La Última Sombra

15. Crudas Verdades

 

—Sé que esto es nada en comparación de lo que han hecho por Newhope —dijo Argella mientras los acompañaba a la salida de la Mansión Blake.

—La Organización de las Diez Sombras acepta misiones, no importa cuán peligrosas sean, así que no tiene nada de lo que preocuparse, mi señora —respondió con amabilidad Layla.

—Comprendo que sea vuestro trabajo —agregó Argella con una radiante sonrisa, al verla allí, Kaebu volvió a dudar de haber tomado la mejor elección. Argella ciertamente era una mujer muy hermosa y atractiva, también le había asegurado que continuaba siendo fértil. Todo lo que ella le ofrecía era un mundo si no bien del todo feliz, era lo más cercano que estaría de ello. Por desgracia, no le ofrecía lo que quería, sus recuerdos, sus vivencias, sus verdaderos pensamientos, el recordar amigos y padres—. Aun así, me gustaría que aceptaran este obsequio como muestra de su gran valor para cumplir con la misión.

Justo en ese momento, dos guardias se adelantaron y les ofrecieron una maleta plateada a cada uno. Kaebu compartió una mirada con Layla, ambos sabían que había dentro de aquellas maletas.

—Han sido reparados —dijo Argella con una sonrisa—. Y a mí pensar, creo que les puede ser de utilidad en el futuro.

—Yo...

—Es un placer para nosotros el aceptar vuestro obsequio —le interrumpió Kaebu, estiró la diestra y tomo la maleta ofrecida, sus ojos azules se movieron y clavaron en Layla quien terminó por aceptar la maleta.

—Una vez más os agradezco todo lo que habéis hecho por Newhope —exclamó Argella—. Y os deseo que tengan un buen viaje de regreso.

—Si no es una indiscreción, mi señora —Argella tuvo que detener su girar ante las palabras de Layla, movió sus verdes ojos y los clavo en la rubia, al parecer interesada por lo que podía decir—. Me gustaría saber, ¿Qué harán con vuestro tío?, si no puede decirlo, lo comprenderé, mi señora.

—No hay ningún secreto que ocultar —dijo Argella al tiempo que formaba una nueva sonrisa—. Mi tío Emerald será llevado frente a mi padre, será él quien decida su destino.

—Lo comprendo, le agradezco vuestra confianza, mi señora —dijo Layla con los labios apretados.

—No tienen nada de qué preocuparse —explicó Argella al entender la incomodidad que aquejaba a Layla—. Os aseguro que mi tío jamás volverá a cruzarse por vuestro camino, eso corre de mi cuenta. Y si me disculpan, tengo asuntos que atender.

—Por supuesto. Os agradecemos todas vuestras atenciones —respondió Layla con tranquilidad. Argella se inclinó un poco, se dio media vuelta y se alejó por aquel camino de piedra.

Kaebu dejó escapar un suspiro, ahora que todo había terminado, podía tomar aire sin sentir que lo estaba robando. Sin más, se dio media vuelta y emprendió su caminata hacía la salida de la Mansión Blake.

—¡Kaebu, espera, por favor! —cruzaron las enormes puertas cuando escucharon las palabras. Kaebu se detuvo, miró fijamente a Layla, sin más, giró encontrándose con una Jane que tenía que correr para darles alcance, Kaebu volvió la mirada hacía su compañera.

—En un momento te alcanzo —dijo, Layla miró a Jane quien estaba a unos cuantos centímetros, asintió con un movimiento de cabeza y comenzó a caminar, estuvo lo suficientemente lejos para oír nada cuando Jane llegó junto a Kaebu.

—Pensé... que no... te detendrías —dijo jadeando. Su vestimenta no podía ser más diferente, lucía un hermoso vestido con estampados de flores rojos que le llegaba hasta las rodillas, se agitaba un poco debido al viento, llevaba los brazos desnudos, el cabello suelto pareciendo un mar de oro.

—¿Por qué no lo haría? —preguntó con seriedad. Jane tomo un largo respiro, hasta que consiguió dejar de jadear, se irguió cuan alta era y le miró fijamente, sus ojos azules lanzaban un brillo especial, Kaebu noto que llevaba un poco de maquillaje.

—Después de lo que nos dijimos en el camarote, me imagine que lo que menos que querrías sería verme otra vez —exclamó con un poco de temor en sus palabras, o acaso era tristeza, a Kaebu le costó demasiado identificar cual era realmente.

—¿Por qué?, en aquella ocasión tan solo dijiste la verdad, nunca llegamos a ser nada, tan solo fue sexo —expresó Kaebu apretando un poco más su maleta plateada.

—Yo... —Jane se adelantó unos cuantos pasos, poso sus dos manos sobre los hombros de Kaebu, estuvo lo suficientemente cerca para que lograra oler su loción floral—... quiero que sepas que realmente no me acerque a ti porque eras bueno en el sexo. Me acerque a ti, porque eras diferente a todos los demás, me mirabas sin odio, me tomaste sin rencor, me hablabas con tranquilidad, si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias, estoy segura que podría haber funcionado.




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