Lo último que quería Meryl era estar demasiado cerca de Austin, pero en esos momentos lo que posiblemente era más peligroso aún era tenerlo lejos. Un esposo cabreado entrenado en las artes del sigilo y con dotes de investigador eran una mala combinación.
Aunque había hecho un trato con el diablo, esto no significaba que no pudieran jugar bajo sus propias reglas. Aprovechó unos instantes en los que salió de la zona de visión de Austin para enviar un mensaje de S.O.S a Axel, su compañero en el crimen y posible victima si se llegara a encontrar en el lugar y momento equivocado.
Mientras tecleaba a la velocidad de la luz las últimas dos peticiones del plan improvisado, repasaba su lista mental de comercios de comida rápida por los que podía pasarse de camino para darles un margen de ventaja a sus amigos y aliviar el estrés que la estaba matando.
Cielos, mataría por una rebajada de pizza con mostaza en estos momentos…
—Espero que ese mensaje no sea para Ariana.
Meryl dio un respingo, sorprendida. En menos de un nanosegundo Austin se posó sobre su hombro. Afortunadamente el mensaje ya se había enviado y la pantalla ya estaba en negro.
—¿Qué rayos? —exclamó ella con una mano sobre el corazón. —No me asustes de esa manera.
—¿Y bien?
—Claro que no. Para que te vayas enterando, tengo una vida más allá de Ariana y de ti.
Ah, volvíamos al principio. Su mera presencia la ponía de los nervios. Debía estar muy alerta, atenta a todo lo que su contrincante hiciera y sobre todo a lo que ella misma pudiera hacer o no hacer. A partir de ese momento no debía abandonar ni por un instante el papel de Meryl, ni siquiera en el baño.
—¿Y en esa vida está incluido otro mini concierto en vivo en el noticiero de las siete? —inquirió Austin con sarcasmo.
—¿Por qué no mejor buscas un bosque y te pierdes en el para variar? —dijo Meryl mientas pasaba a su lado, encaminándose a su auto que ya lo tenía divisado.
Austin la siguió sin saber exactamente a dónde se dirigía.
—Vamos. No te enfades. Solo preguntaba.
Meryl oprimió el botón de la alarma del auto y abrió la puerta del conductor.
—Espero que no lleves prisa. Tengo que parar a comer algo antes de que termine por desmayarme. Ya después podemos empezar a jugar a los detectives —le dijo subiéndose a su asiento y cerrando la puerta. Austin la imitó en el asiento del copiloto.
—No estamos lejos de un autoservicio —le dijo Austin. —¿Por qué no pasamos por algo allí?
—Tengo hambre.
—Puedes comer en el camino. Conduzco mientras lo haces.
Meryl soltó un suspiro irritado y encendió el auto.
—¿Ahora empezarás a actuar como un marido controlador?
—Mi esposa se dio a la fuga en mis propias narices, Meryl. Digamos que estoy… preocupado.
—¿Es tú esposa quién te preocupa o tu amigable suegrito? —inquirió ella con un resoplido.
—Mi suegro no tiene nada que ver aquí.
—Lo que sea que te haga feliz, amigo —dijo Meryl antes de salir del estacionamiento.
La sensación de déjà vu le había provocado a Meryl que se le derramara un montón de adrenalina en el cuerpo. Con el objetivo de negarles una tercera primicia a los reporteros sedientos que permanecían en la entrada del hotel, ella y Austin tuvieron que hacer un sinfín de artes y malabares para poder escabullirse hasta el auto, atentos a cualquier ruido de pasos que pudieran acercarse a ellos, para luego probar que las maniobras de escape al estilo Rápidos y Furiosos[1] también pueden ser cosa de chicas.
Entretanto, sus compañeros de Temp-est preparaban el escenario en donde interpretarían la obra para Austin, y Alana se preparaba para posar ante algunas cámaras en su papel de empresaria fugitiva. Lo más difícil lo tendría Alina, la cual debía estar atenta a la señal de Meryl para hacer el cambio en el momento oportuno. Afortunadamente, Meryl consiguió enviar el mensaje de alerta mientras estaban en el estacionamiento del hotel evadiendo a los sabuesos entre los autos.
[1] Franquicia centrada en películas de acción creada por Gary Scott Thompson y propiedad de Universal Pictures.
Editado: 23.11.2024