Después de mi conversación con la psicóloga necesito tiempo para pensar. Decido no ir a clases, igual no servirá de nada. Mi mente está llena de las palabras de Caroline, Amy necesita ayuda y para poder dársela yo necesito dinero. Estudiar no me dará dinero, trabajar sí.
—Dejaré la Universidad. —anuncio.
—¿Cómo? —El grito de mi amiga nos hace ganar unas cuantas miradas molestas a las que ella ignora por completo.
Ya tomé la decisión, dejaré los estudios y buscaré un trabajo de verdad, uno a tiempo completo que me permita saldar todas las necesidades de mis hermanas.
Sin embargo, a pesar de haber tomado la decisión necesito hablarlo con alguien que me apoye o que me impida hacer algo tan estúpido.
Sinceramente no sé cuál de las dos.
Por eso después de caminar hasta que mis músculos arden y mis pulmones no pueden más, termino en la cafetería en medio del turno de Megan, tratando de convencerla o convencerme de lo que es mejor.
—No puedes hacerlo. —Dice Megan con el ceño fruncido.
—Sí que puedo y lo haré. —digo con una seguridad que no siento para nada.
—Alexia, pero tu sueño siempre ha sido…
—Mis sueños dejaron de ser importantes hace mucho Megan —La interrumpo —y lo sabes.
—No, yo lo único que sé es que estás loca, estás llevando el sentido de la responsabilidad muy al extremo. —me reprende Megan.
— ¿Pero y qué se supone que debo hacer? Amy necesita ayuda, la psicóloga dijo…
—Ya sé lo que dijo —ahora me interrumpe ella. —y te entiendo. Yo también amo a Amy como una hermana sabes eso, pero tiene que haber otra solución, una que no implique que dejes de hacer lo que amas.
—Pues si la hay no la conozco aún. —digo en un tono de derrota y aparto la enorme taza de café que tengo delante de mí.
— ¿Y qué hay de tu padre? —Inquiere Megan.
— ¿Es una broma no?
—Tienes razón, chiste malo. —Dice mordiéndose el labio de forma pensativa —Pero no puedes dejar la universidad, si lo haces también tendrás que dejar las prácticas.
—Exacto, eso me daría más tiempo para trabajar. —Insisto tratando de convencernos a ambas.
—Me niego a eso. Mejor seamos prácticas y pensemos en una solución de verdad. Dame un momento.
Megan se aleja para atender a una pareja que termina de entrar en la cafetería. Parecen estar muy acaramelados a simple vista, pero detallándolos un poco se puede notar que aunque la chica está pegada a él como un chicle, el chico solo tiene ojos para Megan, es cómo si no pudiera ver a nadie más que a ella en una cafetería llena de Universitarias.
Y no es que yo pueda culparlo.
Megan es una chica que llama la atención por ser tan alta y delgada. Su pelo castaño y largo siempre está demasiado arreglado, como si hubiese tardado horas en arreglarlo y para ser sinceros es lo que hace.
Así es ella, siempre impecable, incluso en días normales como hoy en el que solo lleva unos sencillos jeans, la camisa del uniforme y zapatos deportivos de un horrible color fluorescente.
Y ese chico, quien quiera que sea, no le quita ojo de encima.
Megan termina de atenderlos sin siquiera reparar en él y regresa mi lado ajena a la penetrante mirada que está fija en ella.
—¿Quién es él? —Pregunto curiosa.
—¿Quién? —Mi amiga me mira con expresión confusa.
—¿Hola? ¿El chico que está babeando por ti? —digo en un tono que demuestra lo obvio de la situación.
—Ningún chico babea por mí. Estás loca.
—Y tú ciega. —Digo y le señalo disimuladamente al chico que aún la ve desde la mesa en la que está.
Megan lo ve con descaro y luego responde como si nada.
—Ah, solo es Dean. —dice restándole importancia al chico y su intensa mirada.
—¿Y Dean es? —Elevo una ceja en su dirección.
—El mejor amigo de Brad. O eso creo.
—Por lo visto elegiste enamorarte del amigo equivocado. —digo después de un rato.
—No sé qué quieres decir.
—Sí que lo sabes. Ese chico no ha dejado de verte desde que entró aquí. Ni siquiera porque está acompañado. —vuelvo a señalarlo discretamente.
—Sí, al igual que su amigo, para él las chicas son solo accesorios. Siempre está con una distinta, y yo amiga, no pienso ser una más de ellas. —afirma simplemente.
—Aun así estabas dispuesta por Brad. —señalo y mi amiga hace un mohín ante el recuerdo.
—No me lo recuerdes por favor.
—Si quieres mi opinión, Dean está más bueno. —Digo provocándola, pero es verdad, el chico es realmente simpático, con el pelo tan negro como el carbón y unos impresionantes ojos azules, eso sin contar el musculoso cuerpo que se gasta y la sonrisa tan pícara que tiene, quizá hasta juega algún deporte porque está en increíble forma.
—Ok basta. Hablábamos de algo más importante. —Saca un bolígrafo y la pequeña libreta donde toma pedidos de su delantal. —y ya sé lo que tenemos que hacer con Amy.
— ¿Sí? ilumíname por favor. —Dejo de mirar a Dean para concentrarme en Megan y lo que está diciendo de inmediato.
Empieza a escribir:
—PASO NÚMERO 1 seguir estudiando porque serás la mejor arquitecta del mundo mundial.
PASO NÚMERO 2 yo me quedaré con Amy siempre que estés ocupada estudiando o trabajando.
PASO NÚMERO 3 ahorraré junto contigo para juntas pagar un tratamiento a Amy si lo necesita.
PASO NÚMERO 4 no descartar Internet.
PASO NÚMERO 5 sonreír un poco más.
Enarco una ceja señalando el paso número 4 porque no termino de entenderlo, pero cuando por fin capto lo que quiere decir la miro como si estuviera loca, porque realmente lo está.
—Ahorraremos, pero mientras tanto Internet tiene todo. Solo es cuestión de saber buscar. Estoy segura de que nosotras podremos ayudarla sin necesidad de que pagues nada. De algo tiene que servirnos estar en pleno siglo XXI. —Dice emocionada.
—Déjame ver si lo entiendo. —Respondo muy despacio. — ¿Quieres que estudiemos Psicología infantil en internet para ayudar a mi hermanita de diez años?