Lapis Vitae

Luz

— ¿Orejas de gato?

El chico solo ladeo la cabeza como si no supiera de qué estaba hablando.

Lo primero que vio Elena al despertar fue a un chico con orejas y cola de gato sentado al filo de su cama mirándola fijamente.

—No tengo idea de cómo es que tomaste forma humana cuando se suponía que solo podía crear animales, los humanos solo puedes ser creados por… oh.

«A ese maldito dios creador solo le importa que lo entretengan, le gusta meterse donde no le llaman y le encanta ver el mundo arder pero no arder en el»

Elena maldijo mentalmente unas cuantas veces más al dios creador y observo detenidamente al joven delante de ella.

Un chico que aparentaba los 15 años, con un ojo azul y otro rojo, aparte de su cabello azabache, orejas y cola de gato, su piel era pálida y se veía muy delgado, su ropa estaba bastante sucia y tenía rasgaduras por las cuales se alcanzaba a ver heridas menores con sangre seca. Estaba descalzo y se veían marcas de ataduras en manos y pies, sus uñas estaban lo suficientemente largas y afiladas como para servir de arma, tenía muchos moretones y a pesar de todo eso, sus ojos bicolor tenían un brillo extraordinario y reflejaban una gran curiosidad.

El chico bajo la cabeza al sentir una mirada tan profunda, lo que sorprendió a Elena pero no lo demostró.

— ¿Tienes nombre?

Este negó con la cabeza. Elena estaba pensando en qué hacer con él, no es como si pudiera devolverlo. La vida de este chico estaba conectada a la suya firmemente, si ella muere el morirá con ella, es una carga tan pesada que ya se sentía cansada.

— ¿Por qué no te eliges un nombre?

—M-me gustaría que u-usted me p-pusiera uno.

— ¿Por qué yo?

El chico se veía bastante nervioso y a juzgar por cómo se veía debió ser una persona muy pobre en su otra vida, pero Elena no estaba preparada para lo que diría el chico a continuación.  

—U-usted es mi ama, se-sería un honor para este esclavo recibir el nombre que usted desee.

Elena estaba perpleja ante las palabras dichas por el joven. Este al ver que Elena no respondía se sintió avergonzado y tratando de calmar su nerviosismo añadió.

—Lo siento ama, si usted no desea nombrarme este esclavo lo entenderá.

El chico se veía realmente asustado. Elena había visto este tipo de comportamientos mientras vivía con Anubis, pero ahora estaba en la tierra, no deberían pasar este tipo de cosas. Así que lo único que pudo hacer para calmar al chico es poner su mano sobre la cabeza de este y acariciarla. El parecía un gato y a los gatos les gusta que los acaricien, después de pensar en que decirle a una persona como el, solo pudo decirle unas cuantas palabras.

—No eres un esclavo… no tienes que temerme… no te hare daño.

El chico miraba conmovido a la joven, sus ojos aún estaban húmedos por el temor de haberse equivocado y por eso recibir un castigo, pero en cambio recibió una caricia tan cálida como el fuego de una fogata frente a una noche helada, y además de eso, la joven le estaba diciendo que no era un esclavo, le estaba dando su libertad. Las lágrimas salían de sus ojos bicolores al recordar todo lo que había vivido, sin nombre,  sin familia, lo único que recuerda son rostros borrosos de personas que lo compraban y de las cosas que lo obligaban a hacer.

—A-aun así me gustaría que usted me pusiera un nombre.

—Déjame pensar un buen nombre, cuando lo tenga te lo hare saber.

 —Mu-muchas gracias ama, estoy muy agradecido.

Elena entendía que sería difícil hacerle entender a alguien que vivió hasta el último de sus días con esas ideas, así que se rindió por esta vez y acepto la petición.

Pasaron unos minutos en silencio hasta que el sonido de la puerta interrumpió sus pensamientos.

Una melena rosa se asomó por la puerta.

—Tal parece que nuestra pequeña Elena se ha despertado.

Samantha y Asim entraron al cuarto, se veían tensos, probablemente era por la charla que tuvieron con la señora Rocío madre de su señorita.

Después de cerrar la puerta se dirigieron al frente de la cama para observar a Elena, se sintieron aún más nerviosos cuando se encontraron con unos ojos de un oscuro tan profundo como el abismo que tiene encarcelados a los mismísimos titanes pero, aunque a primera vista eso es todo lo que hay, también se puede ver ese brillo dorado que le da un aire de majestuosidad a esa joven frente a ellos.

—Aún me estoy acostumbrando a este cuerpo y no tengo todos mis recuerdos pero algo me dice que se están portando un poco groseros ¿no deberían de ser más educados conmigo?

Ambos se asustaron al escuchar esto y rápidamente se hincaron sobre una rodilla con temor.

Elena se veía realmente imponente, no importa que su apariencia sea la de una niña, el verla con la frente en alto, mirada altiva y con una sonrisa casi imperceptible, acariciando a ese chico cual mascota hacia que tus piernas se debilitaran.

—Pedimos perdón por haber insultado de esa forma a la señorita, aceptaremos cualquier castigo que desee darnos.

La niña se veía realmente complacida por este hecho y rápidamente añadió.

—Ya que se ven realmente arrepentidos les daré una oportunidad, espero que no se vuelva a repetir.

Soltaron un suspiro de alivio, habían estado un par de años en la tierra y ya habían olvidado lo aterradora que podía ser Anaat cuando estaba molesta.

—Levántense, cuéntenme como llegaron a este mundo.

Elena ya estaba recostada en una posición más cómoda, el chico que la había estado acompañándola ya estaba acostado cerca de ella para que pudiera acariciarlo.

Los jóvenes se levantaron y después de intercambiar un par de miradas Asim comenzó a hablar.

—Respondiendo su duda, lo único que sé es que mi madre murió al dar a luz y mi padre tal parece que se fue antes de que yo naciera, así que crecí en un orfanato.  Nosotros desarrollamos nuestra conciencia antes que otros niños así que recuerdo varias cosas de esos días, claro eso fue antes de que Regina me encontrara.




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