Luego de aquel abrazo Edmund se marchó junto a Constance a la mansión Beckler a seguir con sus pendientes, por su parte Elizabeth partió en un carruaje en compañía de Arnold mientras eran seguidos por otro carruaje donde llevaban las cosas a la casa hogar.
Al llegar a la casa hogar bajaron la comida y juguetes para lo pequeños.
- ¿Sabes? Venir con los niños me hace bien – confesó Elizabeth viendo la casa hogar desde afuera – sus sonrisas puras me llenan de felicidad.
Al entrar fue recibida con abrazos por los más de 30 niños, así como ella era feliz con los pequeños, ellos también lo eran con ella, evidentemente se sentían protegidos y respaldados por alguien.
Antes de que Elizabeth Amadrinara la casa hogar Lotos, este era un lugar por demás triste y pobre, solo contaba con los recursos suficientes para lo indispensable, la navidad eran lujos que no se podían permitir. A pesar de encontrarse en la gran ciudad de Ayres era un lugar que los Condes, Duques y demás no volteaban a ver debido a su desgastado aspecto, pero Elizabeth cambió todo eso, redecoro el lugar, compro ropa nueva y juguetes para los pequeños, además de ponerles un instructor que los educaría, ella los visitaba 3 veces a la semana y pasaba con ellos días importantes, así como la navidad.
- Bienvenida Duquesa – decían los pequeños a coro – Feliz Noche buena – exclamó el pequeño Tom.
- Noche buena es hasta en la noche tonto – lo corrigió Marit, una niña pecosa de 10 años.
- Noche buena o no hay que celebrar ¿Qué opinan? – preguntó Elizabeth con una dulce sonrisa.
- Sí – exclamaron todos
- Muy bien, entonces vamos al cuarto de recepción a decorar el arbolito de navidad – seguida por los pequeños todos decorando el árbol de navidad, bastones de caramelo, muñecos de nieve y jengibre, además de copos de nieve lucían en el arbolito, luego de tomar chocolate caliente y galletas los pequeños cantaron alegres villancicos mientras Arnold y ella permanecían sentados en un gran sofá, pensaba – si Gilbert estuviera aquí los pequeños lo amarían – Pero su pensamiento fue interrumpido por el pequeño Tom
- Disculpe Duquesa ¿Nos podría leer cuentos de Navidad? – preguntó al mismo tiempo que le extendía un libro de cuentos.
- Claro que sí – respondió alegre – Haber niños, es hora de los cuentos de navidad tomen asiento – Así todos tomaron asiento en el piso alrededor de Elizabeth, incluyendo a Arnold quien se vio obligado a petición de los pequeños, mientras Elizabeth leía los cuentos los acompañaba con interpretaciones de algunas escenas, todos los pequeños reían y disfrutaban, incluyendo a las cuidadoras.
- Aún me parece sorprendente que la duquesa amadrinara la casa hogar – decía una – Los demás ricos jamás quisieron por más que se los pedimos.
- No lo hacían por la fachada del lugar, lo veían como algo sucio y desagradable – contestó otra – Pero ahora debido a la ayuda de la Duquesa el lugar ha mejorado mucho y han llegado varias ofertas de patrocinio, hablé con ella de las ofertas, pero insistió en que las negara ya que si antes no les interesaba ¿Por qué ahora sí? ¿Por qué ya es conocida la casa hogar? ¿Por qué es vista como una buena obra? no se trata de ayudar para recibir fama, se trata de ayudar con el corazón, de ayudar sin ver beneficios, de ayudar cuando todo está en cero, no de ayudar cuando las cosas ya están bien “Rechaza todas las propuestas, yo me encargo de absolutamente todo” fue lo que dijo
- Es cierto, tiene razón, si antes cuando muy apenas teníamos para darle de comer a los niños, no nos quisieron ayudar ¿Por qué ahora que estamos bien sí? – expreso molesta – Pero me pregunto cómo se habrá enterado la Duquesa de la Casa hogar, la ciudad es muy grande y ella vive en un extremo y nosotros hasta el otro lado de la ciudad y de entre todas las familias a las que les pedimos ayuda a la de ella jamás fuimos
- Bueno, eso no lo sabemos, no sé cómo es que ella llego hasta aquí o porque se fijó en el lugar, pero agradezco que así haya sido – confesó feliz.
Luego de los cuentos Elizabeth entregó a cada pequeño un juguete y se dispuso a jugar con ellos, era agradable ver lo feliz que estaban, sus risas cubrirán el lugar de felicidad.
Mientras jugaba con las niñas a peinar a las muñecas la pequeña Marit tomo asiento a un lado de ella, tan solo para preguntar
- ¿Duquesa… usted... usted siempre estará con nosotros verdad? ¿siempre nos cuidara?
Ante tan dulce pregunta la joven esbozo una gran sonrisa y con dulzura le respondió
- ¡Claro que sí Marit! Te lo prometo, yo los cuidare
Al dar las 5:00 de la tarde Elizabeth y Arnold se despidió de los pequeños y de las cuidadoras para continuar con sus pendientes