La Supervivencia de los Ocho Peones (libro 1)

Capítulo 18

-No le digas a Alida, - susurró Cai al oído de Kháli cuando comenzaron a caminar. Le mostró unas monedas que tenía en su mano.

-¡¿Robaste?!- pero Kháli se sentía más bien divertida que escandalizada.

Cai se encogió de hombros. - Nadie nos ofreció dinero.

Ella se dio cuenta que era cierto. Muy extraño, pues sí tenían habilidades y podían esconderse y buscar a los Peones, pero también necesitaban comer y movilizarse. ¿Por qué Julian no habría pensado en ello? Quizás los Guerreros tenían una forma diferente de hacer las cosas, pensó con un poco de intriga.

Cai decidió comprar un frasco de agua pura para cada Peón. El dueño de la tienda les indicó que había escaso transporte para el cementerio y que les resultaba mejor caminar.

Eso hicieron. 

El sol brillaba y quemaba sin compasión, el poco viento que había sólo servía para arrastrar polvo a sus zapatos y llevarlo también a sus ojos y boca, no los refrescaba ni un poco. El agua era de poco consuelo, ya que de tanto calor había perdido su frialdad rápidamente. No había brisa, ni sombra pues no había casas ni árboles. Los rodeaban tan solo kilómetros de césped seco y tierra. Otra desventaja era que en realidad estaban en una montaña, por lo que tenían que caminar cuesta arriba y eso les exigía más esfuerzo. El sudor corría por el rostro de todos.

Reff fue el primero en notar que a pesar de las circunstancias, ellos seguían con la misma energía con la que habían iniciado. - ¿Ya te percataste? - le preguntó a Kháli.

-¿De qué? - ella miró al resto sin comprender a qué se refería. Vio a Cai pendiente de la conversación.

Reff inhaló, disfrutando del aire libre. - Mi hermana y yo no podemos pasar más de diez minutos bajo el sol, pues sufrimos de insolación.

Kháli miró a su alrededor preocupada, - pero hemos estado caminando por más de veinte. Él le sonrió. - ¡Oh! ¡Quizás sea la resistencia de ser Guerrero!

-¡No se confíen o pronto intentarán detener balas con su cuerpo! - advirtió Cai.

-Ay, no exageres. Aunque la piel de esos gemelos sí se ve lo suficientemente gruesa…

-¿No es hermosa?, – preguntó Jim refiriéndose a su yegua como hipnotizado por ella.

Nadie respondió de inmediato, Kháli buscaba en su cabeza alguna respuesta que no ofendiera a Jim y que tampoco fuera una mentira.

Cai bufó. -Es horrenda.

-¡Cai! – regañó Kháli.

-Es la verdad. 

-No me sorprende que tú digas eso, - Jim alzó la barbilla, – y no me importa. Yo tengo un caballo y tú no. - Kháli jamás lo había visto tan feliz. - ¿Qué dices tú, Kháli? ¿Verdad que es adorable?, – acarició el hocico de su potra quien relinchó en deleite.

-Pues es…es…-tartamudeó ella,– Es…Se ve muy dulce.

Jim aprobó con alegría esa respuesta.

-¿Por qué no vas sobre ella?, – sugirió su amiga. -Te cansarías menos.

Él miró inseguro al resto. -Me sentiría mal si soy el único que no voy caminando, además temo agotarla.

Cai rodó los ojos. -Un caballo es para montarlo.

-No es un caballo, es una yegua. Además, siempre he creído que los humanos no deberían aprovecharse de ellos, también tienen vida y sentimientos.

-Es tan solo un animal.

-¡No le hagas caso! – exclamó Jim hablándole a la potra y aplastando sus orejas con las manos sin mostrar siquiera un poco de asco al tocar la oreja podrida. Susurró: – Sé que no debemos atacarnos entre compañeros, pero yo entendería si lo mordieras.

-¡Te escuché! - Cai se alejó discretamente del animal.

-¿Cómo vas a llamarla?, – preguntó Reff.

-Lo he estado pensando…. Quiero un nombre que muestre su personalidad.

Cai quería estirarse la piel de la cara de la exasperación.- ¿“Personalidad”?

Kháli hacía de todo para reprimir la risa.

Jim lo ignoró. -¡Ya sé! ¡La llamaré Daphni!  

 -¿Daphne? Le queda bien.

-No Daphne, Daphni

-¿Por qué Daphni?

-Me gusta más.

Kháli quería seguir con la plática, pero notó que Cai se había detenido. Estaba esperando a Reff y sobretodo a Diana quien caminaba despacio. Kháli sintió un atisbo de impaciencia.

-Jim, ¿por qué no dejas que Diana vaya sobre Daphni? - sugirió, sus ánimos subiendo con su propia idea.

Jim estuvo de acuerdo, Reff guió a su hermana hasta la potra, cuando Diana extendió su mano para sostenerse de Daphni, la yegua relinchó y pataleó violentamente haciendo que todos se alejaran de ella con excepción de Jim quien le urgió que se calmara tratando de hablarle dulcemente y acariciándole el hocico.

-Por alguna razón, Diana no le agrada mucho, – musitó Jim.

-Quizas solo le agradas tú, - sugirió Kháli quien se había sentido un poco satisfecha al ver que la potra reflejaba su impaciencia.  



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En el texto hay: romance, batallasepicas, romance drama aventura

Editado: 01.05.2024

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