La oscuridad al fin se había cernido sobre la ciudad y hordas de pesadillescas criaturas poco a poco empezaban a verse por las calles, algunos eran verdaderas legiones de espantos, pues los grupos eran de diez o más individuos mientras que otros eran apenas 5,4, 3 o 2.
En algunas casas de luz titilante y adornadas con telarañas y espantajos, grupos de amigos se preparaban para darse un festín con platillos como "cupcakes de cerebros" o "Pasta de gusanos" acompañadas con su "levanta muertos" que variaba dependiendo del encargado de mezclar los alcoholes en cada lugar pese a que el crepúsculo hacia poco que había caído.
Sentados en una banca del parque enfrente de su objetivo y alumbrados únicamente por un solitario farol, un elfo y un dos caras esperaban pacientemente en tanto el número de seres en las calles que rodeaban el parque iban en aumento y ambos empezaban a aburrirse.
Al estar a punto de salir de la mansión, se habían topado con los padres de Joshua que irían a su respectiva fiesta en el hotel y los habían invitado pero dejaron de insistir al ver que al parecer ya tenían planes, cosa extraña pues suponían que su hijo se quedaría en la mansión y le habían preparado un disfraz de Drácula y varias bolsas de dulces para que pudiera recibir a los escasos visitantes que podrían llegar. Al escuchar eso, Jeth pensó en llevar los dulces en un saco harapiento y al mismo tiempo, usar la negra capa para completar su traje.
El dos caras yacía parado bajo la luz vestido totalmente de negro acentuando un aspecto macabro a la escena si no fuera porque su elfico compañero que se había quedado dormido luego de poco más de hora y media de espera usando el saco de dulces como almohada.
Parecía asombrado ante el despliegue de aquella fiesta extranjera que había logrado colocarse en el inconsciente colectivo de las personas. Aun así, los muchos altares y calaveras del día de muertos nacional resplandecían bajo las velas en cada casa incluida en la que era su objetivo demostrando que las costumbres y tradiciones más arraigadas aún no habían desaparecido y pensó en las palabras del anciano artesano que había conocido esa tarde; "Solo la muerte permite al hombre comprender en todo su alcance la experiencia de la vida".
Pensó en aquella frase y lo que significaba para sí, solo ahora que tenía otra oportunidad podía comprender la importancia de vivir, sin embargo, la gente no parecía valorar realmente sus vidas hasta que ya era tarde, hasta que ya estaban de pie al borde del oscuro abismo, solo unos pocos habían podido comprender en escasos momentos lo que no habían podido comprender en toda una vida, entre ellas, que el dinero no lo era todo.
Divagaba en eso cuando por fin vio movimiento en la casa en donde mantenía la vista y eso lo devolvió a la realidad despertando a su compañero para que se pusieran a cubierto ante el trió que empezaba su recorrido. Usando una caricaturesca mascara de esqueleto y un traje negro con huesos y tenis blancos, el niño apresuraba a una pequeña catrina de sombrero ancho de un color rojo y con flores artificiales al igual que su vestido con detalles negros y zapatillas puntiagudas, su pequeño rostro tenia coloridos diseños alrededor de sus ojos y mejillas sobre un maquillaje blanco que le daba un aspecto adorable en vez de aterrador.
La figura mayor hacia honor a su personaje; pálida, con largos y anchos pliegues de tela negra que caían sobre sus manos y piernas y con una actitud de indiferencia que no podía ser fingida, posiblemente por haberle frustrado sus planes de aquella noche, la Morticia se acomodó el cabello negro y hecho a caminar con sus escuálidos acompañantes adelante al tiempo en que abría su bolso y sacaba un teléfono celular Nokia 3210 amarillo.
El tiempo transcurrió sin novedad conforme avanzaban por las calles, quedándose atrás mientras el par de esqueletos pedían calaveritas solos o acompañados por otros engendros que igual habían arrastrado a sus mayores, la Morticia conversaba por celular que bien pudiera haber sido confundido con un ladrillo siguiéndolos cuando cambiaban de casa sin darse cuenta que los seguían de cerca y de una manera casi obvia decenas de metros atrás.
Al comenzar a seguirlos, Jeth había tenido la brillante idea de regalar algunos dulces para disimular sus acosos y al principio resultaba perturbador que una figura negra se acercara a algunos niños cargando un saco, pero al darse cuenta de que eran dulces y de una clase muy codiciada, varios grupos comenzaron a seguirlos para que les dieran unos cuantos en sus calabazas quedando insatisfechos cuando el dos caras les negaba que agarraran más con su perturbadora expresión.
La cosa no ayudo mucho cuando varios niños y no tan niños vieron al elfo vestido de verde con indiscutible realismo, en verdad se trataba de un traje bastante bueno como había dicho su compañero, ya que muchos pedían una foto para el recuerdo no sin antes escuchar el ya monótono "¡No mames guey, es Zelda!" en el mayor de los casos y dos caras no pudo evitar sentirse decepcionado pues cuando había llegado la gente parecía huirle por vestir de tan extravagante manera a la que estaba tan acostumbrado, pero al tratarse tan solo de esa noche se había convertido en algo glamoroso, y más aún cuando se veía obligado a sacar la espada con el filo blanco que dejaba impresionados a los grupos que continuamente se formaban sin que se olvidaran de seguir a sus objetivos.
#23417 en Fantasía
#9381 en Personajes sobrenaturales
#32370 en Otros
#4480 en Aventura
Editado: 20.07.2018