La única excepción

Capítulo 6

―..solo tienes que restar esto para luego dividirlo, juntarlo con la equis y luego cancelarlo. Eso es todo ―le explico, jamás había conocido a alguien tan cerrado como Ihan, era la sexta vez que le explicaba la resolución de una ecuación. Y vaya que se lo tomaba muy en serio, pero casi no me entendía―. ¿Lograste pillarlo?

―Lo tengo... ―sonrío por su respuesta―. Creo ―dejo de hacerlo y le golpeo la cabeza.

―¿Qué? ―se queja―. No es mi culpa que no sepas explicarlo.

¿Qué? No lo dijo, por supuesto que no lo dijo.

Mi cara furiosa lo debió poner en alerta, porque se corrigió.

―Es decir... lo haces muy bien... es solo... solo...

―Cállate, Ihan ―me dejo caer derrotada sobre la silla.

Llevo más de una hora explicándole el mismo problema de seis maneras distintas y ni en así logra comprender. ¡Hasta lo intenté hacer con palillos y lápices!

Resoplo y ahora apoyo la barbilla en mi mano, mientras observo a los demás chicos estudiar en la biblioteca.

Un pitido llama nuestra atención. El celular de Ihan suena y vibra sobre la mesa, indicando un nuevo mensaje.

Me mira expectante durante unos segundos, buscando mi aprobación.

―Responde ―muevo la mano con desdén y me dedico a mirar los libros que están sobre el estante de enfrente.

Toma el móvil y empieza a teclear, suspiro aburrida, buscando algo interesante qué observar, hasta que mis ojos se detienen en la pantalla de su móvil, y en letras pequeñas veo el nombre del contacto con el que habla ‹‹Connor››.

Entonces, recuerdo todo. Ambos juegan en el equipo de hockey y ya lo había olvidado.

Ihan suspira y guarda su celular en el bolsillo delantero de su pantalón, para luego mirarme con una disculpa.

―Al parecer hay entrenamiento. Me tengo que ir. Pero... podemos seguir estudiando luego ―su mirada espectante busca una segunda aprobación de mi parte. A veces me siento como su madre.

―Está bien, y ya encontraré una forma mejor para explicarte ―chasqueo la lengua y lo veo recoger sus cosas.

―De acuerdo. Pero ten presente que eres buena con lo que haces, yo soy el tarado que no entiende.

Sonrío y besa mi cabeza antes de salir corriendo por el pasillo y ser reprendido por la bibliotecaria.

Tomo mi mochila que está en el piso y me dispongo a marcharme, no sin antes darle un vistazo a los libros de ciencia ficción que están junto a la ventana.

Los miro apilados en orden, hasta que uno llama mi atención.

―Este se ve bueno ―susurro para mí misma mientras lo saco y observo la portada, luego lo giro para leer la descripción.

Interesante...

Por alguna razón, miro por la ventana.

Madi se encuentra con un chico rubio, alto y fornido, pero está de espaldas a mí, así que no puedo ver su rostro.

Decido llevarme el libro, registrarlo con el carnet estudiantil y salir de allí.

Tengo la lección libre y aún falta mucho para la siguiente, por eso, no me preocupo.

Camino por el pasillo hacia el campus, topándome con algún que otro estudiante por el pasillo.

Me pregunto quién será.

Al salir, veo a la rubia con una sonrisilla en la cara, mientras camina en mi dirección y sin percatarse de mi presencia.

―¿Qué te trae tan alegre, Madi? ―pregunto ladeando la cabeza.

Levanta la vista y sus ojos me miran sorprendidos. Desde luego no esperaba que los hubiera visto.

―¡Es Chase! ―chilla acercándose con rapidez.

Me llevo la mano a la frente mentalmente, lamentándome por el nuevo amor de mi amiga y ya haciéndome a la idea de cómo terminará. Sin embargo, decido no decir nada.

―Cuéntame ―pido, mientras enreda su brazo con el mío y caminamos de vuelta hacia Hastings.

―Quiere que salgamos ―me susurra, denotando su emoción y sin poder evitar sonreír.

―¿Y? ¿Qué le dijiste?

―Que sí. No le iba a decir que no, en realidad, ni siquiera tuve que pensarlo.

Bofetada mental para Madi.

―Ya ―chasqueo la lengua―. ¿Cuándo saldrán?

Sé que hemos hablado de este tema miles de veces, a como también sé que no me escuchará ni a las demás chicas, ni siquiera a su mejor amiga, por eso hemos desistido de decirle lo que pensamos, aunque ya sabe todo respecto a ello. Nosotras solo nos limitamos a escuchar y listo.

―Este Viernes.

Asiento, pensativa. El viernes. Espero que todo vaya bien y no como lo estoy pensando.

―Bien.

―¡Chicas!

Las dos giramos hacia atrás, encontrándonos con Sam.

―¡Hey! ¿Acaso no tenías clases? ―pregunto, mientras se arregla los rizos.

Nop ―dice empezando a caminar a nuestro lado―. ¿Quieren ir a ver el entrenamiento del equipo de hockey?

―Más que querer verlo es por Nick por quién quieres ir. ¿Me equivoco?

Madi ríe por lo bajo al escuchar mi comentario y Sam se encoge de hombros.

―Tal vez.

Aunque no hace falta decirlo, la respuesta es sí. La conozco.

Nos encaminamos hacia la pista de hielo. Entramos en silencio, con cuidado que las puertas blancas y con pequeñas y rectangulares ventanas horizontales no haga ese típico eco al cerrarse, y así llamar la atención indeseada y nos saquen de aquí.



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Editado: 16.06.2018

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