—¿Cómo te sientes? —preguntó Julien a medida que se acercaba.
—Estoy cansada, me duele todo el cuerpo —respondí.
Eran aproximadamente las nueve de la mañana cuando Julien regresó al hospital para verme. En ese momento dijo que en la compañía ya sabían la noticia del nacimiento de la pequeña; pues, como era de esperarse, Sonja se encargó de darles la noticia.
Poco después, el doctor entró a la habitación y dijo que ya podía regresar a casa. No había riesgo de nada y por lo tanto no era necesario permanecer internada en el hospital. Al salir, subí al auto con ayuda de Julien, quien todavía se notaba un poco nervioso. En ese momento sus nervios eran por la alegría que sentía, o esa era la forma en la que Julien lo describe. Lo mejor de todo es, cuando llegamos a casa.
La primera en recibirnos fue Selma, quien saltaba como niña pequeña al ver a la niña. Luego, mi madre y la señora Bárbara salieron de la cocina para conocer a Victoria, y por último mi hermano. Axel veía a la bebé con ternura y hacía chistes sobre que Victoria al crecer se convertiría en una excelente abogada.
Recuerdo que ese día el teléfono no paraba de sonar; llamadas y mensajes en abundancia para felicitarme era lo que invadía mi celular. Ni hablar de las redes cuando anuncié el nacimiento de Victoria junto a una foto en la que Julien y yo posamos felices con la bebé en brazos. Sin duda, ese fue uno de los mejores días de mi vida. Victoria me hizo olvidar por completo todas mis adversidades en menos de doce horas.
Aquel tres de diciembre a eso de las tres de la tarde, los Barthel llegaron para conocer al nuevo miembro de la familia. Llevaron muchas cosas para la bebé, como pañales, cascabeles y cobijas. Todo muy bonito, excepto la cara de Corinna a quien nunca le agradó la noticia. No sé qué hacía allí si de todos modos no iba a permitir que se acercara a mi bebé. Sentía una extraña corazonada de que esa bruja desalmada podía ser capaz de hacerle daño a la niña.
Julien tampoco quería que Corinna se acercara a Victoria, y menos desde que se enteró que ella dijo que la bebé no era hija de él. Todo eso pasó durante mi cautiverio, pero Julien sabía que yo solo había estado con él. Aunque fueron solamente dos veces, durante aquellas apasionadas noches en Niza. Victoria era una auténtica Barthel así Corinna inventara cosas o dijera lo contrario.
Solía preguntarme internamente por qué Corinna fue a ver a la bebé si no la quería. Misma pregunta que Anna y Sonja se hacían, y era algo que resultaba ser incómodo para todos; ver a esa mujer allí sin molestarse siquiera en disimular al menos, un poco de alegría por el nacimiento de la pequeña.
Supongo que al notar que todos la observaban, Corinna se sintió bajo presión y dijo que debía marcharse. Aquello no pareció importarle a nadie, la atención de todos estaba centrada únicamente en Victoria. No supimos en qué momento, la esposa de don Douglas salió de casa de Julien.
Semanas más tarde nos reunimos para celebrar navidad y despedir el año en familia. Todo era increíble y las cosas habían cambiado; mi relación con Julien se hacía cada vez más fuerte, Selma iba a la universidad, la señora Bárbara cuidaba de Victoria mientras Julien y yo salíamos a trabajar, Axel y mi madre se mudaron a Berlín pues mi hermano se convirtió en un integrante más de la compañía como representante legal.
Sin duda, Victoria había traído buena suerte a la familia. Ese nuevo año fue completamente opuesto, o al menos en los meses que iban corriendo. El doce de mayo, Julien y yo nos casamos en grande por la iglesia. Oficialmente, me convertí en Sara Barthel y mi nombre estaba por todas partes.
Mis redes colapsaron por tantos mensajes de amigos y familiares, incluyendo a mi padre quien me escribió diciendo que estaba muy feliz por mí y por mi hermano. Honestamente, me molestó un poco, porque parecía hacerlo por interés. No lo veía desde la adolescencia y de la nada apareció al saberse que era la esposa de un magnate. Antes, cuando quería verlo, él se rehusaba a aceptar porque, según él, no tenía tiempo de viajar.
En fin, Julien y yo decidimos posponer la luna de miel para nuestras vacaciones. Teníamos demasiadas cosas por hacer, sobre todo él, que debía viajar por cuestiones de trabajo junto a la comitiva de la empresa. Justo cuando todo marchaba bien, sucedió algo que a mi parecer, era de película.