Quise pensar formaba parte de algún capítulo de un youtuber famoso donde se jugaban bromas muy intensas, que estaba en ese programa llamado infieles y está era una nueva modalidad, que mi vida era un reality show y la vida de las Kardashian era nada comparada a la mía.
Prefería pensar que estaba en un sueño, que despertaría y solo alucinaría por la pesadilla alocada en la que creía estar. Estaba volviéndome loco.
Había días donde quería comprar tres balones junto a sus canastas y otros donde deseaba que la tierra me tragase. La incertidumbre me mataba y el futuro nunca fue tan difuso. Quería tener respuestas pero tenía tanto miedo de hacer las preguntas que me trague mi propia realidad.
Fui con mis viejitas y no por que quisiera confesarme y pedir expiación, solo necesitaba estar con alguien más que mis pensamientos o mis chicas embarazadas.
Acerté.
Al cerrar la camioneta y subir los escalones encontré lo que necesitaba. Mi amigo de la infancia también llegaba a casa de su madre, nos abrazamos y tras unos golpes varoniles en la espalda fue sincero:
—Te ves deshecho.
—¿Se me nota tanto? Se me está comenzando a caer el cabello, deberías ver la regadera, la dejo un asco cuando me baño...
—Te entiendo, hay un producto buenísimo que si funciona y... —Se detuvo al ver el rumbo de nuestra plática, nosotros unos viejos de casi treinta años (casi) hablando de alopecias.
Nos echamos a reír.
—Deja le aviso a la vieja, pide permiso y voy por el balón.
Grite por la ventana como lo había hecho desde que supimos andar en la calle y fuimos al parquecito que estaba a la vuelta. Se me fue la lengua apenas enceste el primer balón.
—Di algo.
—Cuando dijiste que serías padre imaginé que esa era la peor parte. Eres un maldito bastardo...
—Yo no...
—Lo eres, has estado engañando a tres mujeres por meses y les adelantaste el regalito de navidad. ¿Qué harás? ¿Un baby shower colectivo?
—No tienen por que saberlo.
—Un hijo no es algo que puedas ocultar para siempre. Menos tres.
—No para siempre, solo unos meses. Están embarazadas, cualquier coraje puede terminar en desgracia.
—Entonces espera a que tengan a tus hijos y te dejen incapacitado para ser padre, otra vez. Amigo, estás en serios problemas. Metiste la pata hasta el fondo. Eso y otra cosa sin condón.
—¡Crees que no lo sé! No he podido si quiera comer. Siento ascos, mareos, vómito todo el tiempo.
—Definitivo, estás embarazado.
—¡Seras...!
—Creo que solo te queda disfrutar este tiempo a su lado. Tarde o temprano se van a enterar y créeme, ninguna se va a quedar.
—Rogaré para que ese día no llegué nunca. Yo, yo no sé que haré si las pierdo, si ellas se niegan a darme la paternidad. Lo perderé todo. A veces no duermo del miedo, de que todo me explote en la cara.
—De lo primero no puedo asegurarte nada, pero de lo demás... Nadie, absolutamente nadie, puede quitarte ese derecho. Si fuiste un mal nacido, infeliz, desgraciado, mierdero, infiel, poco hombre, mentiroso y cruel no tiene por que cambiar esa hecho. Tranquilo, serás padre. Un buen padre, espero.
Me miró de una forma que hasta hoy supe interpretar.
—Como los que no tuvimos, León.
—Como los que no tuvimos, Izan.
Tome su hombro y creo que ambos nos hicimos una promesa silenciosa.
Que cursi me estaba volviendo.