Las Siete Esmeraldas

Capítulo 1, EZIS (Carol).

 

 

LAS SIETE ESMERALDAS

(2018)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LAS SIETE ESMERALDAS

 

I

EZIS

(1997)

- Carol era así, no recuerdo una sola vez en que haya intentado complacerme; siempre buscaba algún pretexto para escapar de mis caricias... Me lastimaba, y disfrutaba con ello, a veces hasta me decía desafiante, a viva voz, de preferencia luego de un te quiero mío: “no soy de nadie, le pertenezco al mundo”, como si con aquello guardara alguna misión oculta, algún misterio inexorable. Y la verdad es que su vida entera fue un misterio, para mí, para todos, supongo. Su conducta impredecible, sus cambios de carácter, su perturbadora mirada cuando descubría algo que le molestaba… Pero era evidente que su fin último era excluirme, hacerme daño, hacerme saber que si yo la abrazaba y estaba a su lado por el momento, eso no significaba nada, que yo no era lo suficientemente bueno para ella, que no era tan especial como ella… Aquella noche me dio el beso más frío que alguien alguna vez me hubiera dado, un beso tan frío como esa noche misma. Luego me rogó que dejara de fastidiarle para siempre. Y así se apartó de mí. El último recuerdo suyo que me queda es su espalda, su cabello castaño largo y su caminar indiferente pero decidido hacia el resto del grupo. Tragándome las lágrimas y sin más qué hacer, me retiré silenciosamente, mientras escuchaba las animadas voces y el ruido de las copas, ajenos a mi profunda angustia. No la he vuelto a ver desde aquella vez.

- Debe haber sido algo muy doloroso –contestó Xavier, apretando su taza de café, y luego de darle un sorbo, continuó- Ella era muy especial, no era del tipo de chicas que acostumbramos… No, para nada. Cuando te la presentamos, tú soslayaste su forma de vestir. Te pareció original, te encantó su belleza interior, sus ideas, su intelecto. Aunque no lo creas, ella también cambió un poco por ti. Quizá te quiso, a su manera. Mejoró su apariencia y a menudo te mencionaba, dejándonos a todos atónitos: nunca antes la vimos interesada en verdad por alguien.

- Es lo que no logro entender. Me hizo creer que merecía ser suyo, todo fue falso y quizá por eso me ha costado tanto reponerme. Ha pasado mucho tiempo, y aún me pregunto: ¿qué efecto tuvo ella en mí? ¿Qué fue lo que me atrajo tanto de ella? Tras conocerla, no causó en mi aquella sensación que te produce encontrar a alguien que verdaderamente te gusta, que excita en ti pasiones y sentimientos ardientes, que te dejan paralizado. Al contrario, fue muy natural todo, yo le ofrecí un cigarrillo, ella no sabía fumar, pero aceptó. Cambiamos un par de palabras, muy interesantes, por cierto. Vestida con su gran sombrero ochentero floreado, su ancho vestido y su cara de niña… No era precisamente mi tipo de chica. Un par de días después, llamaste para decirme que ella quería volver a verme. Asistí a la reunión que hiciste en tu casa, ella acudió también, y ahí empezó todo. No fue por voluntad mía, fueron las circunstancias.

- Llegaste a su vida para cambiarla, Diego, ya sea para bien o para mal. A nosotros nos pareció buena la idea de que te integraras al grupo, siempre fuiste un tanto esquivo, a pesar de vivir en el barrio, y también nos agradó por fin poder verla a ella con alguien. Todos estábamos amarrados[1], menos ella. Tenía dieciocho años y nunca había tenido un novio. Con tu llegada, en cierta forma ella fue feliz, además te integraste al grupo. Aquello fue fenomenal, ¡qué tiempos!

- La pasé fenomenal con uds. Bro[2]… -Dijo Diego- Pero así como lo disfruté, también sufrí mucho, especialmente cuando la perdí. Estuvimos juntos por dos años muy intensos, de idas y venidas, de peleas y arreglos, me abandonaba y regresaba a mí con llantos a pedirme perdón. La última vez abrigué esa esperanza por varios meses, imaginando que finalmente llamaría y me rogaría por volver. De más está admitir que la hubiera perdonado de forma inmediata, me hubiera tragado mi orgullo y hubiera vuelto a caer en sus redes; no sé qué hubiera ocurrido… En fin, ya han pasado varios años. ¿Qué fue de su vida?, tú mantuviste el contacto con ella todo este tiempo.

- Sí, claro. Ella continuó apareciendo de vez en cuando, a contarnos sus cosas. Ya no volvió a ser la misma… Después de aquella noche tú tampoco volviste– dijo, cambiando el tema- , te fuiste y todos comprendimos al momento por qué…




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