Revelaciones
—¿Cómo podrían hacer algo así?
Shelly no podía creerlo, de hecho se negaba a pensar algo así, se suponía que los cambiantes se cuidaban y protegían entre ellos.
¿Cómo eran capaces de secuestrar niños?
—La vida no es blanco y negro— contestó Liam con la mirada fija en la carretera— tampoco es color de rosa.
—Lo sé— murmuró— simplemente no puedo creerlo.
—La maldad y la ambición están en todas partes, en ambas razas— apretó con firmeza el volante— no te creas que los cambiantes somos criaturas puras, libres de defectos.
La dureza de su voz cargó el ambiente de tensión, sabía que él tenía una lengua afilada, no importaba podía con eso, pero con lo que no podía era con su forma de ver las cosas.
—¿Por qué siempre eres así?
—¿Cómo?
Sombrío, indiferente, amargado, duro...
—Siempre ves el lado malo de todo ¿Por qué?
Por un momento ella pensó que iba a aliviar el agarre que mantenía sobre el pobre volante, pero no lo hizo, sino que, siguió aferrándose a el, como si de alguna forma ese objeto lo mantuviese en su lugar, sus nudillos se tornaron blancos.
—Es necesario ver lo malo para poder apreciar lo bueno.
Shelly lo miró, en la tenue luz del interior de la camioneta su rostro adquirió débiles sombras, la chaqueta negra marcaba cada parte de sus brazos, su cabello marrón se había oscurecido, la escasa iluminación le daba un aire peligroso y el inmenso poder de su figura sólo lo confirmaba.
"¿Puedes estar con un hombre que puede lastimarte?"
La voz de su hermano se infiltró en su mente, cargada de preocupación, haciendo aparecer sus dudas. Pero ella seguía rehusandose a lo que Jake veía con facilidad.
Liam no suponía ninguna amenaza.
—Es muy difícil sacarte un par de frases seguidas— bromeó para borrar sus dudas.
—Soy un hombre de pocas palabras— respondió— en todo este tiempo ya deberías haberte acostumbrado.
Ya lo había hecho, tenía que admitir que le gustaba estar cerca de él, pero en su infinita curiosidad ella quería saber qué se ocultaba debajo de esa fachada de piedra que se esforzaba tanto por mantener.
Liam apretó un botón en el reproductor de música, una pantalla pequeña y rectangular se iluminó de un color azul profundo mientras la canción 505 de Artic Monkeys comenzaba a sonar.
"I'm going back to 505... If it's a seven our flight or fourthy five minutes drive... In my imagination you were lyied in your side... With your hands between your thighs... And a smile"
Tanto esa voz suave como el nombre de esa banda le resultaron desconocidas. Nunca había oído algo así. Pero le agradaba, aunque fuese algo extraño.
—¿Qué haremos ahora?
—Yo hablaré con Aria, probablemente Mila ya ha llegado con Chloe al territorio.
—¿Y qué se supone que voy a hacer yo?
—Nada.
—¿Nada?
—¡Deja de hacer preguntas tontas!— fue un grito apenas contenido— por una vez, hazme caso, sin reclamos.
Shelly tuvo que tragarse todas sus protestas ante el tono autoritario de su voz, su orgullo le hizo desear que por una vez se mordiera su lengua, y su cola.
El resto del camino permanecieron en un silencio que solo era interrumpido por la música cada vez más extraña en el reproductor.
¿Había algo más cliché que un tipo rudo escuchando Rock?
Si lo había, Shelly no quería saberlo.
Liam detuvo la camioneta al final de un sendero, en el interior del bosque, era el único en el que se podía ingresar con vehículos. Ni siquiera se molestó en despedirse, o en darle sus saludos a Aria, o en decirle a dónde iba a ir.
¿Por qué debía hacerlo?
Él le dejaba bien claro que no le importaba demasiado.
Se detuvo en medio del bosque y buscó en los troncos de los pinos las marcas que ella misma había hecho en sus cortezas con el fin de orientarse. Encontró el grueso abeto que tenía una gran R junto con una flecha encima que le indicaba la dirección de la cabaña de Riley.
Sabía que lo primero que debería haber hecho al volver era ir con Jake, pero de verdad quería ver a Riley, extrañaba hablar con un cambiante amable.
Jake lo entendería.
El camino fue difícil debido a la lluvia que derritió la nieve y formó grandes charcos de agua, humedeciendo la tierra y transformando todo en un terreno resbaladizo y complicado para atravesar. Pero al final, divisó el claro bañado de luz que indicaba la cercanía de la cabaña de su amiga.
Se apresuró a subir los escalones del porche, pero antes de que pudiese golpear la puerta se abrió.
—¡Shelly!— exclamó Riley— me alegra que hayas regresado en una sola pieza.
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Editado: 23.09.2018