5:00 a.m.
Tengo que decirlo. Para una persona ociosa como yo, era un milagro que estuviera despierta y con el estómago lleno a esta hora. Pero que les puedo decir, es un milagro llamado Aruba.
AHHHHHH.
Estoy ansiosa por recorrer sus hermosas y coloridas calles, comer un delicioso Keshi yena y, por último, emborracharme hasta el amanecer. Pues sí, iba a disfrutar estas vacaciones a lo máximo, porque el proyecto de Luxion era uno gordo. Y si iba a estar en el paraíso por unos días, iba a aprovecharlo.
Mis amigas ordenaron unas cuantas cosas en sus maletas y pedimos un taxi con destino al aeropuerto. Luego de realizar los respectivos chequeos e ingresar al avión, pude estar tranquila de que estaríamos muy pronto en nuestro destino soñado. Así que una siesta no estaría mal y …
Un golpe y luego, un líquido frío y viscoso se deslizaba por mi cabello, sacándome un grito.
- Lo siento mucha señorita. No fue mi intención, yo… me tropecé y no la vi -dijo un chico que avergonzado se rascaba la cabeza. Tengo que admitirlo era lindo. Le calculaba unos 25 años o menos. Pero, la orgullosa Elisa Harper no podía decir “No te preocupes”, ¡No! Ella era una bocaza y que le hayan dicho que no la habían visto con tremenda polera naranja fosforescente, ya era un insulto. Además, había interrumpido mi sueño.
- Debería tener mucho cuidado. Sabe que es un pasillo estrecho, por lo tanto, debería ser cuidadoso. Pero claro, échele la culpa a que no me ha visto. Asuma sus responsabilidades. Además, si me hubiese golpeado el ojo o la … - ya estaba escupiendo toda esa diarrea verbal que el pobre hombre no merecía. Ya se había disculpado, pero soy tan fosforito que ante cualquier roce explotaba.
El chico me miraba aterrado. Boqueaba como pez tratando de justificarse y pedir perdón. La azafata ya se iba a acercar por el laberinto que estaba protagonizando, cuando Aspen se acercó corriendo para abrazar al chico.
-Descuide todo está bajo control. Solo fue un pequeño incidente – le dijo Aspen a la azafata, mientras jalaba al chico a su asiento. Me los quedé mirando confundida. ¿Es que acaso ella lo conocía?
Luego de tener una pequeña conversación con el chico. Aspen me acercó una toallita que tenía en su bolso, para que me secara. - ¿Quién es él? ¿Cómo lo conoces? - pregunté curiosamente.
-Es mi primo menor Ian – dijo emocionadamente – Al parecer mi tío y mi primo Karl están participando en la semana de conferencias del rubro hotelero.
Entendía su emoción. Hacía mucho que no veía a su familia por los perjuicios que tenía sobre su sexualidad. Sip. Aspen es homosexual y lo descubrió cuando tenía 17 años. Su familia es muy cerrada y no aceptó que su hija tuviera tales preferencias. Yo traté de ayudarla, acogiéndola en mi casa por unos meses; pero mi abuela se enteró y como la persona cerrada que es, me prohibió verla por temor a que se me pegara eso, como si fuera una enfermedad. Se tuvo que ir a la casa de Kath y desde ahí, solo nos veíamos en el colegio. Cuando nos graduamos, con todo lo ahorrado, nos mudamos a Nueva Jersey a estudiar y alejarnos de la mala vibra de nuestros familiares.
La abracé dando la fuerza que necesitaba y con una sonrisa, le dije que si quería podía cambiar mi asiento con el de su primo para que pudieran conversar. Ella, muy feliz, asintió rápidamente. Así que, una vez cambiado los asientos, pude acomodarme antes de que el piloto anunciara el inicio del viaje.
Me pasé las 5 horas de vuelo durmiendo tranquila. Lo bueno del asiento de Ian, era que estaba al costado de la ventana y pude mirar las hermosas vistas que me regalaba de Aruba. Se observaba sus playas con aguas azulinas cristalinas y el contraste de la arena blanca con los hermosos bosques tropicales. Eran simplemente una obra de arte.
Aterrizamos en el aeropuerto internacional Reina Beatrix de Aruba y, con las chicas, emocionadas, recogimos nuestras maletas mientras hablábamos sobre el vuelo y lo que nos esperaba en Aruba.
- ¡Por Dios! Si el aeropuerto es así, no puedo esperar para ver el lugar – dijo Erin mientras paseaba como loca con su cámara fotográfica por todos lados.
Sasha y Kath se habían ido al baño y Aspen se encontraba hablando con su primo en una esquina. Yo, en cambio, estaba que me paseaba viendo los aviones llegar e irse. Tenía una fascinación por los aviones. Mi hermano es piloto y desde pequeña, me pegó ese amor a viajar y a la aeronáutica.
Iba sumergida en mi mundo, cuando me choqué con una ¿pared?, nop es una ¡espalda! Levanté la mirada mientras sobaba mi nariz y me encontré con unos extraordinarios ojos marrones con matices grises.
- ¿Se encuentra bien, señorita? – dijo el chico. Podía ser piloto por la chaqueta que llevaba, pero algo me decía que no. – Yiuju, ¿hay alguien ahí o dejó de operar? - Si me quedé como un cono mientras lo miraba, no lo sé; pero, cuando me habló recobré la movilidad de mi cuerpo y el habla también.
- Sí, sí, sí. Estoy bien – dije medio aturdida – Lo siento mucho, iba distraída.
- No te preocupes, suele suceder. Esta hermosura es muy llamativa – dijo señalándose a sí mismo. Genial, uno con los humos altos
- He visto mejores. Además, nadie compite con ese maravilloso Airbus A320 de allá – dije mientras señalaba al American que estaba a punto de despegar.