El gran ventanal que adorna el dulce aposento relaja mi vista, una vez que abro las gruesas cortinas, mostrando la gran variedad de vegetación que yace en la entrada al castillo, sin tener en cuenta el frondoso y tan bien cuidado jardín en la parte trasera, que desde mi habitación no se hace visible. La ostentosa cama decorada por montones de cojines blancos y verdes a la que le sigue una pequeña estantería de libros, y un retrato de cuando era pequeña al otro extremo de la habitación, hacen que el aposento tenga esos detalles que le hacen ser mío.
Deslumbrada por la hermosa decoración, no dejé la habitación de la manera que está con exactitud pero representa mis gustos y mi comodidad. Observo cada rincón de la habitación sin perderme ni un minúsculo detalle, el suelo de madera, cómo la decoración que cubre las paredes de forma barroscosa, la alfombra tapizada en terciopelo carmín y verde, el juego de sillones acolchonados, la lámpara araña que cuelga del techo, además de algunas velas puestas sobre algunos muebles que brinda un ambiente más cálido y ayuda con la iluminación del lugar a pesar de la luz proveniente del Sol que se cuela por el gran ventanal. Prosigo a colocarme frente a la pequeña estantería y acaricio con mis delegados dedos el lomo de cada uno de los libros yacientes allí y detenengo el movimiento de mis manos al tocar el diario que solía escribir y sonrío al tomarlo en mis manos. Seguido de ello me siento a un lateral de la cama a hojearlo pacientemente.
«Mamá todas las noches me lee la bella historia de la Reina de la Naturaleza Verde; me dice que el amor se encuentra cuando eres joven, pero se debe hacer conforme a las reglas para no sufrir como la protagonista de la historia, que se quedó sola durante años por ser partícipe de un amor prohibido. Así que me encargaré de enamorarme del chico correcto, como lo hizo mamá con papá Hans», leo y de mis labios salen una risita nostálgica.
Tocan las puertas y me incorporo en mi lugar para atender a Thiana quien se ha adentrado a la habitación, Thiana camina hasta llegar a dónde estoy posicionada aún con el cuaderno en las manos, y lo hace con la misma calma con la que suelo hacerlo yo, solo que sus pisadas en el mismo apenas se sienten... Es como si estuviera volando, cosa que no hace porque sus halas están recogidas en su delicado vestido violeta.
-Su majestad, la Reina Esmeralda I ha renovado vuestros vestuarios, princesa; ¿ya lo ha notado?-me pregunta curiosa.
Al asegurarle que aún no he reparado en ello, se dirige hacia el gran closet y yo le sigo para encontrarme con hermosos conjuntos de diferentes tonos de verde y carmín.
«Realmente mi madre si sabe escoger mis vestuarios.»
El Hada Thiana se encarga de sacar del closet un vestido estilo imperio color verde esmeralda y prosigue a colocarlo encima de la cama con delicadeza.
-Este es perfecto para el té- exclama dirigiéndose a mí que claramente quedo confundida y Thiana se percata de ello.
«Apenas y hacía unos minutos que llegué al castillo y ya tengo la invitación a un té. »
- La Reina ha orientado que esta tarde compartirá un té con su hija en el patio trasero del castillo. -dice y el entusiasmo me corre por las venas.
Desde pequeña solía compartir varios té la mayoría de los días acompañada de mi madre. Constituían mi actividad favorita ya que mi apego con ella era inevitable y juntas curioseábamos sobre interesantes asuntos.
-He de prepararme para la ocasión, entonces- digo alegre, con un poco de fuego enciendo una de las velas sobre el inmueble que está a un costado de la bañera en la que me sumerjo.
Thiana se va hacia su pequeña casa en la tierra mágica a prepararse para un encuentro que tendrá en el bosque con las demás hadas, mientras yo disfruto de la bañera cubierta de aguas medicinales y pétalos de rosas que se me había sido preparada minutos antes de mi llegada al castillo según me indicó mi Nana.
Estar habitando de vuelta la que fue mi habitación desde mi nacimiento, me invade de lindos y tiernos recuerdos que me animan mucho más en mi camino a ser la reina. Siempre he contado con el apoyo incondicional de mis padres y eso es un aspecto que llevo siempre conmigo.
El intranquilo de Copito que salta de un lado a otro de la habitación, me hace compañía en los minutos que dura mi baño.
Pasados unos veinte minutos de suma relajación oyendo una dulce melodía producida por un tocadiscos, regalo de Marina en mi cumpleaños número diecisiete, salgo de la bañera para prepararme.
Mi Nana que se encuentra esperando desde fuera, se adentra en la recámara ante mi llamado para ayudarme a prepararme que luego de colocarme el sencillo pero hermoso vestido, me he sentado frente al ovalado espejo para que la nana me cepille el ondulado cabello castaño y luego de colocarme unos finos guantes de seda y el collar de perlas adornando mi cuello, me dirijo en compañía de la nana al patio trasero a encontrarme con mi madre la Reina Esmeralda I.
Al salir de la alcoba y encaminarme por el ancho y largo pasillo que vigilan los grandes retratos a cuerpo entero de los antecesores nuestros, prosigo a bajar por las escaleras que dan con la primera planta del castillo, y que luego de decidir pasar por el despacho de mi padre el Rey Hans, y ser detenida a pocos pasos de la entrada de este por uno de los guardias reales quienes me aseguran que el rey se encuentra en una reunión de suma importancia y no debe ser interrumpido, continuo con mi camino, encontrándome en el trayecto con mi madre que sale de uno de los salones de fiesta; y juntas nos dirigimos hacia el jardín.
Mi madre vestida con un vestido estilo imperio algo ostentoso pero que combina perfectamente con el verde de sus ojos y el rubio de su cabello halaga mi buen gusto al escoger las prendas que adornan mi cuerpo en esta ocasión, yo le aseguro que todo fue elección del hada Thiana y la Nana quienes sin duda se han esmerado en hacerme lucir fascinante en este vestuario.