—Estás muy guapa —Megan tira de mi camiseta hacia abajo, yo tiro hacia arriba—. Tienes que enseñar un poco de carne, solo un poco. —Vuelve a tirar y yo la vuelvo a subir.
—Te pareces a mamá —dice Amy.
—La he tomado prestada de su armario.
—No es por eso —insiste Amy y me hace sentir rara.
—Bueno, niñita —Megan sube a Amy a su auto y lo enciende si darme chance siquiera de despedirme—. Vamos a pasarlo bien.
—¡Si! —grita mi hermana.
—Y habrá baile. Ah, sí, claro que sí.
—¡Si! —vuelve a gritar.
—Nada de pasos prohibidos. —Intento decir, pero ya se están alejando con la música a tope mientras yo me quedo allí con los nervios a flor de piel.
El sábado amanece siendo un día sorprendentemente caluroso, ideal para mi primera cita, o eso quiero creer, aparenta ser un día perfecto lo cual difiere mucho de como me siento yo.
Literal siento que podría morir de nervios.
Le pedí a Eider vernos en mi heladería favorita y allí lo encuentro con cara de pocos amigos cuando llego.
—Oh, por Dios, ¿en serio odias el helado de yogurt? —Lo miro como si hubiera matado un gatito, estamos haciendo fila para comprar y él elige justo este momento para revelarme su gran secreto—. ¿Siquiera eres humano?
Pone sus ojos en blanco y empuja suavemente mi hombro para que voltee hacia él.
—Deja de reprenderme o te dejaré antes de que incluso consigamos una mesa.
Río a carcajadas.
— ¿Ni siquiera llevamos veinte minutos de cita y ya quieres dejarme?
—Fue absolutamente idea tuya que tuviéramos nuestra primera cita en una heladería, es tu culpa.
Paga nuestro postre y maniobramos a través de la heladería llena de gente, hasta que por fin encontramos una mesa libre.
No esperaba esto hoy, en realidad no lo esperaba en un futuro cercano. Estar sentada frente a este chico mientras él intenta comer un helado que no le gusta solo para pasar tiempo conmigo.
—Bueno —Dice de repente —Creo que es momento que me digas algo sobre ti.
Sus palabras me sacan de mis pensamientos y me obligan a enfrentarme a la realidad de que estoy teniendo una cita. Una cita de verdad.
—No tengo mucho que decir sobre mi —Aparto la mirada mientras me encojo de hombros —No hay nada particularmente interesante de todos modos.
—Otra vez con evasivas. Hagámoslo bien esta vez. —Lanza una mirada de odio al helado y luego me mira
—¿Puedo llamarte princesa? —Casi escupo el helado que terminaba de llevar a mi boca.
—No. No lo hagas. No me llames princesa jamás.
Se ríe.
—¿Y qué tal hermosa?
—¿Por qué no pruebas con Alexia?
—Oh vamos. Ahora que somos novios necesitamos tener apodos dulces.
—¿Y hasta cuándo durará esto de ser novios?
—¿Ahora eres tu quien me quiere dejar? ¿Es que no estoy haciendo un buen papel como novio?
Me río
—Lo estás haciendo demasiado bien, si ya hasta quieres que tengamos apodos cursis y para ser honesta eso me asusta. Siento que solo me queda esperar el momento en el que rompes toda la ilusión que me he creado y me dices que dejaste embarazada a mi prima mientras yo me tomaba mi tiempo intentado decidir si debía o no salir contigo.
Se ríe a carajadas y es un sonido realmente agradable.
—En realidad no la embaracé. Ya tenía un par de meses cuando me acosté con ella.
—Y aun así ella dice que el niño es tuyo.
—No puedo negarme a la criatura ¿Viste lo hermoso y tierno que es?
Me río. Me río mucho mientras hablamos. Es una sensación desconocida, pero agradable y aunque hay un millón de preguntas en mi cabeza que me gustaría hacerle, solo me quedo mirándolo como si deseara que fuera él quien llevase el peso de toda la conversación.
— Entonces aún eres una estudiante ¿no?
Asiento.
—Estoy en mi primer año de carrera. Espero algún día poder ser toda una arquitecta.
Se mueve en su asiento de modo que está más cerca de mí.
—Y construir casas y edificios y todas esas cosas.
—Especialmente todas esas cosas.
—Alexia la Arquitecta, suena bien.
—Futura Arquitecta.
Su espalda toca el respaldo cuando se mueve de nuevo en su asiento y queda justo frente a mí.
