Avanza el otoño
sin mirar atrás
dejando un rastro
de tristeza en su andar.
El frío envuelve
la noche otoñal
haciendo de las hogueras
un adversario real.
Al calor del rescoldo,
ves las gentes hablar
olvidando sus problemas
por unos minutos nada más.
Entre risas, y cantes
se oye el vibrar
de un cajón flamenco
llevando el compás.
El otoño sonriente
los fue ha acompañar
con el baile de unas hojas
meciéndose sin más.
Y de madrugada
todo para
y el silencio que llegó,
que en unas horas se acerca
a despertarnos el ruiseñor.