Horas más tarde, Ariana se tendió sobre la cama y miró al techo. La infiltración había sido un éxito. Ahora solo faltaba pensar como escapar sin que hubiera ningún herido. Podría echarle la culpa al trabajo, incompatibilidad de caracteres, diferencias irreconciliables.
La puerta se abrió de repente poniéndola en alerta.
— ¿Cansada? —le preguntó Austin muy sonriente.
—No te puedes imaginar cuánto —respondió, fingiendo un enorme bostezo.
El chico se sentó en la cama. —Disculpa a mi familia. La noticia les ha caído en frío y te han inundado todo el día con demasiadas preguntas.
Ariana sonrió. —No hay nada que disculpar. Tú familia es muy agradable, sobre todo Rachel. Esa pequeña me ha caído muy bien.
Austin se echó una carcajada. —Bien dicen que Dios los cría, y ellos se juntan.
— ¿Por qué lo dices?
—Porque Rachel es tan buena para los negocios como lo eres tú. ¿Sabes que ella es el cerebro detrás de que todo esto haya salido tan bien?
Ariana enarcó una ceja. — ¿Estás hablando en serio?
—Muy en serio. Papá es demasiado estricto y un tanto explosivo. Si hubiéramos llegado sin que Rachel y Kat no hubieran endulzado un poco su oído antes, quizás en estos momentos ya fueras viuda, querida.
—Wow. Esa no me la esperaba. Y entonces, ¿cuál fue su precio?
Austin sonrió. — ¿Por qué tendría que haber un precio de por medio?
—Tú mismo has dicho que Rachel es buena en los negocios. Y toda transacción tiene un precio de por medio.
—Quiere boletos para un concierto que será dentro de dos semanas. ¿Puedes creerlo?
— ¿Y cuál es el problema? ¿Es algún artista poco apto para ella según tú?
— ¡Ojalá fuera eso! Son boletos para el concierto de esa banda que también tú escuchas.
El pavor cruzó por todo el cuerpo de Ariana deteniéndose en su estómago. —¿Hablas de Tem-Pest? —preguntó fingiendo desinterés.
Austin asintió.
Ariana tragó el nudo que se le había formado en la garganta. —Entonces, ¿cuál es el problema?
—El problema es que ya Michael ha echado mano de todos sus contactos y no hay nadie que tenga dos extras para esa fecha.
Ariana empezó a calmarse. El sentimiento de ser descubierta empezaba a borrarse por completo. Frunció el ceño al comprender que Austin estaba haciendo una tormenta en un vaso con agua. — ¿Ese es el problema?
Austin también frunció el ceño. — ¿Qué parte de “boletos agotados” no has escuchado? Si fuera una situación normal no me preocuparía, pero en estos momentos ambos estamos en manos de ese pequeño diablillo.
—No te preocupes por eso. Conozco a alguien que tiene boletos y que no pensaba usarlos. ¿Cuántos necesitas?
Austin la miró con cautela, incrédulo de lo que estaba escuchando. ¿En verdad podía hacer cualquier cosa esa chica? —¿No habrá problema si son dos? Rachel irá con una amiga.
Ariana sonrió. —Dos están bien. ¿Te los envío a ti o a Rachel?
Austin aún no podía apartar la incredulidad de él. —Se nota que tienes al mundo en tus manos.
— ¿Y hasta ahora te das cuenta? —respondió Ariana en tono divertido y conservando su sonrisa.
Austin se tendió en la cama junto a Ariana. El cuadro engañaba perfectamente al ojo humano, representando a una pareja de tortolos conversando normalmente sobre la pequeña hermana del novio. La idea lo tensó completamente.
—¿Qué te sucede? —le preguntó Ariana al notar la rigidez en el rostro de Austin.
—Nada —le respondió, haciendo de inmediato un par de movimiento obligándose a relajar. —Es solo que, ya había olvidado lo pequeña que es está cama. Creo que en un rincón del armario aún está mi viejo sleeping de campamento.
—¿Desde cuándo no usas tu habitación?
—La última vez fue hace unos seis meses.
—¿Y en seis meses ha encogido tú cama?
—Lo que pasa es que desde que tenía trece no he compartido mi cama con nadie.
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Editado: 20.10.2019