Escuchando un sonido a su lado alertándolo, el muchacho se incorporó al mismo tiempo en el que abría los ojos y sujetaba del cuello de la camisa a un niño pequeño que no pasaba los nueve años. Acabando de despertar de lo que parecía un sueño bajo la sombra de un árbol en un día soleado, se dio cuenta de que el niño se había acercado para tomar su espada que estaba tirada junto a él al igual que su mochila de viaje cuando se dio cuenta de algo más. Aquel niño desconocido vestía un uniforme escolar con el logotipo bordado de su escuela. Confundido soltó al niño que había quedado paralizado al ser tomado tan bruscamente.
—Oh, lo siento chaparro, ¿Estás bien? —le pregunto al niño advirtiendo que volvía a hablar usando los sonidos de su boca y a volver a tener sensaciones como el viento en su piel.
—¡¡AHHHH, MAMÁ AUXILIO, ME ROBAN!!
Sorprendido, miro el lugar donde estaba. Se trataba de un extenso parque con juegos para niños que había delante de una escuela primaria. Al parecer el día de escuela empezaba ya que varios niños de distintas edades llegaban con padres de familia y maestros que los voltearon a ver al escucharlo, pero lo que más le llamo la atención fue el hecho de que se encontraba en un lugar en donde habían casas y edificios modernos de varios pisos al igual que luz eléctrica y automóviles de combustión interna que de donde venía ya no existían.
Sin que el niño dejara de gritar aunque no había movido ni un dedo, miro hacia el cielo en busca de alguna abertura que lo llevara de nuevo al más allá pero solo vio un avión a lo lejos dejando una estela blanca en el cielo cuando escucho varios gritos, al bajar la cabeza nuevamente, vio una patrulla que hacia su recorrido y había escuchado la conmoción y se dirigía hacia él sin que el niño se callara aun cuando su madre llego hasta él y lo tomo no sin antes darle una mirada de desprecio al muchacho que no sabía que había hecho cuando volvió a escuchar el grito del uniformado que bajaba de su patrulla y corría hacia él, antes de que los policías llegaran tomo su espada y su pesada mochila y se alejó corriendo tan rápido del parque en donde había despertado aun sumido en una auténtica confusión.
Varios minutos después luego de haber recorrido varias cuadras, el muchacho se detuvo sin saber que ocurría, había llegado a una gran glorieta adornada por una fuente de caracoles gigantes donde decenas de autos circulaban tocando el claxon a los otros conductores que se atravesaban en su camino mientras que en las banquetas varias tiendas de diversa índole esperaban algún cliente. Dejando en el suelo su pesada mochila comenzó a caminar en círculos tratando de pensar en donde estaba y que iba hacer. Por un momento pensó que todo aquello había sido un sueño, pero recordaba bien cada detalle de su muerte y de su vida anterior. Solo para confirmarlo, se pellizco para saber que no estaba soñando y se cercioro de que aún conservaba su fuerza prodigiosa y sus reflejos sobrehumanos.
Sin saber qué clase de misión solo él podía realizar, empezó a caminar por una avenida llena de gente que a su paso lo volteaba a ver sin saber el motivo. Cansado por toda la presión mental más que por el esfuerzo físico, se sentó en una banca que había sobre la turística avenida y se echó las manos a la cara para poder meditar para luego quitárselas lentamente revelando una tienda de abarrotes. Tomando sus cosas se dirigió al local y se metió debajo de su toldo rojo para encontrar lo que buscaba, era un artículo simple que ya no existía en gran cantidad de donde procedía y que se trataba tan solo de un periódico.
Habían pasado mucho desde que había visto uno, con el arma colgando de su espalda pudo advertir la extraña reacción del dueño y un par de clientes cuando tomo el periódico, sin darle mucha importancia busco la fecha en el encabezado y un suspiro salió de su boca al mismo tiempo en el que casi se desmaya, sin llegar a creerlo repitió la fecha en voz alta.
—"Cancún, Quintana Roo, México. 11 de septiembre del 2001" —leyó mientras intentaba mantenerse en pie sin mucho éxito cuando dos clientes nuevos entraron al establecimiento.
—Creo que estás perdido, la convención de disfraces no es aquí —se burló un muchacho de aproximadamente su mismo edad —. ¿Quién te crees que eres, Zelda?
—No güey, es Link, Zelda es la vieja —se burlo el otro provocando que se diera cuenta de que vestía con su singular ropa-armadura verde olivo, sus muñequeras metálicas, sus botas y espada colgando de su espalda, todo eso tal vez era lo que causaba cierta inquietud.
—Ustedes, ¿En qué fecha estamos? —les pregunto a los individuos que tomaron varios artículos de los estantes y se dirigieron a la caja luego de unos momentos.
— ¿Vives debajo de una piedra güey? ¿Acaso no has visto las noticias? Este día pasara a la historia —le respondió uno de ellos mientras él y su acompañante miraban las noticias en una pequeña televisión que había en un estante en tanto el dueño de la tienda cobraba.
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Editado: 20.07.2018