La vida es un instante

Capítulo 15

Me molesta la luz que se filtra por la ventana, me giro para ver el reloj en la mesita de noche y descubro que aún falta un par de horas para llevar a Amy al colegio, doy la vuelta en la cama para tratar de dormir un poco más intentando respirar con suavidad, entonces escucho otra vez el ruido que me despertó. 

—¡Oh, mierda!— El estrépito y la palabrota me hacen salir inmediatamente de la cama, y escucho el grito justo antes de cruzar la puerta—¡Aleeeeeex!

Abro la puerta de golpe y no me sorprende encontrar a mi padre en el suelo junto a la cama, agarrado a las sábanas mientras intenta levantarse.

A su lado hay una botella de vodka rota y el suelo está lleno de trocitos de vidrio. Lo veo dejar caer una mano hacia uno de los trozos y me precipito hacia él para apartarle el brazo de un tirón. 

—No —digo con suavidad—. Te cortarás.  

—Me caí Alex —Empieza a murmurar.

Asiento y me agacho para pasarle las manos bajo los sobacos y ayudarlo a subir a la cama de nuevo.

—Deja que limpie esto.

—Necesito más.

Miro desde debajo de mis pestañas, fulminando con una resentida mirada al hombre postrado en la cama sin conseguir que parpadee siquiera. En otro tiempo había sido un hombre increíble, fuerte, seguro de sí mismo, o eso pensé. Pero ahora, medio calvo y con la piel estropeada, mi padre de cuarenta y tres años parece un anciano.

— ¿Me traes un poco más? — Lo intenta de nuevo

—No. Debo llevar a Amy al colegio.

No dice nada más, pero sé que tan pronto yo salga de casa él buscará la manera de salir a comprar más alcohol por sí mismo, es la única forma en la que se atreve a salir, lo que significa que debo esconder el dinero que tenga guardado y cualquier otra cosa que él pueda vender para pagar su vicio.  

Recojo los trozos de vidrio del suelo y salgo de la habitación y allí está Amy, esperándome junto a la puerta. Cuando la veo trato de colocar una sonrisa en mi rostro, pero ésta parece más una mueca que una sonrisa real.

—Buenos días cariño, que bueno que ya despertaste ¿Por qué no vas a prepararte mientras yo te preparo el desayuno?

Amy asiente, pero al volverse puedo ver la tensión en su cuerpo, la frustración que siente por nuestra situación y su incapacidad de poder hacer algo.

Y me lastima tanto verla así.

*********************** 
Es un día precioso. El sol brilla, los pájaros cantan y sopla una fresca brisa. La clase de día que siempre quisiera que hiciera, uno infrecuente en el que no hay demasiada humedad ni hace demasiado frío; sencillamente perfecto. Una pena que esté tan agitada por dentro y que me cueste respirar.

Nos estamos quedando sin comida, papá solo empeora y lo último que me quedaba de dinero se lo pagué al vecino por ayudarnos a arreglar el auto de mamá.  

Antes de salir de casa la rastreo entera en busca de monedas, pero supongo que papá ya es experto en hacer lo mismo porque no encuentro ninguna.

Y a este paso terminaré reprobando todas las materias y no podré continuar con las prácticas y sinceramente eso es lo que menos me importa cuando decido faltar a mi última clase para poder pasar por el supermercado a hacer unas pequeñas compras. 

Dado mi muy limitado presupuesto decido tomar solo lo necesario, lo que significa no poder llevar las galletas favoritas de Amy, el único gusto que de vez en cuando nos podíamos permitir. Con unas ganas inmensas de ponerme a llorar me dirijo a la fila para pagar. 

Cuando llega mi turno me doy cuenta, no sin cierta vergüenza, que aun así no poseo el dinero necesario para pagar los pocos artículos que elegí. 

Me faltan unos pocos dólares para completar lo que sería la comida de la semana y darme cuenta que no puedo siquiera suplir eso, me destroza completamente. 

Empiezo a buscar desesperadamente aquello de lo que tendré que prescindir para que el dinero me alcance, entonces escucho a las personas detrás de mí quejarse por retrasarlas.

Siento mis mejillas enrojecer y me vuelvo a pedir disculpas apresuradamente por incomodarlos justo en el momento en que veo un brazo extenderse con unos billetes.  

La cajera los toma, cobra y me da el recibo de mi compra. Con profunda vergüenza pero muy agradecida me giro para dar las gracias a la generosa persona que ha decidido ayudarme y justo allí, a dos personas de distancia lo veo, Damian Wells, me saluda con una inclinación de cabeza y su perenne ceño fruncido.

Verlo me sorprende tanto que las palabras no logran salir. Recojo mis compras y salgo de la tienda rápidamente, pero no llego muy lejos, tengo que agradecerle porque yo no soy una desagradecida. Así que muy en contra de mi voluntad me quedo esperando hasta que sale de la tienda.

—Gracias —Digo tan pronto lo veo atravesar las puertas del supermercado —Se lo pagaré por supuesto.

Damian se detiene y me observa fijamente.

—No tiene por qué hacerlo.

— Y usted no tenía por qué ayudarme.

No sé si es la luz, mi imaginación o algún hecho místico, pero juraría que lo veo elevar una esquina de su boca ¿una sonrisa? Sin embargo, tan pronto inicia sus labios vuelven a su posición normal.

Falsa alarma.

— Touché.

— Bueno —Digo ya impaciente por alejarme de él —sólo quería agradecerle. Hasta luego.

Me doy la vuelta y empiezo a caminar sin darle tiempo siquiera a responder. Tengo un largo camino por delante dado que mi dinero se quedó todo en la tienda, poco tiempo después de empezar mi marcha un auto se detiene a mi lado. 

—Puedo llevarla si quiere. —Dice Damian a través de la ventanilla bajada.

—No hace falta. Puedo tomar el autobús. —miento.

—La parada de autobús está del otro lado. —Atrapada en mi mentira

—Señor Wells no es necesario, de verdad. No quiero seguir siendo una molestia.

—Nunca he dicho que lo seas. —Se estira y abre la puerta del copiloto. —Entra por favor, estoy deteniendo el tráfico.

No me pasa por alto que empieza a tutearme. Me quedo mirándolo detenidamente un rato más, pero al final decido aceptar. Mejor esto que caminar ¿no?

—De acuerdo. Gracias nuevamente.

—¿A dónde? —Le doy mi dirección y empieza a conducir. 

Al igual que su hermano conduce todo el camino sin pronunciar una palabra y la verdad tampoco pienso ser yo quien rompa el silencio. 

No entiendo a los Wells, ambos son un completo misterio para mí. La diferencia es que con uno me llevo mejor que con el otro.

Al llegar a casa se baja del auto y me ayuda con mis escasas compras. Trato de negarme nuevamente, pero él no me permite cargar ninguna. Para cuando llegamos a la puerta me siento muy nerviosa lo cual lo mires por donde lo mires es una estupidez.



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En el texto hay: drama, amor, amistad

Editado: 19.01.2021

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