La Vida Que Yo EsperÉ

DESEMPLEADOS

En ese instante, todos los empleados de Autocar se quedan viendo a Gerardo. Cuando este dice:

— Vea, yo no quiero más ese vehículo, yo quiero la devolución de todo mi dinero, así que mañana vengo por lo mío.

En ese momento, el cliente se va de Autocar. Cuando Salomé le llama la atención a Omar, diciéndole:

— Me puede explicar algo.

— Si señora.

— ¿Qué fue lo que paso realmente?

— Lo que dije ahora, nosotros con los muchachos le entregamos el carro en buenas condiciones, nosotros le mostramos y revisamos todo en presencia del cliente, además, uno de nosotros se fue a recorrer esta zona con él en el vehículo. Y todo funcionaba bien.

Salomé cruza sus manos, y dice:

— Así que ese tal Gerardo daño el carro y ahora quiere abusar de la empresa.

— Si, fundió el motor y ahora quiere dejar el carro aquí, y que le devolvamos el dinero.

— Ya veremos.

Salomé deja trabajar a los mecánicos y se va hacer unas llamadas a su oficina.

En Integra, Jorge ve desde lejos, que Marcos se reúne con un hombre muy bien vestido, y logra observar cómo Marcos lo trata con tanta familiaridad.

En ese momento, La visita se va y Marcos se levanta de su silla y va a puesto de Jorge, y le dice:

— Ven a mi oficina...

En ese instante, Jorge entra en la oficina, y le dice a Marcos:

— Si, aquí estoy...

Marcos cruza sus manos, y le expresa a Jorge:

— No sé cómo decirte esto...

— ¿Pasa algo?

— Ante todo, eres mi amigo y tengo que decirte la verdad.

— No des tantos rodeos Marcos y ve al grano.

— Mi esposa quiere que su hermano entre a esta empresa ocupando tu cargo, yo no me opuse y acepte eso... no quiero que nuestro matrimonio se dañe, ya entiendes.

— ¿Qué quieres decir con todo esto?

— Que estas despedido... pero no te preocupes, yo puedo hablar con un amigo...

— ¡Para Marcos!, yo no necesito tus limosnas, gracias por todo.

Indignado, Jorge sale de la oficina de Marcos y recoge todas sus pertenencias.

En la noche, Salomé entra en la casa y encuentra a Jorge con la cabeza en la mesa de comedor, y le dice:

— ¿Le paso algo a Miguel?

Jorge levanta la cabeza, y le responde a su esposa:

— No, el niño está en su habitación.

— ¿Y entonces que te sucede?

— Marcos me hecho del trabajo.

— ¡¿Qué?!... ¿pero cómo?

— Pues echándome, así de sencillo.

Salomé se sienta en el comedor, y dice:

— No entiendo, ustedes son amigos.

— Eso creía yo... la mujer le dijo que me echara del trabajo para meter a su hermano a la empresa.

— No te preocupes Jorge, ahora pienso en donde te reubico en Autocar.

— ¿En dónde?... amor, en mi antiguo puesto.

Salomé lo queda mirando, y le dice:

— Tu renunciaste al trabajo y a mí me toco conseguir otro jefe de ventas.

Jorge pone sus dos manos en su cabeza, y le expresa a Salomé:

— Tienes razón en lo que dices... nunca me había sentido tan mal como me sentí hoy, cuando Marcos me echo, me sentí humillado.

Salomé soba la espalda de su esposo, y dice:

— Ya verás que mañana resolveré tu situación...

En la mañana siguiente, Salomé llega a la empresa y al ver a más de tres policías en Autocar, se baja rápidamente de su carro y se va atender la situación.

De inmediato, Salomé le dice a un policía:

— Disculpe señor, ¿me puede decir que es lo que sucede aquí?

— Señorita, esta empresa esta demandada.

— Eso no puede ser, ¿quién hizo eso?

— Es un cliente de aquí, quien alega, que esta empresa lo estafo y no contentos con eso, lo difamaron y degradaron su buen nombre.

Salomé no puede creer lo que está escuchando, y le dice al policía:

— Retire esa demanda, porque esta misma tarde le devuelvo todo el dinero a ese mentiroso.

— Espero que así sea.

— Tiene mi palabra.

En ese momento, Salomé sube a su oficina. Cuando Cindy le dice:

— Ese sujeto nos trajo bastantes problemas.

— No te preocupes Cindy, esta tarde le hacemos su devolución.

— A lo que me refiero, es que ese tal Gerardo es importante, tan importante que Anderson me estuvo llamando varias veces, y solo preguntaba que si habías llegado.

— Él tiene mi número telefónico.

— Quizás se le borro, el caso es que tienes que estar preparada jefa, yo escuche muy molesto a ese señor.

Salomé pone su mano derecha en su frente, y dice:

— Mi tía no tiene una semana de muerta, y ya tengo que soportar problemas de la gente.

De inmediato, Salomé entra a su oficina y se encierra.

Veinte minutos después, Cindy entra a la oficina de Salomé y le da su teléfono, diciéndole:

— El gran jefe.

Salomé coge el teléfono, y le dice a Anderson:

— Hola jefe, ¿cómo esta?

— ¿Cómo crees que este?, ah, ¿tú sabes quién es Gerardo?

— ¿De qué me habla?

— Del cliente que mal trataron ayer.

— Ah, ese, ¿y es que él lo conoce?

— Claro, es uno de los empresarios más ricos de Bogotá. Y si él dijo que tú lo maltrataste, entonces por fue así, él es muy serio en todo lo que dice y no quiero tener más dificultades con él.

Salomé se disgusta, y le dice a Anderson:

— Quiere decir que usted tiene en la gerencia una persona no seria.

— Tu ya sabes Salomé, el cliente casi siempre tiene la razón, mejor devuélvele su dinero y no vuelvas a dar un carro dañado.

Salomé cierra sus ojos y luego respira, y le expresa a Anderson:

— Usted que es el dueño de esta empresa, sabe que aquí se le entrega lo mejor de lo mejor a los clientes, ese tal Gerardo es un patán y maleducado. Que vino a gritarle a todos como si esto fuera una plaza de mercado.

— Si te estas quejando del trabajo solo dime, hay muchos persiguiendo ese puesto... Yo más bien creo que me equivoque contigo, tú no eres irreemplazable Salomé, yo puedo poner otro gerente cuando yo quiera.




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