Las cicatrices de un Ángel

Amor de madre, dolor llevadero

Mi mamá... no tenía palabras  en ese entonces para decir lo mucho que la quería, a pesar de estar enojada con ella la mayor parte del tiempo, luego entendí que ella hacía todo porque se preocupaba por mí y aunque no fuera de esas que demostraban cariño, siempre estaba ahí para mí y me cuidaba, eso era lo más importante, no era perfecta, pero era mi madre y no pude haber tenido una mejor, ella me ayudó sin saberlo, tiempo después volví a sentir, poco, pero al menos sentía, algo es mejor que nada, ¿no? hice nuevos amigos y no me sentía tan sola, las cosas fueron mejorando, me gustó un chico de nuevo, claro que no era nada comparado con lo anterior, este fue un inocente gusto de amigos, pero que ninguno se atrevió a confesar, a pesar de saber que era mutuo, él era menor que yo, pero no me importaba, aunque nunca pasó a nada más que amistad, después nos mudamos, empezamos una vida en un lugar diferente, sentí rabia porque se me iba a quitar lo poco que había conseguido devolverme una parte de esa alegría que había perdido, pero no pude hacer nada, más que llevarme los recuerdos. Mi madre me decía que siempre podía visitarlos, pero yo sabía como era yo, cuando dejo algo atrás, -involuntariamente o no- allí se queda, porque lo mío es seguir adelante dejando todo, justo como un ferrari y si, hablo de la canción de Bebe Rexha.



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En el texto hay: dolor, vida real, melancolía adolescente

Editado: 07.03.2019

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