La noticia corrió más rápido que la pólvora, las felicitaciones no se hicieron esperar. Había encargado a Meredith que hiciera correr la voz. Y no tardo mucho para que todo el reino al igual que el reino vecino.
Estaba en su despacho, revisando unos documentos cuando la puerta fue abierta bruscamente y alzar la vista se encontró con la mirada de Daltón
—Lo siento su majestad, no pudimos detenerlo
—Esta bien, meredith, retírate
Una vez que estuvieron a solas, ella regresó la vista a los documentos
—¿Que haces aquí Daltón?
—¿Es cierto? —el hizo que bajara los documentos —, ¿Te casaras con Sandro?
Ella no contesto, simplemente regresó la vista a sus papeles
—¿Por que lo haces? —golpeo la mesa —, es el hermano de tu esposo
—¡Kaios, no está aquí! —grito —, y Sandro es libre
—¡Él no es Kaios! —golpeó la mesa —, no quieras ver en el a tu esposo
—Y no lo veo
—¿Entonces porque haces esto?
—Lo único que tienes que saber es que siempre haré por el bien de mi pueblo y sobre todo de mi hijo
Daltón se fue aunque no muy convencido, mientras Anastasia seguía pensando si había echo lo correcto en aceptar. Unos golpes en la puerta hicieron salir de sus pensamientos
—Su majestad, la princesa Margaret solicita verla
—Dile que la veré en la sala
—Si, su majestad
Se levanto, de aquella silla para abrir aquella caja fuerte, coloco aquella carpeta dentro, para luego cerrar dejando soltar un suspiro. Salió al encuentro de su hermana
—Su majestad —se inclino Margaret
—Levántate —la tomo por los codos, con una sonrisa —, no es necesario esas formalidades contigo. Toma asiento
—Gracias su majestad, me atreví a pedir un poco de té y unos panecillos para degustar
—Gracias
Tomó aquel té ante la atenta mirada de su hermana que le sonrió antes de probar el suyo
—Quería felicitarle su majestad por su futura boda —dejó la taza en la mesa —, le deseo una inmensa felicidad
—Gracias, margaret —tomo su mano —, será muy afortunado tu futuro esposo
—No lo creo su majestad —negó con una sonrisa —, o por lo menos no ahorita mi temor es quedar viuda y sola. Sin un hijo que pueda cuidar
Ante la mención de ser viuda, su semblante cambió y ni pudo evitar agachar la cabeza
—Oh, lo siento hermana —toco su brazo —, no fue mi intención...
—No te preocupes —sonrío tristemente —, es algo que puede suceder sin pensar
—No te preocupes, verás que serás muy feliz con Sandro —tomo el té —, y podrás tener hijos con él
—Si
El ánimo de Anastasia había cambiado y justo en ese momento una paloma había volado por la ventana. Y en temor de Anastasia se volvió palpable en sus rostro
—Permíteme un momento Margaret —selevantó recogiendo su vestido
Salió a toda velocidad hasta el patio donde, y sin ver nada corrió hasta las caballerizas
—¡Que crees que estas haciendo? —dijo con voz de mandó
—Buenas noches mi reina —se inclino su hijo ante ella —, quería hablar con usted
—Vete, yo te buscaré y ahí hablaremos
Nicolás la vio y parecía nerviosa no paraba de ver hacia los lados
—¿Le preocupa algo su majestad?...
—¡Anastasia! —se escucho la voz de su tía Margaret
El vio el miedo en los ojos de ella. Rápidame se oculto en una caballeriza que estaba vacía
—¿Que se te ofrece Margaret?
—¿Quería ver si estabas bien? Ya que estábamos platicando y de la nada saliste casi corriendo
—Lo siento, tenía que tomar aire la conversación me estaba poniendo mal —dijo rápidamente
—Lo siento tanto hermana, se que aún te pone mal la pérdida de tu primer esposo y más cuando no pudieron concebir ninguna bebé
—Margaret ¿Por qué no hablamos de eso adentro?
—Claro vamos
Se alejaron de ahí, ella cerró sus ojos al saber que él las había escuchado. Le rogaba a dios que algún día le perdonara el dolor que le hacía a su hijo, pero lo hacía para mantenerlo salvo. No podía perderlo, a él no
Después de esa charla y de que Margaret se fuera a descansar estaba bajando a las escaleras cuando alguien la tomó por el brazo jalando la hasta el balcón cuando iba a gritar se lo impidió poniéndole una mano en su boca
—Soy yo madre
—¿Nicolás?
—Lo siento su majestad, pero necesitaba hablar con usted
Ella tomó con sus manos el rostro de su hijo, y cuando iba a llorar, le dio la espalda, cerró fuertemente los ojos al sentir como él la abrazaba por la espalda
—No lloré, sea fuerte como lo ha echo hasta ahora —le dijo antes de besar su cien
Y por un momento, ese gesto le recordó a su esposo, que hacía lo mismo cuando ella estaba triste
—Lo extraño —le susurró a su hijo
—Lo sé, quisiera yo también extrañar lo —negó —, pero no lo conocí
Ella se volteó y acuno su rostro al momento que sonríe
—Era igual a ti —sonrío —, tus ojos son los mismos que los de tu padre
—Tengo que irme —susurró
—¿No necesitabas hablar conmigo?
—Lo haré en otro momento —beso su mejilla —, que descanse su majestad
Se fue dejándola sola con sus recuerdos, sin poder evitarlo camino hasta la habitación de Cleo. Cuando abrió la habitación no espero encontrar a ella en aquella habitación
—¿Que haces aquí?
Margaret nada más, se dio ma vuelta y negó
—Nada, simplemente quería recordar como era nuestra hermana —miro aquel retrato —, era tan hermosa que aún me cuesta creer que ya no esté más con nosotras
—Lo sé, me cuesta creer y más cuando ella soñaba con tener su propia familia —soltó un suspiro —, y lo más difícil fue darle esa carta a Sandro
—¿Carta?, ¿Que carta? —pregunto algo alterada
—Una carta que le dejo Cleo a Sandro —la observo —, ¿Por qué?
—No, por nada —se encogió de hombros —, solo se me hizo extraño, y más aún cuando apenas me enteré
—Era algo que ella dejo para el —negó —, se le entrego inmediatamente
—De casualidad viste lo que contenía aquella carta —vio como su hermana negó