En mi caso si hay reglas y no, no están hechas para romperlas.
-¡Otra vez es lo mismo! -exclama mi amiga Andrea.
-¿Que sucede esta vez? -pregunto sin dejar de mirar la pantalla de mi celular.
-¡Volví a olvidar la contraseña! -dice irritada, sí irritada es la palabra correcta.
-Deberias escribirla en tu agenda para que no la olvides. Ya llevas unas ¿Ocho cuentas? Ya ni sé cuál es la que usas actualmente.
-Ya no importa crearé otra. En unos minutos te envío la soli.
-Deberiamos terminar la tarea.
-Espera unos minutos ¿si?
En cuestión de minutos había llegado la notificación de una nueva solicitud de amistad.
-Andy Ross ¿Eres tú? -pregunté con ovbiedad.
-Si. Acéptala, necesito entrar a tu lista de amigos.
-Espero está si sea la última.
-Yo también. Te enviaré el correo y la contraseña, por si la vuelvo a perder.
-De acuerdo.
-Me acaba de llegar una soli. No lo conozco pero está guapo.
-No es buena idea aceptar extraños. Podrían ser...
-¿Ladrones, traficantes de órganos? -termina por mí- Vamos Amy no existe tal cosa, no en estos tiempos.
-Contigo no se puede- digo enserio.
Cuando tuve el permiso de mis padres para tener la cuenta, la única regla imperdonable fue clara: "no aceptar extraños" sino obedezco me desactivaran la cuenta inmediatamente para siempre.
Esa es la primera regla, irrompible e imperdonable.
Y están las otras que son leves: 2. No dormir tarde por estar en Facebook. 3. No revisar Facebook en clases. 4. No publicar mi vida privada en Facebook. 5. No perder mi tiempo en Facebook.
Al desobedecer las reglas leves, puedo ser sancionada con mi móvil. Así que me lo pienso dos veces antes de intentar romperlas.
En cambio Andrea, ella nunca obedece a nadie, en su caso no hay reglas. Lo único que le preocupa es quedarse sin internet. ¿Se lo pueden creer?
A mis padres no les agrada mucho que yo pase con ella, pero que les puedo decir, somos amigas desde Kinder, desde antes de Facebook. Así que no puedo abandonarla, aún si para mis padres tiene esos "defectos".
-¡Tan pronto pasó el recreo! -grita como si la pareciera increíble que ya tenemos que ir a clase nuevamente.
-Fue igual no te diste cuenta por estar pegada a tu celular -me burlo sarcásticamente.
En cuanto entramos al salón todos guardan sus celulares pero es como una misión imposible para Andrea. Después de sermonearmela unas cuantas veces, finalmente accede y lo guarda en su bolsillo.
-Ojala las clases pasarán como los recreos- suspira Andrea.
En ese momento mi celular emitió un sonido de notificación.
¡Caracoles! ¡Olvidé ponerlo en modo vibración!
Los ojos de la maestra Molly pasan de mí, hacia la de los demás. Y siento tener el mundo sobre mis hombros.
Aprieto con fuerzas mis manos por qué si sabe que fue el mío es posible que envíe una nota a mis padres y ahí sí, literalmente estaria muerta y sin mi celular.
Sin saber el de quién emitió el sonido, olvida la clase y comienza una serie de regaños/consejos por los "artefactos ruidosos" como ella les llama, para ella no son más que eso. Es ovbio que por su edad no se interese por ellos pero realmente ella exagera.
Finalmente termina la hora de la clase y junto con ella los regaños.
-Eso si estuvo cerca- digo soltando suspiros.
-Parece que tienes una solicitud- exclama Andrea con mi celular en sus manos.
-¡Oye!- la regaño quitándoselo bruscamente.
-Queria asegurame que fuera algo por lo que valiera la pena, una hora y media de regaños- dice molesta.
Yo también hubiera querido que hubiese sido por algo importante.
Pero solo es una solicitud de amistad de alguien que no conozco. Entro a su perfil para verificar y sí, es alguien que definitivamente no conozco.
Así que salgo de la aplicación restándole importancia para continuar mi día con normalidad.