☆ CARLOS ☆
Abro mis ojos, siento un leve dolor en la cabeza al sentarme en la cama, ya llevo lidiando con este dolor desde hace tres meses, de hecho desde que salí del hospital, aún no puedo creer que pase un mes en un hospital.
Miro la mesa de noche y tomó el frasco de pastillas, trago una para poder controlar el dolor, según el médico, el dolor persistirá por unos meses debido al golpe, pasó mis manos por mi cabeza, observó al otro lado de la cama donde duerme Melissa, a veces me siento extraño junto a ella, me digo que me siento así debido al traumatismo craneoencefálico que sufrí al accidentarme, cuando desperté no reconocía a nadie, poco a poco recordé que estaba casado con ella.
Me levanto y me meto al cuarto de baño, me meto bajo la regadera…
Ya vestido me miró al espejo, suelto un suspiro, hoy he decido regresar a la empresa, ya no puedo seguir aquí solo escuchando los reportes de Erick, necesito retomar mi vida, y sobre todo recordar algunas cosas.
—Amor a ¿Dónde vas? —Escuchar esa palabra de ella me causa enojo y no sé por qué, se supone que estamos casados y nos amamos.
Por lo que recuerdo, sé supone que la amo con mi alma, pero no se que es lo que me sucede.
—Regresaré a la oficina —digo con voz calmada.
—¿Qué?
—Es hora de retomar mi vida Melissa, no voy a quedarme aquí para siempre.
—Amor, pero el doctor dijo que te mantuvieras en reposo.
—Por cuánto tiempo más, llevo tres meses fuera de la empresa, no puedo seguir dejándole toda la carga a Erick.
—Está bien aceptaré que regreses a la empresa, pero con la condición de que yo vaya también, recuerdas que me diste un puesto, voy hacer uso de ese puesto.
—¿Un puesto?
—Sí lo hablamos hace meses atrás, no quise aceptar, pero hoy me incorporaré a tu empresa como gerente de relaciones públicas. No quiero dejarte solo mi amor —dice abrazándome.
—Está bien, si gustas puedes incorporarte —digo soltandome de su abrazo.
—Me daré una ducha.
—Iré a revisar unos documentos para no ir perdido —salgo de la habitación bajó las gradas y voy al estudio.
Me siento extraño en esta casa, es la que recuerdo, pero siento como si ya me hubiera despedido de este lugar, como si no perteneciera aquí. Tal vez deba sacar una cita con el doctor. Niego y me concentro en los documentos.
—Carlos, Amor ven a desayunar —grita Melissa, en el pasillo.
—Ya voy —recojo todo lo guardo en el portafolio y salgo.
Al salir Melissa, se guinda de mi brazo, vamos al desayunador y empezamos a desayunar…
Al llegar a industrias Russo, pasó directo a mi oficina junto con Melissa.
—¿Erick, aún tardas en llegar? —digo al teléfono.
—No, ya voy subiendo.
—De acuerdo.
—No sabes cuánto te amo —dice Melissa observándome. —me encanta verte así, esta vez haré las cosas bien te lo aseguro mi amor, nadie nos separara.
—En verdad regresaras —dice un agitado Erick.
—Buenos días, si tomaré mi lugar.
—Disculpa, no sabía que estabas ocupado. Buenos días Melissa.
—Buenos días Erick, amor porque no le das la noticia a Erick.
—¿Noticia de qué?
—Melissa se unirá a nosotros como publicista, será la encargada de relaciones públicas —Erick me mira desconcertado.
—¿No te alegra Erick? —pregunta Melissa mirándolo, con una mirada que no se descifrar.
—No es eso Melissa, es que pues jamás quisiste formar parte de la empresa, pero me alegra mucho que te unas —dice Erick no muy convencido.
Miro el puesto que está fuera de mi oficina.
—¿Dónde está mi asistente? —una mujer se acerca a nosotros.
—Buenos días señor Russo, bienvenido, me alegra que esté recuperado —Erick, la mira con devoción y anhelo.
—¿Quién es usted? —preguntó confundido.
—Soy Estefanía, la asistente del señor…
—Tú nueva asistente —dice Erick, interrumpiendo a la mujer.
—¿Cómo qué mi nueva asistente? ¿Dónde está la señorita Valenzuela? —Erick y la mujer a su lado me miran. —¿dónde está Marian? —vuelvo a preguntar.
—¿Para qué quieres saber de esa mujer amor? —dice Melissa tensa.
—Es mi asistente, no he firmado su renuncia o despido y no tendría motivos para despedirla —el dolor de cabeza me vuelve con más intensidad.
—Amor no te alteres, aún estás delicado —Melissa, pone su mano en mi espalda, pero lo único que siento es un escalofrío recorrer mi cuerpo.
—Erick, ¿dónde está Marian?
—Carlos, por favor recuerda lo que dijo él médico, es solo una asistente y ya tienes una que puede ser mejor que la que tenias antes —miró a Melissa, con enojo.
—No me interesa lo que diga el médico, les resulta tan difícil decirme dónde está mi asistente —digo levantando la voz.
Estoy harto que me digan; el doctor dijo esto, dijo aquello.
—Carlos, amor, no puedes ponerte así por una simple asistente —suspiró.
—No es una simple asistente, Melissa, era mi asistente —digo más alterado.
—Marian, renunció hace meses —llevo mi mano a la cabeza, siento una punzada en mi pecho.
—¿Cómo que renunció? —pregunto en automático.
—No lo sé Carlos, ella solo renunció.
—Vamos a tu oficina —pide Melissa, miro a Erick.