La que ves no soy yo

Capitulo 1; Accidente

Empieza un nuevo día, la misma rutina. Mi despertador suena a las 6 am. Voy doble turno a la escuela ya que, los días viernes cursó taller de poesía y arte. Tomo una ducha rápida para despertarme y de paso sacarme un poco el calor. Odio el calor. Es una de las estaciones que más detesto porque me la pasó enferma. Preparo mis cosas para ese día incluyendo una pequeña vianda. Todos duermen en casa así que no me escuchan salir. Podría ir en bicicleta pero mi equilibrio no es muy bueno y no quiero un golpe tan temprano. La escuela donde asisto es pública, subsidiada por el gobierno. Es la única cerca de mi casa y además no tenemos dinero para una escuela privada. Me pongo en marcha ya que  hoy serán ocho horas muy largas. 
     

   La mañana pasó sin contratiempos. Estaba yendo a la biblioteca a devolver unos libros y entonces las vi. Jenny y Rocío. Son mi peor pesadilla desde que llegue a esta escuela. Nunca entendí q les hice, porque se ensañaban tanto conmigo. Así que finjo estar  leyendo, ignorarlas y seguir de largo. Aun así, pasan por mi lado y me rozan, siento el miedo correr por mis venas en ese momento. Siempre terminan tirando mis libros, jalando mi cabello e incluso he llegado a casa con algún raspón  o moretón en mi cara. Pero la agresión física no me molesta sino la agresión verbal y la humillación constante que vivo gracias a ellas. Para ser respetada en ese instituto hay que vestir minifalda y usar escote, sin mencionar la larga trayectoria sexual. Pero hoy parece que tengo suerte porque no me dirigieron ni siquiera la mirada. Suspiro tranquila cuando desaparecen por otro pasillo. Quizás hoy sea un buen día. 
       

   El resto de mis clases pasan tranquilas, en mi salón somos 20 alumnos incluyéndome. Pero la mayoría solo aspira a salir cada fin de semana con la mejor ropa que papá y mamá puedan comprar y presumir conquistas de una noche. ¿Será  ese mi destino acaso? ¿Conformarme con un tal vez? ¿Qué pasa si nada bueno me repara el futuro y me termino convirtiendo en lo que tanto repudio? Yo sé que hay algo más que nos está esperando, algo maravilloso, solo hay que encontrarlo y no conformarse con un tal vez. No quiero convertirme en una estadística más de esas personas que no llegan a nada, ya que lo más importante para ellos es el alcohol y la fiesta. Suspiro mirando por la ventana esperando a que mis clases por ese día terminen.

  Finaliza una nueva cursada y me preparo para ir a casa. Pero no todo es color de rosas. Allí en la salida me esperan ellas. Puedo sentirlo, sé que es a mí a quien esperan, siempre es así. Intento seguir de largo y las escucho:

- Eh Lía ¿Adónde  vas?- trato de ignorarlas y avanzar. Pero entonces Jenny me obstruye el camino. Veo esa sonrisa burlona y se lo que me espera.

- ¿Dónde crees que vas fenómeno?- se la notaba enfadada. Intente retroceder y ahí estaba Rocío

  -¿te vas tan pronto niñita?-

   Ese apodo me quedo porque la primera vez que me confrontaron termine llorando. Todas sus palabras siempre fueron muy hirientes. Nunca encaje en su mundo, por más que intente llevarme bien con ellas nunca pude. Una vez les dije que las personas que utilizaban drogas eran fenómenos y de ahí mi otro apodo, ya que respondieron que ahí el único fenómeno era yo. Supongo que tendría que haber cerrado mi boca. Pero no pude evitarlo a veces digo lo primero que se me viene a la mente.

   La sonrisa burlona de Jenny no desaparece y presiento lo peor. En ese momento jala mi mochila tirándola al suelo. Me mira sintiéndose superior, pero yo se que no lo es, ni ella ni nadie.
 

-levántala- dice señalando mi mochila. Cuando me inclino a recogerla basta un simple empujón de su parte para que tropiece y caiga en la tierra. En ese momento estallan en risas, mientras mi ropa termina toda sucia y mis manos todas rojas por el impacto. Jenny se inclina cerca mío solo para decirme: - eres una perdedora nunca lo olvides-.
 

  Después de eso simplemente se fueron. Mis ojos se humedecen, pero jamás les daré el gusto de verme derramar lágrimas por su causa, aún conservo algo de orgullo. Me levanto sacudiendo el polvo de mis pantalones, tomo mi mochila y retomo el regreso a mi casa. Me arden las manos y mi aspecto no es el mejor. A veces pienso que hice para merecer todo esto. Sus constantes humillaciones me tienen cansada, pero falta tan poco para que deje de verlas, solo un año más y mi tormento acaba. Estaba llegando a esa subida que tanto me molestaba. Una cuadra más y ya estaría en mi casa. A un lado del camino había una pequeña cancha de futbol donde los chicos del barrio solían jugar por las tardes. Iba caminando de manera distraída mientras los veía divertirse. La inocencia de los más pequeños siempre me ha parecido una de las cosas más maravillosas de este mundo. De repente, la pelota con la cual jugaban se les había escapado dirigiéndose a la calle. Un niño de no más de cinco años se acercaba corriendo a buscarla. En ese momento todo paso muy rápido, un auto parecía venir con un gran impulso por culpa de la bajada. Sabía lo que pasaría, no le daría tiempo suficiente para esquivarlo, era inevitable. Simplemente no pensé lo que hacía, solo actué por impulso, y de una zancada me acerque al niño empujándolo fuera del camino. El auto no se detuvo, sino todo lo contrario. Cuando me di cuenta sentí el impacto en mi cuerpo y un gran dolor recorrerme entera. Después solo hubo oscuridad. 
 

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El sol empieza a salir, es el momento indicado. Mi primo y yo tendremos una larga charla. Parto hacia mi objetivo, sintiendo el frio viento rozar mi cara. Tendremos que dejar un par de cosas claras para evitar una futura guerra. Es así como llego a su departamento ubicado en la zona más concurrida de Baltimore. Todavía no sé qué hace viviendo aquí, pero si él se siente cómodo yo no tengo nada para objetar. Como es de esperarse la ventana del balcón está abierta y entro sin problemas. Hay mucho silencio, solo basta un segundo para darme cuenta que aquí no hay nadie. “Debí imaginarlo”. En ese momento suena mi localizador y las malas noticias siguen llegando. Frunzo el ceño y me dirijo a mi nuevo destino. Ellos no van a quedarse con toda la diversión esta vez. 
 




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