Acacia llora desconsoladamente en mi hombro. Hace años que no pasa esto.
Siento como si hubiésemos vuelto en el tiempo, a cuando Cas tenía cinco años y yo siete, ella siempre venia a mi cuando algo malo pasaba. Recuerdo vívidamente esa vez, que estábamos con Hunter y Cameron afuera de la cabaña en el bosque que nuestras madres habían alquilado por el fin de semana. A Cas se le dio por correr a lo salvaje en el el bosque porque estábamos jugando. Se cayó de bruces y se lastimó todo el rostro. Hunter y Cameron salieron corriendo asustados por la sangre, mientras que yo me quedé con ella. Le dije que todo iba a estar bien, aunque básicamente tenía ganas de largarme a llorar ahí con ella, no lo hice. Porque sabía que si yo lloraba también, solo iba a empeorar la situación y hacerle creer que todo es mucho más grave de lo que realmente es. Así que me resistí. Al igual que estoy haciendo ahora, pero no. Es vez no tengo ganas de largarme a llorar. Tengo ganas de ahorcar a Hunter con mis manos.
—Si me dijeras que te dijo... —murmuro acariciándole la espalda. Estuvo silenciosa como una tumba desde que llegamos a casa.
Se separa de mi. Su cabellera rubia está hecha un completo desastre, su maquillaje está corrido y sus ojos hinchados de tanto llorar. Me parte el corazón verla así.
—No.
—Vamos, Acacia. No lo defiendas, sabes que de todas formas le haré daño.
—Lo sé.
—¿Y entonces? —inquiero casi con aburrimiento.
Aprieta sus labios en una línea , estando insegura sobre decirme la verdad o no. Espero paciente.
—Es que creo que lo que me dijo, no iba para mi... Era para ti. Me miraba a mí, pero todas sus palabras iban dirigidas para ti. Supongo que soy el mensajero y no quiero que te sientas mal —murmura ella.
Respiro profundo. Thompson debería empezar terapia. Presiento que le haría bien.
—Acacia, llevo toda una vida de riñas con Hunter. Me dijo cosas que no sabía que existían. Puedo con esto y más. ¿Qué te dijo?
Resopla y vuelve a acurrucarse conmigo.
—Me dijo que no merece mis malos tratos. Algo sobre mi.. tu humor de perros. Pero es como si la mitad me lo dijera a mí y la otra parte se refería a ti. Me dijo que no me merecía a su hermano, que no era lo suficiente, que él solo jugaba conmigo.
Oh, Cassie. Se refería completamente a mí. No estamos hablando de su hermano Cameron, pero del otro que es su mejor amigo.
—Bueno, mejor dejémoslo así —aclaro mi garganta—. Vamos a dormir. Es mejor que terminemos esta noche del infierno.
Ella asiente.
Nos levantamos del sillón de la sala de estar, agradezco que mamá haya salido con Teresa esta noche. Si veía que Acacia volvió llorando de la fiesta, es capaz de prender en fuego mitad del Estado con tal de averiguar quién le hizo daño a su ricitos de oro.
—No quiero oír un ruido en tu habitación —le digo haciendo referencia a Cameron. El cual me entere que suele colarse a la habitación de mi hermana por las noches.
—No va a pasar —me asegura.
Le sonrió con ternura, hace mucho tiempo que no tenemos este tipo de momentos. Acacia aprovecha el silencio para acercarse a mí y darme un último abrazo.
La rodeo con mis brazos.
—Gracias —murmura contra mi hombro.
—Siempre estaré para ti. Nunca lo olvides, Cassie.
***
Siento la brisa golpearme el rostro con más fuerzas a medida que aumento la velocidad de mis piernas.
Sonrío al aire, sintiéndome bien, llena de adrenalina y divertida. La arena ya no es molestia hace dos kilómetros y la vista de la playa es impresionante El vaivén de las olas es capaz de hipnotizarme.
Creo que la playa es mi sitio en el mundo. Es decir, me crié cerca, acostumbrada al relajante sonido de las olas chocar entre sí y a veces contra las rocas.
Extraño un poco el verano, y todo el tiempo libre que tenía para venir a pasar tiempo aquí.
Desde que tengo memoria, papá y mamá nos llevaban a la playa. Ya sea para comer, relajarnos, jugar, lo que sea. Era lo mejor del mundo. Esperaba con ansías toda la semana para pasar tan solo unas horas aquí.
Lo hicimos hasta que mis padres se separaron y dejamos de hacerlo.
Tengo ganas de resoplar. No puedo hablar de mi pasado sin mencionar a los Thompsons. A veces ellos nos acompañaban.
Cameron y Acacia jugaban con otros niños que conocían por ahí, mientras que el anormal de Hunter y yo nos peleábamos. Nos lanzábamos agua, arena, insultos... pero en ese momento era diferente, luego terminabamos riéndonos y compartiendo un helado. Nunca dijimos ser amigos, pero sabíamos que lo hacíamos por diversión. Hasta que el idiota decidió tomar mi corazón y romperlo.
Aunque no haya sido la gran cosa, se sintió horrible y bueno, las peleas se volvieron más en serio, las bromas crecieron mas y mas, y la tensión era bastante obvia. Hace poco tiempo, entramos en la fase de "te ignoro, tú me ignoras" pero no está durando mucho.
Llego a casa, con la respiración agitada. Bebo de mi botella de agua sin detener la música que sale de mis auriculares. Correr no es bailar, pero algo es algo.
En el porque, me quito los auriculares y detengo la música. Mi gusto culposo es que me gusta correr con Pitbull de fondo.
—¡Juliette! —exclama ¿Becky Halbrook? ¿Qué está haciendo aquí?
Giro sobre mis talones. Tiene su cabello en una coleta, vaqueros ajustados y un top negro que le queda demasiado bien.
—Becky, qué sorpresa. ¿Qué te trae por aquí? —le pregunto con la voz entrecortada porque sigo intentando recuperar el aliento.
—Iba a casa de Hunter y te encontré aquí. Así que pensé en saludarte.
Asiento y estoy muy segura de que puse una cara de odio inmensa, porque Becky retrocede. Rápidamente intento recomponerme. No quiero que piense que la odio. Para nada. Es solo que mencionan a Hunter y mi mal humor crece notablemente. Odio que con solo oír su nombre consiga cambiar mi humor.