Sam
Y lo que empezó como una casualidad me tiene aquí, guardando la última maleta vacía después de acomodar todas las cosas, mejor dicho, mis cosas.
Hay quienes dirán que esto es apresurado, pero yo no lo creo. Hace un año se cruzó en mi camino una hermosa casualidad. Un hombre que llegó a demostrarme que el mundo puede ser hermoso.
Les conté a mis abuelos y ellos están felices porque yo lo estoy, jamás juzgaron cómo mal las decisiones que estoy tomando.
—Qué hermosa casualidad —Alguien se ha sentado a mi lado y ha puesto sus brazos sobre mi cuerpo, rodeándome.
Amo estar envuelto entre su cuerpo, sentir su aroma y aunque parezca estar tranquila por dentro me estoy muriendo de miedo. Esta nueva faceta es como lanzarme al vacío, porque desconozco por completo lo que encontraré o si alguien me sostenga.
—Amo encontrarme contigo.
Me pongo frente a él, mis manos van a su rostro, como la primera vez nuestras narices chocan antes de fundirnos en un beso.
Ese beso termina en la cama, sin ganas de querer separarnos.
—Gracias por amarme cómo me amas, no quiero que esto termine nunca.
Fernando no me responde con palabras, las acciones son la que hablan, me ama adorando mi cuerpo, besando mi alma y llenándome de caricias que me llevan al cielo.
Es nuestro primer día juntos, el primero de muchos.
Hasta ayer aún vivía con Alice; sin embargo, ya Fernando llevaba días diciéndome que nos mudáramos juntos, de todos modos ya llevábamos tiempo compartiendo espacio, a veces él estaba en mi casa y en otras era yo quien venía aquí.
Porque es verdad que desde la primera vez que estuvimos juntos, fue imposible que alguien nos separara.
Después de meditarlo mucho, al fin acepté. La universidad la terminé y aunque no fui una alumna destacada, puedo decir que me defiendo y que me siento lista de tomar las riendas de la empresa de mis abuelos.
Obviamente, no voy a llegar dando órdenes, aún quiero seguir aprendiendo desde la realidad. He llegado a un acuerdo con Mauricio y este me seguirá ayudando, a los ojos de todos, Samantha es una empleada más del corporativo.
—¿En qué piensas? —Soy yo la que pregunta al notarlo taciturno, incluso más que yo.
Ya en otras ocasiones lo he notado. Es cierto que no es posible ser felices en todo momento, que existen discusiones de pareja, malentendidos o desacuerdos, todo es parte de una normalidad que amo.
—Estoy recreando en mi cabeza las mejoras que quiero hacer en el bar.
—Todo un hombre de negocios, por eso te amo. —Sigo besándolo.
—Tengo que mantener a mi mujer y darle una buena vida.
Sus palabras no me gustan.
—Lo que dices no me agrada, no quiero que me mantengas, tampoco deseo lujos porque yo trabajo y puedo consentirte.
—No es necesario que trabajes, y si te digo que quiero darte una buena vida no es porque sea de esos hombres que tienen a sus esposas como trofeos, lo que quiero decir es que te amo lo suficiente como para querer cuidarte de todo, incluso de tu trabajo.
—No digas tonterías, además, el negocio de mis abuelos no puede seguir desatendido, ya va siendo hora de que me haga cargo.
—¿No puedo convencerte de lo contrario, verdad?
—Me conoces bien.
—A veces creemos conocer a las personas.
Otra vez ese sentimiento de tristeza en su voz, de este hombre, no conozco todo, más bien yo diría que conozco solo lo suficiente como ahora saber que deseo formar una familia con él. Pero si hablamos de familia, él conoce a mis abuelos, pero yo no a sus padres y hermanos. De ellos no se nada.
—Para eso es esto, conocernos mejor y seguir creciendo como pareja.
—Tienes razón, no pensemos en nada más y disfrutemos, hay que aprovechar que podemos gritar sin que nos callen.
Comienza a hacerme cosquillas, coloca su cuerpo encima del mío, un beso, una caricia hasta terminar en un apasionado encuentro.
Esta noche duermo abrazada al hombre que amo.
A la mañana siguiente empiezo con mis labores, aún permanezco en una nube. Desayunamos juntos y cada uno se va a sus respectivos trabajos para volver a encontrarnos por la noche.
Durante el primer mes ya nos terminamos de acoplar a la perfección, no hay quejas, solo disfrutamos de ese amor que nació y se ha ido fortaleciendo con las coincidencias y después con la convivencia.
No cabe duda de que el tiempo avanza a prisa y siempre hay que aprovechar cada instante con nuestros ser amado. En un abrir y cerrar de ojos estamos celebrando los primeros seis meses viviendo juntos. Cómo cada cumplemés Fernando me ha dicho en la mañana que me llevaría a cenar. Hice todos mis pendientes y termino antes para arreglarme como pocas veces lo hago, especialmente para él.
Cada mes él me prepara una sorpresa diferente y en esta ocasión estoy ansiosa porque no me adelantó nada; sin embargo, la hora pactada llega, pero Fernando sigue sin aparecer, me preocupo un poco cuando después de quince minutos de retraso y tras unas cuantas llamadas, no lo localizo.
Me levanto del sofá y comienzo a dar vueltas cual león enjaulado. Vuelvo a intentar marcar y nadie me contesta.
Y otra y otra vez hasta que marco al bar y su socio me indica que salió hace más de una hora. Entonces mi corazón comienza a latir desenfrenadamente, me preocupo.
Me vuelvo a sentar, desesperada por saber de Fernando.
Llamo a Alice, la única que puede apoyarme en estos momentos.