La Profecía Rota - Libro 3 de la Saga De Lug

TERCERA PARTE: El Sujetador de Demonios - CAPÍTULO 84

—¿Qué quieres?— preguntó Lug con recelo.

—Ayudarte— contestó el otro.

—¿Ayudarme? ¿Por qué querrías ayudarme? ¿Ayudarme cómo?— Lug no estaba muy inclinado a creerle una sola palabra.

—Mi habilidad puede ayudarte.

—¿Cuál es tu habilidad?

—Tú entraste en mi mente, ¿no lo sabes?

—Algunos dicen que eres capaz de conjurar la noche a voluntad— sugirió Lug.

Cormac reaccionó con una estruendosa carcajada.

—¿En serio? ¿Y de dónde habrían sacado eso?

Lug se encogió de hombros.

—Nadie parece saber mucho sobre ti, supongo que inventaron lo que suponían podía ser verdad.

—Me alegro— contestó Cormac. Parecía aliviado.

—¿Te alegras?— repitió Lug sin comprender.

—Mi habilidad es la más peligrosa en todo el Círculo. He trabajado mucho para mantenerla en secreto y me alegro de que haya funcionado. Mi discreción es lo único que me ha mantenido libre y vivo.

—¿Pero cuál es tu habilidad?— insistió Lug.

—¿Qué viste cuando entraste en mi mente?

—No lo sé, muchas cosas... recuerdos... muchos recuerdos, más de los que una persona normal podría tener en cien vidas.

—Esa es mi habilidad— asintió Cormac.

—¿Tu habilidad es recordar?— preguntó Lug, incrédulo. Se inclinaba más a creer que Cormac podía convocar la noche y no quería admitirlo.

—Exacto. Lo recuerdo todo y a todos. Todo lo que he visto y oído o percibido en cualquier forma desde mi nacimiento está almacenado en mi cabeza— dijo tocándose la sien—. La información de todos los libros, mapas, conversaciones, está guardada en mi mente y puedo acceder a voluntad a cualquier recuerdo. Cada recuerdo está perfectamente almacenado, sin distorsiones. Puedo recitar millones de páginas de libros sin equivocarme en una sola coma. Puedo recordar imágenes de lo más complejas con todos sus detalles.

—¿Por qué es eso peligroso?

—Eres bastante ingenuo para ser el Señor de la Luz.

—Ilústrame.

—La información es fuente de poder, y yo la tengo toda.

—Entonces, ¿por qué no estás dominando a todo el Círculo?

—¿Para qué querría hacer eso?

—¿No es eso lo que todos los Antiguos quieren?

—Sí, y es por eso que no hubieran dudado en usarme, encarcelarme y hasta torturarme para obtener la información necesaria para hacerlo. Por eso tuve que alejarme y vivir en soledad para proteger mi libertad— explicó Cormac—. No quería terminar como Alric— murmuró para sí con la mirada clavada en la arena.

—¿Conocías a Alric?— preguntó Lug, interesado.

Cormac levantó la vista de golpe.

—Era uno de mis dos únicos amigos, uno de los pocos que conocían mi secreto. ¿Cómo sabes de Alric?— preguntó Cormac, intrigado.

—Humberto me habló de él. Su cuerpo está conservado en un museo en otro mundo.

—¡Humberto!— gritó Cormac, escupiendo el nombre como si fuera veneno.

—¿Conociste también a Humberto? ¿Era él tu otro amigo?

—¡Amigo! Humberto es una serpiente rastrera y egoísta. Solo pensaba en sí mismo y en obtener lo que quería para sí, sin importar cómo lastimara eso a los demás.

—¿Qué fue lo que te hizo a ti?

—Hirió el alma de la persona más amable, delicada y pura que pueda existir. La única persona que he amado en toda mi larga vida: tu madre.

—¿Tú estabas enamorado de Marga?

—Era una mujer brillante, fuerte, sincera, amable... y de una hermosura impresionante. Toda ella era perfecta. Su personalidad y su cuerpo la hicieron deseable para varios de nosotros. Nuada, Bress, Humberto, todos la querían para sí, pero ella no le correspondía a ninguno de ellos, su corazón era de otro. Yo la amé en secreto, en silencio, sin que ella se enterara, respetando su libertad, sabiendo que ella no se fijaría nunca en alguien como yo. Yo la amaba más allá de su cuerpo y de su mente, yo amaba su alma. Y preferí mantener mi amor en secreto a perderla como amiga.

—¿Ella conocía tu secreto?

—Sí. Ella me animó a leer libros, a aprender, a usar mi habilidad para ayudar y no para destruir. Con ella a mi lado la vida tenía sentido, aunque no fuéramos más que amigos, su sola presencia iluminaba mi ser.

—¿De quién estaba enamorada ella?

Cormac sonrió con cierta amargura.

—Del último hombre que alguien hubiera podido imaginar para aquella criatura tan celestial. Marga estaba enamorada de alguien sin poder, sin habilidad, sin influencia, alguien simple pero honesto, alguien que tampoco la quería por su cuerpo o por su mente o siquiera para aprovecharse de su habilidad. Alguien con quien pudo conectarse al nivel del alma pues compartían la misma fuerza y la misma energía para enfrentar la vida de una forma diferente a lo que cualquiera de nosotros hubiera podido concebir. Marga estaba perdidamente enamorada de Alric.




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