Las crónicas de Necros

Capítulo 6

          De vuelta en la iglesia de San Clodoveo, había un silencio descomunal, Rubén se encontraba en el jardín, pues le gustaba pasar mucho tiempo ahí. En esta ocasión en particular, pensaba mucho en las historias que el niño le había contado. Solía regar las flores, recortarlas, en especial los girasoles, pues eran los favoritos del padre Santiago, también recogía frutos y vegetales del huerto, podaba los árboles y arbustos que decoraban el jardín de aquel viejo edificio. Por otra parte, Santiago se encontraba en sus aposentos, descansando en la misma silla en la cual Necros lo habían encontrado la primera vez.

- Debería estar preocupado padre. – Dijo una voz femenina y dulce desde el jardín, que llegaba hasta los aposentos del padre Santiago. - Puede que sea la última misión de Necros, y lo sabe. – Le dijo una joven mujer muy hermosa entrando hasta donde el padre estaba, por alguna razón había logrado entrar sin que Rubén a viera o escuchara.

          Santiago se sorprendió al ver a la mujer entrar. - ¿Qué haces aquí Gloria? ¿El conclave te ha enviado por mí? – Al parecer esta mujer y Santiago ya se conocían. El padre no se movió de la silla en la que estaba. - ¿Qué tan cobardes son esos ángeles para mandar a sus peones a hacer su trabajo? ¿Y qué tiene que ver el exorcista en todo esto? – Desde hace un tiempo Santiago sentía la muerte venir, pero por ser un hombre de Dios, los ángeles del conclave eran los responsables de bajar a la tierra y llevarlo personalmente al cielo.

          - Claro que no. - Respondió la mujer. Al levantar la vista, el padre Santiago por fin pudo ver a quien se encontraba frente a él. Era una mujer hermosa, de cabello castaño y laceo, que llegaba casi hasta su cintura, de ojos azules como el océano, labios grandes y cuerpo escultural, vestía shorts color café y una blusa sin mangas de color blanco, la cual dejaba al descubierto su ombligo, en su espalda una gran espada de empuñadura dorada y acabados de alas de ángel con grabados en la hoja en un idioma desconocido, sobre su blusa, un chaleco que le llegaba hasta la cintura, del mismo color que el short.

 

 

 

 

          - Entonces, ¿Por qué has venido? – Preguntó Santiago al ver a la hermosa muchacha. - Desde el día en que te ofreciste voluntariamente al conclave para ser un hibrido, no has hecho más que venir por los encargos sucios de Mikael. – Al padre se le podía notar enfadado. – Al conclave le gusta enviar a los híbridos por los santos de Dios personalmente cando les llega la hora. Son tan desalmados que no tienen el valor de venir en persona. – Retomo el aliento. – Además dicen que es para que no sufran. Pues para ser sincero, prefiero sufrir una muerte digna, y pasar mis últimos momentos en la tierra, que ser simplemente arrebatado de mis seres queridos. – se cruzó de brazos.

          - Tranquilo padre. - Dijo la chica. – A su tiempo será. Esta vez vengo por Necros. – La mujer pasaba su dedo índice y medio de un lado a otro sobre la mesa de Santiago, sin verle.

          Santiago abrió los ojos ante la joven que se encontraba parada frente al anciano. - ¿Le van a dar la absolución? – Preguntó el Padre muy sorprendido, hasta se le podía escuchar cierto toque de emoción a la pregunta.

          - No. – Dijo ella volviendo la mirada al anciano, quien pronto cambió su ánimo por preocupación. – He venido a matarle. Y me iré con él al infierno también, por quitarle la vida. - Agachó la mirada.

          - ¿E… Estas segura de lo que dices? – Dijo el padre horrorizado. – Te recuerdo que eres un hibrido, mitad ángel, y no puedes cometer cierto acto, te irías al infierno, o lo que es peor, desaparecerías, dejarías de existir. – Se levantó y se colocó a espaldas de la mujer.

          - Estoy consciente de eso padre. - Dijo ella mientras se daba la vuelta y dirigiendo su mirada al padre Santiago colocaba su mano derecha sobre el hombro del anciano. – Y estoy dispuesta a sufrir las consecuencias. –

          Santiago no pudo evitar suspirar de preocupación. - ¿Recuerdas el día que llegaste aquí? – Preguntó Santiago. - ¿Recuerdas como llorabas? – El hombre trataba de acomodarse en la silla donde se encontraba sentado. - ¿Recuerdas que querías salvarlo? -

          - Lo sé, por eso le digo padre que estoy consciente. – Gloria agachó la mirada.



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En el texto hay: angeles, exorcismo, demonios

Editado: 24.04.2019

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