Me levanté de mi cama aún un poco somnolienta, caminé hasta encontrar en el baño. Abrí el caño para lavarme la cara y las manos. Al terminar cerré el caño, levante la vista al espejo para verme la cara, pero me topé con su rostro sonriendo detrás mío. Cerré los ojos de nuevo y me los froté lo más fuerte que podía sin lastimarlos en el proceso. Los volví abrir y él seguía ahí.
—No creas que haciendo eso me borraré de tu vida—dijo él ofendido.
—No pierdo nada intentándolo—dije saliendo del baño después de haberme secado la cara—. Nota personal, quinto intento y él sigue aquí.
—Tampoco me iré, es hora de que te acostumbres a mí. No puedes seguir haciendo eso cada que te levantas, me lastimas—hizo un puchero con su boca.
Me tiré de cara en mi cama esperando que esto no sea real.
Déjenme resumirlo. Desde que se cayó del árbol en mi espalda, que por cierto aún me sigue doliendo. Él sigue conmigo.
Mejor regresemos cinco días atrás.
—¡Ah..., mierda eso dolió!—me quejé adolorida después de sentir todo su peso caer en mi pobre espalda.
—Lo siento, no quería caer así—dijo en un ademán de levantarse.
Rodó hasta salir de mi espalda y quedar todo su peso en la vereda de la calle.
—Asa—habló aún adolorido.
—Hall—respondí.
—Te pido perdón otra vez, no quería caer así—dijo incorporándose.
Me ayudó a pararme del suelo. Me sacudí el polvo que había es mi pantalón y sudadera.
—¿Qué hacías ahí?—pregunté señalando el árbol de donde él había caído.
—Quería hacer una buena entrada, pero cuando me di cuenta que no me escuchabas y que ya te estabas alejando quise bajar rápido y bueno... el resto ya lo sabes.
—¿Buena entrada?, ¿a qué te refieres?—pregunté.
—Oh, sí—chasqueó los dedos en señal de haberse acordado el porqué estaba ahí—. Soy tu espíritu.
Ambos nos quedamos en silencio. Lo miré por un momento para ver si me tomaba el pelo, porque eso de espíritu, mis pelotas, y eso que no tengo.
Él mantenía su sonrisa amistosa mientras esperaba alguna reacción de mí.
Me reí nerviosa. Él frunció el ceño sin entender mi risa.
—Es la primera vez que pasa eso, normalmente me festejan, gritan, salen corriendo o hasta me patean, pero que te rías me sorprende mucho, ¿eso es bueno, verdad?.
Lo miré aun más incrédula, tiene que ser una broma ¿cómo que mi espíritu?, ¿acaso está muerto?
—Ehh.... ajá, sí, adiós.
Salí corriendo lo más rápido que mis pequeñas e inútiles piernas me lo permitían, alejándome lo más posible de él, pero no funcionó ya que al darme vuelta el me seguía el paso a la misma velocidad que yo. Hice un ademán de gritar pero él se dio cuenta y con una rapidez cuestionable, tapó mi boca.
—Y ahí está la reacción que esperaba—dijo hablando lo más bajo que podía cerca de mi oído—. Creí que mostrando mi forma humana reduciría eso, pero veo que me equivoqué.
Intenté sacarme su mano de mi boca y echarme a correr otra vez pero no era lo suficientemente fuerte para permitírmelo.
Continuó hablando.
—Voy a sacar mi mano de tu boca pero promete que no gritarás o quedarás como loca, ¿bien?—asentí con la cabeza.
Él saco su mano de mi boca y me apresuré a empujarlo lejos de mí.
—¡Ayudaaaaaaaa!—grité lo más fuerte que podía hasta que casi sentir que se sale mi garganta con todo y pulmón—. ¡Por favor!.
Él negó con la cabeza suspirando resignado.
Algunas luces de las casas que ahí se encontraban comenzaban a prenderse. Un señor salió en pijama, sus pantuflas de patito y un bate de baseball en la mano.
—¿Qué pasa, estás bien?—preguntó aún adormilado.
Seguido de el salió una señora que supuse que era su esposa y un chico de aproximadamente mi edad que supuse que era su hijo, ya que los tres compartían la misma cabellera rubia.
—Ayúdeme por favor ese chico me está siguiendo—señalé a Asa con mi dedo índice dándome cuenta que mi voz salía un tanto nerviosa.
Él señor volteó a ver a su esposa con el ceño fruncido la señora solo se limitó a encoger los hombros mientras que el chico inclinaba ligeramente la cabeza mirándome con, ¿pena?.
Espera, ¿qué?...
El chico se acercó a su papá susurrándole algo y él asintió en comprensión.
—Creo que tomaste mucho—habló tan lento ya que pensó que si hablara normal yo no sería capaz de entenderlo—. Ahí—señaló el mismo lugar donde yo había apuntado—, no hay nadie.
Volteé violentamente a donde estaba Asa y él aún seguía ahí. Él alzó su mano saludándonos con una sonrisa divertida en su rostro.
—¿Cómo que no está?—pregunté ofendida—. Ahí está, mírenlo, se está burlando de mí.
La señora aflojó su cejas mostrándome una cara de pena. Se acercó a mí y rodeo sus brazos en mi cuerpo abrazándome.
—Tranquila, todo estará bien—su voz llena de dulzura, una que solo podías escuchar de una madre, hasta logró hacerme olvidar de lo que hacía por un momento, pero luego recordé que me miraban como si estuviera loca.
Me separé de ella con suavidad para no espantarla. La miré haciendo los ojitos del gato de Sherk.
—¿De verdad no lo ve?.
Ella negó con su cabeza.
—¿Quieres que llamemos a tus padres?—ofreció el señor.
—¡No!—grité un tanto asustada llegando a asustarlos—, estoy bien, gracias.
Miré a mi alredor y había algunas personas en sus ventanas disfrutando el espectáculo.
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Editado: 16.01.2021