—Así que, ¿qué te inspiró a estudiar arquitectura?
Bajo la mirada no queriendo mirarlo a los ojos mientras respondo.
—Mi padre… era increíble en su trabajo y siempre lo vi como mi modelo a seguir.—Tratando de evitar que haga otra pregunta de ese estilo me adelanto. —¿Entonces definitivamente no te sientes bien trabajando en una oficina?
—Siempre que pueda ayudar supongo que está bien donde sea, pero definitivamente mi pasión siempre ha sido poder ayudar a personas que no tienen los medios para contar con cuidados médicos.
Un suspiro silencioso abandona mi boca y me apresuro a tomar otro bocado de helado, no quiero que se dé cuenta de cuan triste me pone su respuesta.
—Pero háblame más de ti Alex futura arquitecta. ¿Entonces ser la mejor Arquitecta del país es tu meta en la vida?
Lo miro de reojo.
—¿Estamos hablando de metas de vida o de cuál es nuestra pasión?
—No hay mucha diferencia.
Me río sin entusiasmo.
—Hay una gran diferencia. Mi pasión es la arquitectura, sí, pero esa no es realmente mi meta en la vida.
—¿Por qué no?
Sus ojos se entrecierran en mi dirección y empieza a agitar el yogur helado con su cuchara. Esperando atentamente mi respuesta.
Trato de aligerar el ambiente.
—Hemos estado teniendo una buena cita y has sido muy amable intentando disimular que comes helado solo para que no me sienta mal, así que quizás esa no sea una conversación para tener en este momento.
Estoy a punto de tomar otro bocado, pero mi mano se congela en el aire cuando responde.
—¿Qué se supone que significa eso? —pregunta y puedo notar que está desconcertado por la caída en picada que la conversación acaba de tomar.
Apuñalo el yogur con la cuchara antes de inclinarme y colocarlo en la mesa. Levanto una pierna y envuelvo mi brazo alrededor de ella, enfrentándolo de nuevo.
—Mi vida no es un cuento de hadas ¿Sabes? Tengo problemas y responsabilidades y muchas preocupaciones. Espero poder ser algún día una Arquitecta, pero con suerte terminaré siquiera este año porque otras cosas son primordiales para mí. A eso es a lo que me refiero cuando digo que mis metas y mis pasiones son dos cosas separadas. Mi pasión es la arquitectura, mi meta es lograr que mi familia esté bien. Tengo un montón de carga en mis hombros y quizás cuando llegue el momento te contaré, pero hoy no ¿de acuerdo? Hoy no puedo.
Lo miro fijamente esperando una respuesta, pero el parece no saber que decir. Apoyo mi barbilla en mi brazo y miro fijamente detrás de él.
—No soy muy bueno con discursos motivacionales en el momento. —Dice finalmente—. A veces pienso en las conversaciones importantes que tuve durante el día y se me ocurren respuestas realmente buenas e interesantes que desearía haber dicho en el momento—Hace una mueca de disculpa—. Así que sólo quiero que sepas que esta noche cuando piense en esta conversación, diré algo realmente heroico y te haré sentir realmente bien con tu vida.
Dejo caer la frente contra mi brazo y río.
—Esa es por mucho, mejor respuesta de lo que esperaba.
Se inclina hacia adelante para colocar su contenedor en la mesa. Es lo más cerca que ha estado de mí desde que llegamos a la heladería.
Todo mi cuerpo se tensa con su cercanía, pero en lugar de apartarse de una vez, me mira directamente a los ojos antes de enfocarse en mi boca.
—Para eso están los novios —dice lentamente mientras se aleja.
Cuando desperté esta mañana pensé que sería un día más como cada uno de los que he tenido desde el día del accidente. Pero aquí estoy frente a este chico que parece un poco demasiado bueno para ser cierto.
Probablemente esté lleno de defectos y pequeños hábitos molestos, pero yo sigo siendo lo bastante ambiciosa y egoísta como para querer estar mucho más tiempo con él y descubrirlos uno a uno.
Eider sonríe en voz baja.
—Estas pensado en cosas sucias.
—No lo hago
—Alex, hemos estado saliendo como por toda una hora. Puedo leerte como un libro, así que sé que estás pensando en cosas sucias.
Me río y lo insto a levantarse
—Vayamos a otro sitio.
—¿Para hacer realidad las cosas sucias que pensabas? —Dice sonriendo—Pero por supuesto.
Me tiende la mano y salimos juntos de la heladería.