La reina

Capítulo 16

Los nítidos rayos del sol cubrieron su rostro mientras él rodeaba su cintura para pegar aún más su pecho a su espalda sentados en aquel pasto en un agradable silencio

—¿En que piensas?

Fue Sandro quien rompió el silencio  apoyando su barbilla en su cabeza

—En que hace años era todo muy distinto, y no me refirieron a la vista sino a las sensaciones que antes trasmitía

—Todo cambia Anastasia, tu y yo cambiamos ¿ Por qué no ha de cambiar también las sensaciones? Además eramos muy jóvenes y...

—¿Ingenuos?

Termino por decir ella y Sandro soltó una pequeña risa

—Si, eramos muy ingenuos

Los dos siguieron contemplando el paisaje

—¿Alguna vez... trajiste a mi hermana aquí? 

Tal vez debió guardarse esa pregunta para ella misma, pero no pudo evitar hacerla cuando el sentimiento de culpa la embargó. Sintió como el negó apoyado en su cabeza

—Con ella todo era más... —no puedo continuar con la palabra

—¿Por que te detienes? No me voy molestar, solo dilo

Él con un suspiro soltó aquellas palabras

—Con Cleo era todo más distinto, más correcto —negó —, con ella era todo o nada. O ibas enserio o no ibas

—Por eso fuiste a pedir su mano a mi padre

—Si, y el acepto tanto Cleo y yo estábamos felices íbamos a casarnos —se alejó de su contacto para pararse —, pero una noche que fui a verla y después de entregarnos a nuestro amor. Ella me dijo que esa iba a ser la última vez que nos veríamos, que ella se convertiría en reina y que no podíamos estar juntos

—Sandro...

—Se lo que piensas, pero no lo hagas no fue tu culpa. Los únicos culpables somos ella y yo, le dije que estaba dispuesto a renunciar a lo reinó por ella pero no me dejó; no acepto que estuviera a su lado —camino hasta su caballo —. Y yo debí insistir debí haberle dicho que no permitiría que se fuera de mi lado pero no lo hice

Sandro sintió como la mano de Anastasia se posaba en su brazo, volteó observando sus ojos llenos de tristeza y le sonrió

—Este fue el lugar donde tu y mi hermano se conocieron ¿No es así?

—Sandro...

—Él me dijo que había conocido el amor de su vida en un mágico atardecer —señalo hacia el horizonte —, y ahora me doy cuenta que fue aquí

—Te juró que no fue planeado, se dio poco a poco jamás me dijo su nombre o su apellido

—Lo sé...

—Enserio no lo planie

Él sólo sonrió antes de estrecharle entre sus brazos

—Lo sé —beso su cabeza —, yo sabia que estaba perdiendo tu amor mucho antes de que lo conocieras. La presión de mi padre por que asumiera el trono y... la tracción que te hice lograron que te decidiera

—No te voy a mentir Sandro, tu traición me dolió —lo miró —, por que si tu me hubieras dicho la verdad yo hubiera buscado la forma de conseguirlo para ti

—Si te lo hubiera dicho, ¿Me habrías perdonado?

Él vio la duda reflejada en su mirada y soltó una pequeña risa

—No tienes que contestar, tus ojos lo han dijeron todo

Sandro montó su caballo de un jalón y con una sonrisa extendió su mano hacia Anastasia, ella le sonrió sabía perfectamente que es lo que quería hacer, miro su propia vestimenta antes de inclinar su cabeza un poco

—No voy a poder hacerlo con esta ropa

—Hay que comprobarlo

La vio sonreír mientras negaba pensó que no aceptaría, pero nuevamente lo sorprendió cuando tomó su mano y él la alzó quedando adelante

—Como en los viejos tiempos —le susurró en su oído antes de galopar a toda velocidad

Clan Cadaval

Aquel hombre observó aquella muchacha que estaba concentrada preparando aquella sustancia. Había aprendido muy bien las plantas y los brebajes

—¡Maldición!

La escuchó exclamar antes de ver cómo trataba de controlarse para no tirar todo por la frustración

—Así jamas podrás lograr lo que te propones —le aseguro —. Te he dicho siempre que la base para esto es la paciencia, la inteligencia y saber observar bien

—Lo intento —le aseguro —, he seguido al pie de la letra tus enseñanzas pero no puedo

Se levantó con el enojo recorriendo todo su ser, él solo la observo como lo venia haciendo siempre desde que había llegado a esas tierra

—No es cierto —observo como se le quedaba viendo —, no estas al completamente entregada. Una parte de tu mente esta en otra parte, en tu venganza

—¿Que me estás queriendo decir? —se acercó a él —. Tu me dijiste que practicando conseguiría mi venganza

—No, yo te dije que si te quedabas conseguiría hacer justicia

—Y eso es lo que quiero

—Tienes un gran futuro, solo es cuestión que escuches —la tomó por las manos —, aveces es mejor escuchar que actuar imprudente por que solo se causara dolor a uno mismo. Anda termina lo que estabas haciendo recuerda que pronto vendrán por ti

—Aún no se como podré vengarme de la reina de Lingrich, si tendré que irme con en rey Sandro

Él sólo palmeo levemente sus manos

—Pronto lo sabrás

Con esas palabras salió de aquella cabaña con dirección hacia la suya, cuando entró aquella mujer lo observo con una sonrisa que él le correspondió, se adentró más quitándose la capa dejándola en la silla antes de sentarse en aquella cama

—¿Como está, ha aprendido todo? —le pregunto mientras le extendía el cuenco con agua

—Esta a muy poco de perfeccionarse —tomó un sorbo de aquella agua —, pero me temo que sufrirá mucho

—¿Por que no le dices? —ella vio como negaba

—Ella es fuerte podrá con esto, su destino es muy grande

Volteó para observando su mano y con una caricia suave recorrió aquella marcas. Ella vio como sus ojos reflejaban culpa

—Tu y yo sabemos perfectamente las consecuencias que trae interferir en el destino, las desgracias que estas atraen —la miró a los ojos —, no quiero eso para ella

—La quieres como una hija —bajo la mirada antes de murmurar —, la hija que no puedo darte

Él con sumo cariño alzó su rostro para mirarla de la misma forma que desde hace tantos años




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