Las Extrañas Historias de una Joven Hechicera.

A Strange Tale 2 - Capítulo III

«¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué todo está oscuro?»

Rebecca se alzó de aquel frío suelo y comenzó a caminar sin rumbo alguno. El ambiente a su alrededor se sentía pesado, parecía conocer como desconocer aquella oscuridad; entre más pasos daba una ligera luz aparecía y distinguía un sendero y varios árboles. Se detuvo sus ojos se movían de un lugar para otro mientras su mente intentaba identificar ese lugar.

—¿Dónde...? —susurró—. Yo... yo oí una voz. Yo la conocía. Esto no es la casa de Ruth, ¿verdad? —continuó—. ¿Cómo...?

Continuó con su caminar en lo que se susurraba más interrogantes; el frío penetró su piel, se abrazó a sí misma y la brisa la hizo detenerse. Quedó estática por unos momentos, aquel viento le había atravesado su cuerpo, sintiéndolo hasta los huesos, el miedo le había consumido y, observando los árboles que le rodeaban, notó como todo a su alrededor se convertía en un bosque tenebroso y se expandía para crear un camino sin fin.

—Esto no es real —se dijo, llevando sus manos sobre su rostro. Una carcajada se hizo presente, Becky percibió aquel sonido cerca de ella—. Esto no es real... —repitió— esto no es real...

Lo es... —escuchó.

—No...

Dame tu miedo...

—No...

Expande tus más horribles pesadillas; dámelas.

—¡No! —gritó la joven.

En ese momento, ella abrió sus ojos y se alzó de lugar donde estaba, sintió como unas manos le sostenían y con el horror buscó a la persona dueña de estas.

—¡Becky! ¡Dios mío, ¿estás bien?! —preguntó aterrorizada su amiga Lu.

—¿Necesitan algo? —escuchó una voz masculina. Rebecca llevó su mirada en donde provino esa voz y descubrió al joven Edvard, demostrando una genuina preocupación en su rostro—. Para ir a la cocina o buscar un botiquín.

—¿Qué...? —soltó la chica—. ¿Dónde...? Yo estaba en la oscuridad... una sombra, una luz, luego un bosque... —llevó una mano a su cabeza—. Una risa... ¡esa risa!

—¿De qué estás hablando, Becky? —cuestionó Lu demasiado preocupada.

—No pensé que fuera a caer tan profundo —continuó Edvard, mirando a las chicas.

—¿Caer profundo? —preguntó Rebecca.

—Si. Con la hipnosis que hice.

—¿Hipnosis?

—¡Qué susto nos diste, Becky! —exclamó Lu—. Si Edvard no nos hubiera dicho que estaba practicando sus clases de hipnosis, juraría que te habías alcoholizado.

—Yo no tomo, Lu.

—Siempre hay una primera vez para todo.

La joven miró severa a su amiga y esta solo alzó sus manos a modo de son de paz. Becky alejó aquella mirada y observó el lugar donde se encontraban, parecía un dormitorio, probablemente el de la joven anfitriona y llevó sus manos a su rostro.

—¿Te sientes bien?

—Mareada...

—¿Quieres algo?

—Agua.

—No tardo —dijo Lu mientras se levantaba de la cama.

La joven salió de la habitación y Rebecca había olvidado por completo que le habían dejado a solas con aquel encantador joven. Ella pensaba en todo lo que había sucedido, todo se había sentido real, aun apreciaba el frío sobre su cuerpo, aquella voz susurrarle a su oído y... Paró su mente. Volvió a recordar aquel destello de luz, aquel que le había ayudado en su primera sensación real de esa oscuridad. Recordó la voz, aquella que le advertía con desesperación.

«¡Aléjate de él! ¡No te enredes en su trampa!»

—¿Doctor Strange? —murmuró.

—¿Perdón? —oyó y alzó su mirada.

—¿Aun sigues aquí? —preguntó.

—Si... —dijo con una gran sonrisa— Ah, no podía dejarte sola. Fuiste la que quedó profundamente dormida con la hipnosis —Becky respondió con una mueca dudosa—. Ante esa cara, déjame explicarte. Me gusta la hipnosis, es un pasatiempo, solo quería practicarla con alguien y el grupo en el que estábamos me convenció; no pensé que fuera a dar resultado. Creo que ya me puedo considerar como el futuro Peter Reeven.

Edvard dejó escapar una carcajada que por segundos dejó paralizada a Becky, luego, esa risa fue cambiando, confundiendo peor a la joven.

—¿Si sabes quién fue Peter Reeven?

—No, y no me interesa —dijo mientras se alzaba de la cama. Al estar de pie, se balanceó un poco y Haberdash fue directo a sostenerle, tomándole de su cintura y una de sus manos.

—Si que estas mareada. Mejor quédate sentada, Lu no tarda en venir.

—¿Lu? —preguntó mientras arqueaba una ceja—. ¿Ya te hiciste amigo de ella?

—Me agrada, pero no tanto como tú.

Becky rodó sus ojos y volvió a recostarse en la cama, se sentía débil y solo quería recuperarse para largarse de ahí. Lu entró a la habitación y trajo el vaso de agua que necesitaba, ella lo bebió rápidamente y espero a que el mareo dejara de incomodarle.

Becky rodó sus ojos y volvió a recostarse en la cama, se sentía débil y solo quería recuperarse para largarse de ahí. Lu entró a la habitación y trajo el vaso de agua que necesitaba, ella lo bebió rápidamente y espero a que el mareo dejara de incomodarle.

—¿Mejor? —preguntó Lu. Ella afirmó con su cabeza e intentó volver alzarse—. Mamá ya viene en camino.

—¡Gracias a todos los Vishanti! —exclamó aliviada. Ambos le miraron confusos.

—¿A quién? —cuestionó Edvard muy divertido.

Rebecca abrió sus ojos y miró a ambos chicos, había dicho aquella palabra que tanto le mencionaba el Doctor Strange cuando lo desesperaba. Ella no sabía que eran los Vishanti, pero la palabra se empezaba a formar parte de su vocabulario en una manera constante.

—A nadie —respondió con una gran sonrisa y les dio la espalda mientras los dos seguían confusos. 

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Ambas jóvenes esperaban en el pórtico de la casa, Rebecca no había querido hablar y más al ver como algunos chicos se burlaban de ella por haber caído en la hipnosis.



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Editado: 23.05.2022

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