Trampa
Despertó al calor de un agradable fuego que alumbraba desde la chimenea. El sillón en el que había dormido, era suave, cómodo y bien mullido, pero le faltaba algo.
Así que, recuperó su capacidad de pensar después de su sueño, y recordó que Liam ya no estaba.
Aclaró su vista y se levantó, se estiró y vio que en el reloj de madera que colgaba en la pared, apenas eran las ocho y media de la madrugada. Todavía estaba muy oscuro afuera.
-Se han ido- dijo en voz baja.
Una punzada de temor apareció para apretar su pecho. El enfrentamiento con el clan Red Fire era ese día, si es que no se estaba sucediendo ya.
Y ella estaba sola. Mientras los demás peleaban, era injusto.
Con un suspiro de molestia, Shelly se puso de pie, un delgado y arrugado papel se hallaba tirado cerca del fuego. Con curiosidad, lo agarró y trató de ponerlo en orden, tenía algo escrito en tinta roja, una letra desaliñada y desprolija, un tipo de letra apurada. Apoyó el papel sobre la mesita de té y empezó a estirarlo pasando la palma de su mano una y otra vez, hasta que adoptó la forma de la hoja plana que alguna vez fue.
"Shelly: sé que no me harás caso, sé que si te lo pido no te quedarás en la seguridad de mi cabaña, he estado tratando de considerar la idea de que probablemente nunca tomarás mis órdenes al pie de la letra. Y lo acepto. Acepto tu forma de ser, tu generosidad, tu valor y tu sentido del deber. Tienes honor Shelly, más que cualquier otro ser humano.
Nunca dejaré de odiarlos, pero tú me has demostrado que a veces, nacen humanos buenos.
¿Recuerdas aquella tarde en el lago? Te dije que ninguna mujer podía atraparme, ni tenerme.
Bien, siempre hay una excepción para cada regla.
Me has atrapado Shelly, a pesar de que no tienes garras, me tienes en tus manos.
Haré todo lo que pueda para evitar la destrucción de nuestro clan, pero si no vuelvo, si no regresamos, ten esto en mente.
Tú derretiste el hielo en mi interior.
Y te agradezco por eso."
Terminó de leer la carta con los ojos humedecidos. No eran las palabras más dulces que había leído, pero viniendo de Liam, era lo más cerca que podría estar de su corazón.
"Si no vuelvo..."
¿Estaba tan seguro de que todo terminaría en un baño de sangre como para despedirse así?
Shelly se negaba a creer que podían hacerles daño. Aria era la reencarnación de la muerte en persona, tan letal que ningún hombre con agallas podía tocarla, y Liam...
-¡Liam regresó de la muerte!- exclamó en la soledad de la cabaña- moriría por su clan.
Tenía la certeza que tanto Aria como él lo harían.
Y eso, en el fondo, dolía.
Dobló la nota con prisa, la metió en el bolsillo trasero de su pantalón térmico, tomó su abrigo que colgaba de uno de los sillones individuales, y salió.
"Será la última vez que desobedeceré tus órdenes"
El alba comenzaba a acercarse, tenía miedo, y mientras avanzaba camino a la cabaña de Riley, estaba constantemente atenta a los sonidos y movimientos del bosque a su alrededor, un depredador podría surgir de cualquier parte.
Cuando estaba acercándose al claro que rodeaba la cabaña, Shelly advirtió la figura de una mujer de corto cabello rojizo y pálida piel. Kaylee.
Revisaba con atención todo lo que podía abarcar con su mirada azul.
-Quien sea que se oculte ¡Ataca de una vez!- gritó ella.
-¡Soy yo!- exclamó Shelly abriéndose paso con las manos extendidas en el aire- Soy yo.
Kaylee pareció relajarse, por un momento. Fijó su mirada en ella.
-¿No se suponía que debías quedarte en tu cabaña?
-S-sí p-pero...
-Oh vamos, baja esas manos ¿De verdad crees que puedo lastimarte?- Kaylee sonrió- ven, cualquiera que sepa como pelear y defenderse es bienvenido. ¡Hasta aceptaría la ayuda de uno de esos malditos lobos!
Shelly sonrió ante la broma, subió al porche y se quedó a su lado.
-Riley, Ryan y Hailey están adentro cuidando de Jasper y Lauren.
Poco a poco, la sonrisa de la pelirroja fue desapareciendo para ser reemplazada por una expresión de seriedad, ella retomó su meticulosa inspección a los alrededores.
Shelly comprendió que estaba protegiendo a los miembros que no podían asistir al conflicto, y si por alguna razón, los demás no regresaban, ellos serían los únicos Ice Daggers. El último bastión del clan, una madre, dos bebés, tres sumisos y una humana.
"No. Confía en Aria. Ella los hará pedazos"
Cuánto le ayudaría tener las amables palabras de Jake para animarla y calmar sus nervios. Pero él había decidido irse, como un cobarde.
A pesar de todo, no podía culparlo por sentirse incapaz de ayudar.
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Editado: 23.09.2018