11 de septiembre del 2001
Como todas las mañanas desde hacía casi 18 años, Joshua busco torpemente su despertador que estaba sobre la mesa al lado de su cama ocultando su cara debajo de las sabanas, luego de varios minutos en los que hizo un esfuerzo para salir de la cama recorrió bostezando su habitación llena de artefactos hasta llegar al baño que estaba en su misma pieza para poder bañarse antes de ir al escuela a comenzar un día como el anterior, y el anterior.
Bostezado quitándose la ropa de repente reacciono. El despertador no había sonado y solo había hecho los pasos matutinos por rutina sin darse cuenta por el cansancio, casi desnudo salió del baño solo para darse cuenta de que se le había olvidado programar la alarma el día anterior luego del estrés que había tenido dándose cuenta de que se había quedado dormido y de que en realidad eran las 10:15am, sin bañarse y vistiéndose apresuradamente Joshua salió de su hogar sin desayunar maldiciendo. Abrió el garaje y vio el rayado Pointer rojo en su lugar, encendió el motor y avanzo hacia la reja que daba acceso a la mansión.
Mientras manejaba rumbo al colegio escuchaba la noticia más importante que habían tenido lugar hacia apenas una hora. Dos aviones comerciales se habían estrellado en la ciudad de Nueva York en el World Trade Center para luego derrumbarse desde sus cimientos, todo era un caos en la ciudad que nunca duerme y todo apuntaba a una conclusión: terrorismo.
Sin detenerse escuchando la trasmisión en vivo de la tragedia por la radio, Joshua llego a la caseta en donde el guardia veía la noticia a través de un pequeño televisor.
A diferencia de otros días en la escuela, aquel día estaba tranquilo debido al ataque contra los Estados Unidos. Llegando a tiempo para comer en uno de los recesos de cinco minutos, Joshua llego a la cafetería y vio por primera vez las imágenes del atentado en toda su cruda realidad. Algunos estudiantes se habían saltado las clases mientras que otros habían salido del gimnasio y tal parecía que el resto del día aquello seria el tema de conversación.
Su predicción fue correcta pues apenas y hubo clases y los alumnos ponían menos atención de la normal confabulando toda clase de teorías de conspiración con respecto a los recientes hechos aunque estos habían ocurrido a miles de kilómetros de allí. Tampoco era que a el no le interesara el tema, de hecho, ese día seguramente seria un parte aguas en la historia de la humanidad, pero de poco serviría que intentara abordarlo pues él solo era un muchacho mas en el mundo. Sabía que había muchos motivos para que una tragedia como esa hubiera ocurrido en el vecino país del norte que tampoco era una blanca palomita, factores internos y externos que muchos analistas con gran renombre y prestigio conocían incluso mejor que él, sus pensamientos y acciones no valdrían mucho, él no cambiaría al mundo.
Dirigiéndose a su auto de color rojo se sintió aliviado al ver que estaba, relativamente, en óptimas condiciones salvo por los rayones en toda su superficie, antes de meterse miro a lo lejos a muchos estudiantes, entre ellos Kyle y su sequito de seguidores que se aproximaban conducido sus variados autos que corrían de vez en cuando en los arrancones de la ciudad y al pasar a su lado escucho varios insultos y señas dirigidos hacia el por lo que el respondió de la misma forma pero que no tuvo el efecto que hubiera deseado. Aun cuando el grupo desapareció de su vista cruzando la caseta de seguridad podía escuchar el motor de los carros que comenzaron a correr por la calle. Sin darle importancia, Joshua salió de la escuela sin más incidentes dirigiéndose a su casa, al no estar de humor apago el radio en el que seguían las noticias contra el World Trade Center para poder relajarse y monologar.
—Bendita ignorancia la de esos pendejos, espero que en su trayecto se les caiga un puto avión encima y que se les terminen de morir las pocas neuronas que les quedan —rio entre dientes mientras conducía cuando se detuvo en un semáforo —. Aunque no creo que les queden muchas al cultivar su cerebro escuchando reggaetón y tomar arto alcohol cada noche —. Se mofo cuando el semáforo se puso en verde y avanzo cuando lo chocaron.
El golpe lo tomo por sorpresa y fue en la puerta del lado del copiloto, pasado el susto inicial salió del auto sudando frió sin ninguna herida pero si conmocionado, al levantar la vista vio el auto que lo había chocado. Se trataba de una furgoneta de reciente modelo y de ella salía una mujer madura y con un celular tamaño ladrillo en la mano, al recuperar la voz del susto lo primero que hizo fue mentarle la madre por su falta de precaución. Tras llamar a sus padres y decirle lo ocurrido y que estaba bien y llamar a la aseguradora y esperar a que llegara, Joshua se dispuso a tomar un taxi cuando suspiro "¿Porque?". Tras unos segundos decidió deambular para despejarse y emprendió su camino por las calles de la ciudad.
La ciudad de Cancún, en la península de Yucatán, México, era bastante singular y aun no sabia exactamente como es que su familia había terminado allí. La ciudad era relativamente joven, pues tenía menos de 30 años de haberse fundado, y pese a ser un sitio reconocido a nivel internacional como destino turístico, su infraestructura era bastante decadente por decir algo. El centro de la ciudad y sus partes circundantes mostraban una arquitectura baja y de tendencia retro que le daba cierta belleza. En los años de auge se había creado diversos bulevares y mercados para satisfacer la creciente demanda de visitantes que venían atraídos por las hermosas playas de blanca arena y el sol dorado sobre el océano azul. Los edificios más altos, que eran escasos, no superaban los 5 pisos en general siendo los más comunes de dos plantas y que en su mayoría eran las casas de la población. Las avenidas principales servían como arterias que permitían la diversificación a calles aledañas donde había kioscos públicos y grandes parques, así como algunas estatuas y monumentos de escaso interés.
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Editado: 20.07.2018