Nunca había pasado por este distrito, ni en día ni en noche. Era algo completamente nuevo para mí. Las casas eran de madera antigua, no más de dos pisos, las calles no estaban iluminadas del todo, y las únicas luces que podíamos ver, era de los puestos de supuestos brujos que ofrecían magia. Las velas en sus puestos iluminaban las calles. Las casas estaban separadas entre sí, generando un montón de callejones. Con ello, podría explicar por qué los hechizeros se escondían aquí.
–No crean en los primeros 'brujos' que vean, uno de verdad jamás se expondría tan fácilmente.– Exclamó Zoe mientras miraba a su alrededor.
Zoe me parecía una chica hermosa, se notaba que era de la realeza. Pero era raro verla con una ropa tan....Informal. Su vestimenta parecía la de un pirata. Al parecer, antes de salir del castillo, se cambió de ropa para estar más cómoda y no tener que arrastrar el vestido por las calles de piedra.–
–Por cierto, Abraham.– Habló Sigmund. –Te ves bien...hoy. ¿Te hiciste algo?–
Me reí como respuesta. Claramente no, solo me había soltado el cabello. Usualmente me lo recogo o me hago una trenza. Para esta expedición me lo solté. O quizás se refería a mi vestimenta. No lo sé.
–No, no me he hecho nada. Te ves bien tú también. Al igual que Zoe.– Respondí.
Sigmund se sonrojó un poco y me lanzó una sonrisa. –Em..Sí, Zoe se ve bien.–
–Ay, pero no más que tú.– Dije bromeando, dandole golpecitos con mi hombro en su abdomen.
Desvío la mirada y no me respondió. Así estuvimos hasta que vieron algo en un callejón lejando.
–Oh, ¡Allí parece ser! ¡En el callejón de allí! Vamos, Abraham.– Sigmund me tocó el hombro, y tanto Zoe como él, corrieron hacia ese callejón, sin embargo, yo me quedé quieto, ellos no se percataron que no me moví. Al lado mío, había otro callejón, muy estrecho. Algo me llamaba, tenía que entrar ahí. Y por supuesto, lo hice.
Caminé despacio hacia el callejón y poco a poco la luz desaparecía. Una vez inmenso en él, caminé con las manos al frente, para evitar un choque con alguna estructura.
Caminé por unos minutos, hasta que una vela se encendió, solamente una vela, no podía ver nada más que a la anciana y a las paredes que me rodean.
–¡Abraham! ¡Queridooo! Cómo has crecido...– Era la anciana de la plazoleta.
–¿Sabes que te estamos...buscando, no?– Respondí. En ese momento trataba de hacerme el fuerte. Claramente por dentro no era tan valiente.
–Ooh, por supuesto mi vida.– Se veía bastante relajada, nunca antes la vi así. –Puedo ver todo desde aquí....Y supongo que ya sabes el origen de esta terrible enfermedad...–
–¿Tenía razón? ¿Tiene que ver con usted?–
–Oh, por favor no....No solamente conmigo, es con todos los brujos sobrevivientes, no debo robarles créditos...–
–Pero...¿Por qué?–
–¿Es necesario explicarlo, chico? Nos vienen persiguiendo desde hace muuuchos años....– A pesar de ser una anciana, usaba mucho lenguaje kinésico, el movimiento de manos era lo suyo. –Sabrás muchacho, que el Reino de Nevada siempre fue cruel con la magia, pero lo hicieron por miedo.... El Rey Derbok, abuelo de la actual reina Zoe, hizo un trato con nosotros.............. ¡Poder!, sí, eso quería él....Poder.....Poder para vencer a los demás reinos, tener más tierras...y nosotros, a cambio, le pedimos el corazón de su hijo..–
–.......¿Por qué pedirían eso?–
La anciana comenzó a acercarse a mí.
–La pregunta aquí es....¿Por qué el Rey Derbok aceptaría? Pues aceptó. ¡Y nuestros hechiceros mayores, ingenuos, le entregaron el poder, pero Derbok nunca nos entregó el corazón!....¡Y para más, nos comenzó a asesinar indiscriminadamente!–
No respondí, solo la miraba con miedo, y me tragué un poco mi saliva.
–Es obvio, muchacho, que nunca nos pagarán, pues el Rey Derbok y su hijo ya han fallecido.... Pero, aún queda la Reina Zoe....y para vengarnos......He aquí la enfermedad que los hará pagar por sus pecados. Queremos que vuelvan de rodillas a pedirnos ayuda....–
–¿Eso quieren? ¿Venganza? ¿Por qué no simplemente hablan con la Reina Zoe? ¡Ella no tiene intención de matarlos!– Tratando de relajar un poco el ambiente. Sentía que en cualquier momento la anciana me atacaba.
–Nosotros tampoco, solo queremos que vuelvan arrepentidos hacia nosotros...– Me tocó la nariz de manera juguetona. –Cuando noten que esta enfermedad solo les da a los humanos, y no a los brujos, notarán que siempre estuvimos con ustedes, desde las sombras...–
–¿Nunca se fueron a las islas Fukar?–
–Uy, mi niño, no. Solo los brujos más cobardes huyeron, especialmente la familia Collins...–
–¿Collins....? ¿Ese no es el apellido de....?–
–El famoso doctor Sigmund Collins....Claramente, Abraham.–
Mi expresión ya era diferente, estaba impactado, ¿Sigmund brujo?
–Pero....él me dijo...– Antes de que pudiera terminar, la Anciana me interrumpió.
–O puede que le hayan hecho creer que fue así, Abraham. ¿Sabes? Puede que me veas como la antagonista ahora, pero siempre estuve de tu lado...¿No ves que estoy hablando contigo en vez de Sigmund? ¿No ves que desde el inicio te advertí de él?–
Aún sorprendido, e incluso preocupado, no le respondí.
–¿Y....e-entonces por qué no hablas con él si sigue siendo brujo?–
–Puede que venga de familia de brujos, e incluso, puede que sepa hacer algunos trucos, pero eso no quiere decir que sea hechicero. Al igual que tú, puedes sanar con tus hierbas, pero eso no quiere decir que seas médico...¿O sí?–
Antes de que pudiera responder, escuché las voces de Sigmund y Zoe buscándome.
–Quizá tengas que volver con tus amigos, dale la advertencia a Zoe y al reino. Los brujos volvieron...–
La anciana se dio la vuelta, dándome la espalda para caminar hacia la oscuridad.
–¡Espere! ¡¿P-Por qué entonces se comunica conmigo?! ¡No soy brujo!–
Editado: 04.04.2020