La reina

Capítulo 7

Sandro estaba en su oficina revisando unos papeles cuando su asistente entro

-Disculpe su majestad

-¿Que ocurre? -dijo sin apartar la vista de los papeles

-Tiene una visita

-¿Una visita? -alzo su vista -, ¿Quien es?... Sabes mejor no me digas. Dile a quien quiera que sea que no puedo atenderlo que vuelva después

-Su majestad -el le estendio un pañuelo -, me pidió que le entregará esto si no quería verlo

Sandro tomo aquel pañuelo y con las yemas de sus dedos delineó aquel escudó

-Hazlo pasar -dijo con una sonrisa

Las pesadas puertas se abrieron dejando ver a dos figuras entrar

-Tío -exclamo Nicolás al mismo tiempo que lo estrechó entre sus brazos

-Sobrino, que alegría -apoya su frente con la de el -, ¿Cómo has estado?

-Bien tío -trato de guardar sus sentimientos -, ¿Y el abuelo?

-Se alegrará tanto verte -lo abrazo -, te pareces tanto a tu padre... Que eso le traerá alegría

-Eso espero tío

Los dos caminaron hasta los aposentos del rey Elías. Cuando Nicolás entro vio a su abuelo recostado en su cama pero ya no estaba la sonrisa que el tanto lo caracterizaba. Se sentó junto a el a la orilla de la cama

-Kaios -dijo el anciano con voz cansada -, hijo mío estás vivo

Nicolás no pudo más y dejo que las lágrimas salieran sin control ante aquella escena

-No... Abuelo -tomo su mano -. Soy Nicolás... Tu nieto

-Mi querido nieto -acuno su rostro -, te pareces tanto a tu padre, tan guapo como el y el mismo color de ojos

-Abuelo -limpio sus lágrimas -, te pondrás bien. Ya verás que pronto podrás salir de esta habitación

Vio como su abuelo negaba mientras tosió. El le estendio un vaso de agua

-Mi tiempo a llegado -sonrio -, tengo que reunirme con tu abuela y tú padre. Pero no te preocupes siempre te cuidaremos de dónde quiera que estemos

-Alteza -dijo Dalton -. La reina está aquí

-Pronto -beso la mano de su abuelo -, un lugar donde esconderme

-Entra en ese closet -dijo Sandro

Entraron justo en el momento que la figura de su madre se dejaba apreciar atraves de la rendija

-Buenas noches su majestad -dijo ella -. Mis disculpas por no venir lo a visitar

-Me alegro mucho verte Anastasia -le estendio su mano a lo que ella acepto -, no te he visto desde la muerte de Kaios

-Lo siento -dijo sin mostrar sentimientos -, ser reina no es sencillo

-Eso lo sé -sonrio -, pero estás olvidando algo importante... Tu hijo

-Mi hijo se encuentra en perfecta salud -se levantó -, y está bien protegido

-¿Que te ha pasado Anastasia? -ella le da la espalda -, ¿Dónde está? Aquella chiquilla que pasaba todas las tardes corriendo por los prados

-Muerta y enterrada -lo miro -, junto a mi esposo

-¿Has pensado en tu hijo?

-Simpre he pensado en el bienestar de mi hijo -le hizo saber -, lo he protegido y lo seguiré asiendo hasta el día que yo me muera

-Entonces, ¿Por qué no lo muestras al mundo? -ella nego -, necesitas que el mundo sepa que su futuro rey existe y no lo dejaras desprotegidos

-No, mi hijo seguirá ocultó -le señalo -, hasta que yo lo decida. Nadie debe saber de su existencia, ¡Nadie!

-Estas cometiendo un error -le hizo saber Sandro

-No el error lo cometería si lo muestro al mundo -los miro -. No cometeré el error dos veces

Ella dió la vuelta para irse y algo llamo su atención, miro la puerta del closet y luego a Sandro

-¿Por qué no quieres que sepan que tienes un hijo? -preguto Sandro

-Por que el trono es mío -le hizo saber -, y no quiero que nadie me lo quité. Tengo que protegerlo hasta de mi propia sangre

Se fue de ahí con paso decidido

-Esta mintiendo -dijo el rey Elías -, no a cambiado mucho

-Tio, es mejor que yo me vaya -beso la mano de su abuelo -, vendre pronto a visitarlos

Salió de ahí con Dalton y montaron sus caballos. Hicieron el recorrido hasta la cabaña donde estaban quedando

-Estabas en Apolonia -dijo una voz a sus espaldas -, ¿No es así Nicolás?

-Ma... Majestad -dijo Dalton

Se acercó a su hijo con paso firme y sin sentimientos plasmó su mano en la mejilla de su hijo

-¡Anastasia! -grito Dalton

-¡He dado una orden! -grito -. Si no me respetas como tú reina, hazlo como tu madre, ¡No te quiero cerca de Apolonia o cerca del castillo!

-Anastasia fui yo...

-No lo defiendas -miro a su amigo -, se que fue quien decidió hacer aquella visita

Aquel muchacho se llevó la mano a la mejilla por la impresión pero rápidamente la aparto dejando un rostro impasible

-Yo siempre te he respetado, tanto como mi reina como mi madre -le hizo saber -, pero no podía ignorar el echo que mi abuelo esta muriendo necesitaba verlo

-Aun eres muy joven -le dió la espalda -, no sabes muchas cosas

-Entonces explícame las -la tomo de la muñeca -. Madre, por favor

Solo sintio como aparta su contacto como si le repugnara su cercanía

-Hay cosas que aún no podrías comprender -monto su caballo -, es mi última advertencia. Alejate del reino de Apolonia y mantén un perfil bajo

Se fue de ahí con las lágrimas saliendo de sus ojos, limpio rastro alguno de que aya llorado cuando se acercó a Lingrich

-Majedtad, ¿Gusta un poco de té?

Pregunto Meredith al entrar a sus aposentos, mientras le ayudaba a quitar su capa

-Meredith, ¿Sabes si Margaret está en sus aposentos?

-Su alteza Margaret, está en estos momentos atendiendo a una visita

-¿Que visita? -trato de quitarse el vestido -, ¿Alguna amiga?

Meredith le ayudó a quitar su vestimenta dejándola en camisón

-Majestad... Es la princesa Amelia

-¿Amelia está aquí? -volteo a ve a Meredith -, ¿Que hace ella en mi castillo?

-No... No lo sé su majestad

-Bien, tráeme mis alimentos a mis aposentos -le dió la espalda -, no me apetece cenar en el comedor

-Si, su majestad -se inclinó para después marcharse

Anastasia no pudo estar sentada ni un minuto y empezó a dar vueltas




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.