Las crónicas de Necros

Capítulo 2

          El timbre de la casa sonó y Brenda se apresuró a abrir la puerta, corría muy a prisa intentando alcanzar la puerta, aunque la falda ajustada le impedía mover las piernas con total libertad y casi hacía que se callera y rodara por la escalera. Al abrir la puerta se encontraba un joven de bata blanca, muy apuesto, con un reloj de plata en la muñeca izquierda, en la derecha un maletín negro, típico de los doctores. Cabello negro, bien recortado.

           – Doctor, que bueno verle, - Le dijo Brenda feliz al ver por fin al médico frente a ella. La espera para la pobre mujer había sido eterna, a pesar que el doctor no tardó más de media hora en llegar, pero la pobre mujer sufría muy angustiada por la pequeña Tatiana, se mordía las uñas sentada al pie de la escalera, esperando al doctor. - Venga por favor, apresúrese, la niña cada vez está peor. - Sacudía los brazos en el aire. Cerró la puerta y se adelantó al médico por las escaleras, ella corría por la escalera derecha y el doctor por la escalera izquierda, llegando hasta arriba casi al mismo tiempo, Brenda tomó al doctor de la muñeca y le llevo hasta la habitación de la niña. - ¡Pero apresúrese doctor! – Le gritaba. El doctor corría tras ella tan rápido como podía.

          Al llegar arriba, casi corriendo, llegaron a la habitación de la pequeña. Brenda abrió la puerta despacio y entró, seguida del doctor. El cuarto estaba frio, oscuro, y la niña tirada en la cama. Se quejaba de dolor. - ¡Papi! ¿Dónde estás? – Gritaba y lloraba Tatiana. Apenas se miraba su cabeza entre las sabanas y la oscuridad del cuarto. Tenía muy mal semblante, estaba muy pálida y su piel estaba seca y escamosa.

          - No encienda la luz. - Dijo Ricardo, el médico, a la niñera mientras entraba a la habitación de la niña. – A ver Tati, soy yo, el doctor, déjame verte. – Le dijo a la niña, a quien se acercaba para inspeccionarla.

          Ricardo comenzó a acercarse lentamente a la niña, al llegar a ella colocó su mano sobre la frente de la pequeña. – Está muy helada. – Le dijo a Brenda. – Por favor, ¿Puedes traer toallas con agua caliente? – Claro dijo Brenda. Pronto la mujer salió de la habitación corriendo.

          Al salir Brenda, se escuchó la voz de Javier. – Hola amigo mío. – Le dijo al doctor. Eran amigos de la infancia, ambos vivían en la misma calle en su época estudiantil, y caminaban juntos al autobús y de la misma forma volvían. Ricardo vivía a un par de casas de Javier. - Todo estará bien, ¿Verdad? – Se acercaba al doctor al lado de la cama de Tatiana.

          - No te preocupes amigo. – Le dijo Ricardo. Yo cuidaré bien de la pequeña Tatiana. Javier le sonrió.

          Brenda ya había tardado un poco en llegar, Ricardo trataba de estabilizar a la pequeña Tatiana. - Acá está todo lo que me pidió doctor. – Le dijo Brenda quien entraba corriendo con muchas toallas limpias y sobre ellas una olla gris con agua hirviendo, de la cual se podía observar vapor salir.

          - Te dejaré hacer lo tuyo. – Le dijo Javier quien se levantaba del marco de la puerta donde se encontraba recostado. – Cuando termines con Tati puedes bajar a la cocina por una copa de vino. – Javier salió y bajó las escaleras.

          - Ahora tú. – Le dijo Ricardo a Tatiana. – Vamos a verte Tati. – el doctor volvía a cercarse a la pequeña Tatiana quien se volteaba a verle.

          - Hola doctor. - Dijo la niña con su voz dulce. – Me duele, mucho… - Decía la niña entre quejidos, se sostenía el estómago y se retorcía del dolor. - Ayúdeme por favor. – Dijo una voz profunda y masculina, muy terrorífica y rasposa, entonces fijó su mirada en el doctor RIcardo.

            El doctor se asustó y salto hacia atrás, sus ojos se abrieron como dos huevos duros. – Tu... ¿Qué…? Tus ojos… - Unos ojos negros y profundos le miraban. La cara de la niña estaba desfigurada y escamosa, con un color grisáceo, su cabello desarreglado, no se parecía en nada a la dulce Tatiana de 8 años, de mirada angelical que ellos conocían. Tenía una sonrisa tenebrosa en su rostro y los veía a ambos al mismo tiempo.

         - Do… Doctor… - Dijo Brenda asustada, tiró las toallas y la olla al suelo. - ¿Qué…? ¿Qué está pasando? – Preguntó mientras caminaba hasta colocarse a espaldas del doctor, la mujer estaba muy asustada y temblaba, apoyaba las manos en los hombros del doctor y subía y bajaba la cabeza para ver a la niña y luego esconderse de ella.- ¿Usted había visto esto antes? – Le preguntó la mujer al doctor muy espantada.



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En el texto hay: angeles, exorcismo, demonios

Editado: 24.04.2019

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