ir a Faberland— le murmuró con urgencia Ana, tomándolo del brazo—. Si Math está ahí...

            —Tranquila— apoyó Lug su mano en la de ella—, no tengo intenciones de volver a enfrentarme con él, al menos no hasta qué sepa bien de qué se trata su habilidad y cómo funciona.

            —Math no está en Faberland en este momento— intervino Randall—. Pero lo que sea que le haya hecho a Eltsen, funciona aun en su ausencia.

            Lug observó las rocas, pensativo. Una cosa era implantar instrucciones precisas como la de matar a alguien, pero lo que Randall había contado sobre el estado de Eltsen era diferente. ¿Por qué querría Math destruir a Eltsen y a Faberland? Lug no entendía bien lo que estaba pasando en el Círculo, todo estaba de cabeza. No sabía si la Nueva Religión y los planes de Math en Faberland tenían relación o no, pero lo que era seguro era que Eltsen no estaba en condiciones de ayudar a Lug a liberar a Cryma. Lug paseó la mirada por los soldados descansando en las rocas; aun con cuarenta valientes soldados de Aros, no podía tampoco ayudar a Faberland. La opción más conveniente era ir hasta Aros con Randall. Al menos curar a la reina era algo que sabía cómo hacer, y luego podría obtener la ayuda de Althem para arreglar los problemas de Faberland y Cryma. Pero necesitaba más que la fuerza de un ejército, necesitaba información, necesitaba comprender lo que estaba ocurriendo y por qué.

            —En tu relato dijiste que Calpar había estado en Faberland— le dijo Lug a Randall—. ¿Sabes a dónde fue?

            —No, Fynn no lo sabía. Tampoco saben a dónde fue Tarma.

            —¿Tarma? ¿Qué tiene que ver Tarma en todo esto?

            —Eltsen y Tarma estaban juntos.

            —¿Juntos?

            —Perdidamente enamorados, según Fynn.

            Lug frunció el ceño, incrédulo, pero luego sonrió complacido. No había mujer más valiente, noble e inteligente que Tarma. Eltsen era un hombre afortunado. Lug se alegró de que hubieran encontrado el amor. Tarma era la mujer perfecta para apoyar a Eltsen con sus ideas de cambio.

            —¿Por qué se fue Tarma?— preguntó Lug.

            —Eltsen la acusó de traición y la desterró de Faberland. Según Fynn, tuvo suerte de salir del palacio con vida.

            Por un momento le dieron ganas de ir hasta Faberland, tomar a Eltsen del cuello y sacudirlo hasta que entrara en razón. ¿Cómo podía Eltsen dejar ir a Tarma? ¿En qué estaba pensando? ¿Cómo no valoraba el hecho de tener a su amada viva? Si hubiera sido él, en su lugar, nunca la habría dejado ir... Pero él también había dejado ir a Dana... y ahora Dana estaba muerta... Si pudiera advertirle a Eltsen que no cometiera el mismo error, que no dejara ir al amor de su vida...  Tal vez si pudiera llegar hasta Eltsen, entrar en su mente, deshacer lo que Math había hecho... No, el intento de contrarrestar la influencia de Math había causado la muerte instantánea de Goster. No podía arriesgarse, necesitaba saber más de cómo funcionaba la habilidad de Math. Calpar seguramente sabía sobre el asunto, pero si no sabían a dónde había ido... No, lo mejor era ir con Althem. Él tendría los recursos necesarios para buscar a Calpar o incluso a Nuada.

            —Iremos a Aros contigo y ayudaremos a la reina— declaró Lug.

            —Entonces— dijo Randall con una sonrisa amplia y con el hormigueo de la ansiedad en el estómago—, soy el hombre más afortunado de esta tierra al haberlo encontrado en tan desgraciadas circunstancias. Gracias, gracias, gracias, señor— musitó Randall, inclinándose hacia Lug para besar sus pies. Lug lo tomó enseguida de los hombros y lo levantó.




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