La velocidad del vacío

| Dos |

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Si le preguntas a alguien cuál es el primer recuerdo que tiene, ¿Podría decirte cuál es? Y aunque te lo dijera, ¿Podría estar seguro de que así es, y que en realidad no está confundiendo el tiempo? Digo, porque los recuerdos de las personas comienzan a formarse desde que nacen, y cuando eres realmente consciente es cuando los retienes, por lo que es un poco difícil decir a ciencia cierta que realmente es tu primer recuerdo.

Sin embargo cuando alguien me lo pregunta a mí, yo si estoy completamente segura de cuál es el mío.

Recuerdo que estaba en blanco, en un blanco completamente real. Sabía hablar, pero no sabía que decir, porque ninguna persona de las que estaba delante de mí era ni siquiera un poco familiar. Y me miraban como si ellos tampoco me conocieran. Entonces soltaron mi nombre y comenzaron a decir muchas cosas; fue cuando me di cuenta de que no sabía si me hablaban a mí, porque no recordaba mi nombre.

Lo que sigue después no es más que confusión. Ni siquiera sabía por qué estaba allí, ni quien yo era. Todo, absolutamente todo tuvieron que explicármelo, y desde entonces mi vida inició de cero. O para mí, simplemente inicio.

No soy una persona mañanera, para nada. Por las mañanas no soy capaz de hablar, no puedo realizar acciones que requieran de un gran pensar, ni mucho menos puedo coordinarlas. Eso de las películas en que los protagonistas se levantan con la luz solar, musiquilla sonando de fondo y tiempo de sobra para poder desayunar con una sonrisa en la cara, no existe. La realidad es que uno se despierta con ganas de morir, afuera lo único que te ilumina es el foco frente a tu ventana que no te deja dormir por las noches, y un silencio que te inspira a volver a tu cama. De hecho, tienes que correr a calentar una tostada mientras buscas cosas por toda la casa y al final sales atragantándote con la masa y cerrando la puerta con la mano libre.

Lo peor es que elegí vivir en un lugar con todo el frontis hecho de ventanales. Es asombrosamente increíble la vista que me deja hacia el mar, y todo en i departamento es genial, realmente me encanta poder mirar al exterior desde cualquier parte, sin embargo de igual forma la luz asoma en el mismo instante que el sol comienza a salir.

Me levanto algo gruñona y avanzó por el corredor para llegar a las escaleras e ir al segundo piso con Sasha siguiéndome las pisadas a saltitos, como si aún fuera un cachorro de 2 meses y no un Samoyedo bestia de un año. Sirvo su comida, tomo mi ducha diaria y vuelvo a mi habitación con un vaso de jugo, pero no con menos sueño.

Sumado a toda la mierda matutina, está el hecho de que miro mi teléfono celular cada mañana para revisar las notas que hice la noche anterior e informarme de lo que tengo para el día. Recordarme, más bien.

Tengo algunas notas de los días anteriores con cosas simples como el guion de cada día y quienes serán los chicos con los que trabaje. Me recuerda la última vez que llame a mi padre y si hay algún trámite pendiente. Justo en lo último de ayer está el recordatorio de Daxwell va a guiarme hasta el set 3 para la grabación.

Recuerdo su cara, es lo único de mi memoria que mejor funciona, pero si no tuviera la nota, no recordaría su nombre.

El largo cabello color caoba me llega a la cintura, y si no tuviera risos en las puntas podría incluso ser más largo, por lo cual tomó los mechones de los costados de mi cara con un gancho hacia atrás, y así evitar que estorben yéndose al frente durante el día. Elijo una camiseta sin hombros, jeans hasta la cintura y unas unas zapatillas blancas bajo un abrigo de rayas que me llega a las rodillas. Algo completamente diferente a lo que llevaba ayer. Suelo vestir formal la mitad del tiempo, porque lo que recuerdo de vida, va girando en torno a muchos eventos, prensa, reporteros y fans listos para tomar una foto en cualquier mal momento. Y no solamente por ser una escritora, sino también por tener el codiciado apellido Cashworth. No es que no me guste, pero creo que la verdad tacones para un día de trabajo donde vas de aquí para allá sin descanso, no es de las mejores ideas.

Suena el tono de mi teléfono y antes de que lo mire, sé que es Brynn. No estoy tarde, pero a ella no le importa en lo más mínimo; siempre será tarde si no estoy de pie frente a la acera cuando ella se detiene allí. Me doy vuelta y le piso la pata a Sasha. Su llanto me deja plantada en el techo.

—¡Joder, Sasha!— la reprendo, pero instantáneamente me siento el peor ser humano del mundo, y tengo que agacharme a acariciar su patita.

No es mi culpa, porque es ella quien se acuesta en cualquier parte, pero al final me siento tan culpable, que termina siento mi culpa.

Suena el teléfono por segunda vez, y con el dolor de mi alma me obligo a apartarme de ella. Suelto un suspiro de frustración, y bajo hasta el primer nivel tomando mi bolso y los papeles que suelo llevar en la mano. No es tarde, pero para Brynn siempre lo será si no estoy donde ella quiere a la hora que ella está. No importa si llega antes de hora.

—¿Que hay?— saluda cuando abro la puerta. Clava sus ojos verdes en mí, pero rápidamente se voltea al frente. Comienza a andar en cuanto cierro la puerta. —Estuviste tarde.

—No, tú has llegado antes— me quejo, aun abrochando mi chaqueta.

—Que drástica.

—A veces eres realmente impaciente, ¿Lo sabes?

—Me lo dices una o dos veces a la semana— sonríe.

Me río también, porque creo que es verdad. Suelo decírselo, es malditamente impaciente, y debe ser que por eso es lo que es.

De cabello rubio, impactantes ojos verdes y curvas desbordantes, Brynn Overcuts salió al estrellato rápidamente. Cuando volví a conocerla después del accidente, estaba iniciando su carrera posando para marcas de moda, pero no creo que ella estuviera preparada para triunfar tan rápido. Se hizo conocida y codiciada por todos lados. Va de aquí para allá, de evento en evento sin detenerse. Su vida avanza malditamente rápido, y cuando se ve a sí misma sumida entre la calma, simplemente no sabe cómo sobrellevarla.




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