Félix
13 años
El clima era perfecto: ni tan soleado, ni tan nublado.
Circe decidió que hoy íbamos a pasar la tarde juntos, lo que no me molestaba en absoluto porque llamo a este tiempo libre como "nuestra pequeña cita romántica". Avisó a mi madre y me dijo que iba a empezar a preparar las cosas. Insistí en ayudar, pero ella me dijo que solo necesitaba que trajera mantas y algunos platos al patio.
Cuando me di cuenta que la sorpresa era un picnic en la pequeña montaña que estaba alado de la casa y que nadie nos iba a molestar por unas horas me emocioné muchísimo. Circe y yo estábamos ocupados ya que mi madre dijo que dentro de poco recogeremos a dos niños y necesitamos que la casa esté lista para su llegada.
Terminó de poner todas cosas en la montaña y empezamos a sacar los bocadillos: platos en forma de corazón, tazas rosas, servilletas, algunos sándwiches, unos cuantos dulces y, lo que nunca falta, una variedad un poco exagerada de té.
Ya estábamos ambos cómodos, por lo que me atreví a agarrar una galleta de vainilla con chispas de chocolate blancas mientras veía como ella trataba de arreglar lo mejor posible el plato de sándwiches.
Se veía increíblemente hermosa en ese vestido blanco que le llegaba a sus rodillas y ni hablar del adictivo olor a coco que desprendía su cabello gracias a su shampoo.
Su belleza me ha cautivado desde que nos conocimos. Siempre he pensado que con sus ojos verdes puede ver más allá de lo que alguien normal suele observar.
Recuerdo las infinitas veces que jugábamos a las escondidas. Por lo general la encontraba ya que no era difícil visualizar a una pequeña oveja rubia en medio de varios arbustos de fresas.
Cuando nota que la estoy observando me dedica una sonrisa y me mete un pedazo de pastel de zanahoria.
Mhhh.... Dios, Circe. ¿Cómo te puede salir tan exquisito unos simples postres?
Cuando estoy a punto de agarrar otro pedazo de pastel Circe pone una mano en mi mejilla, quitando las migajas que había.
Se acerca un poco más y me da un beso en la misma mejilla
Malditasea ¿Acaso me quiere matar?
—A veces una princesa no necesita a un príncipe para ser feliz. Puede ser capaz de vivir en la alegría con un caballo y una buena armadura — Mira mi expresión con diversión y se aleja un poco para toma un sorbo de su té.
Estoy acostumbrado a que Circe suelte diversos temas, pero siempre me dice este tipo de cosas con la guardia baja.
Estoy conciente que estamos hablando de esto para burlarse un poco de mí, ya que noto como trata de no reírse. No me molesta, pero no quiero que me vea sonrojado, por lo menos no ahora.
—Pero tú no quieres una armadura, Circe— Respondí con toda la tranquilidad que pude.
—¿Acaso yo soy una princesa y tú un príncipe?
—¿No?
—¿Me puedes recordar lo que somos?
Solo está tratando sacarte de quicio
—Tú eres mi hada y yo tu caballero— Respondo inmediatamente, como si fuese demasiado obvia la pregunta. Aunque es una respuesta muy infantil y estúpida, se que es la correcta por como ella asiente con la cabeza en signo de aprobación.
Haceunos meses ella me dijo que, a pesar de ser un hada, planeaba ser la reina en el juego y que necesitaba un caballero para que la proteja de la reina negra.
Desde ese momento siempre me ha recordado que si estoy con ella debemos avanzar juntos para ganar.
—Correcto, entonces ¿Por qué dices que quiero una armadura aun sabiendo que no soy una princesa? — la vi alzar una ceja mientras toma su taza de té.
—Porque aún que tú seas mi hada, también te puedo nombrar mi princesa. Ya que debo de protegerte— Eso logró sacarle una mueca y hacerle bajar la taza de té que tenía en la mano.
Mala jugada Félix.
—Yo me puedo valer por mí misma, Félix— Su voz empezaba a sentirse cortante.
— Lo sé, pero quiero dar mi vida por cuidarte— Repliqué. — Cuando nos conocimos prometí ser tu escudo. Nunca me atrevería a romper una promesa nuestra, Circe.
—Tan pequeño y tan sobreprotector...— Suspiró mientras prepara un nuevo té. Esta vez es manzanilla con leche.
—¿Eso es algo malo? — Respondí, mientras trataba de averiguar si estábamos volviendo al ambiente tranquilo.
—No, de hecho, me agrada. Espero que algún día me lo digas sin tener la cara toda roja—Se burla.
No me había dado cuenta que el calor se debía a mi sonrojo hasta que Circe me lo mencionó.
— Voy a por más galletas, si quieres puedes quedarte aquí a esperar. — Observé en silencio mientras ella se paraba y procedía a arregla su vestido. Cuando estaba empezando a camina hacia la casa me di cuenta que tenía mariposas azules volando alrededor de ella.
La pusiste nerviosa
¿Algún día la tendré para mí? Espero que sí. Mi madre está consiente de lo que ella puede provocar y sabe que ella va a ser la que tome su camino cuando muera. He conocido su descisión hace ya bastante tiempo y he aceptado el destino que mi madre me ofrece.
Desconozco lo que me corresponde, he estado cortando los tallos del camino de rosas que pisa Circe. Espero que valga la pena y que podamos convertirnos en un gran cerezo como el cuento que ella me dijo cuando éramos pequeños.
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