—Mi abuela sigue diciendo que tengo una especie de conexión con la naturaleza —le contó Jax, el mejor amigo de Thomas—. Me lo ha dicho desde que cumplí los dieciséis años y ya me aburrió que lo diga.
—Tal vez solo es su manera de hablarte —respondió Thomas a su amigo, los dos cruzaron la puerta de salida y llegaron al estacionamiento de su escuela.
Thomas vio el carro de Jax estacionado y cuando lo hizo paró de caminar, ese día no iría a la casa de su amigo.
— ¿Pasa algo? —preguntó Jax al ver que su amigo se detuvo repentinamente.
—Tengo que ir a otro lado —respondió Thomas a Jax y vio que su amigo no le creía—. Hablo en serio.
—Nunca dije que no fuera cierto —explicó su amigo—. Solo que me sorprende que salgas Thomas.
— ¿Por qué? —cuestionó Thomas.
—Desde la muerte de tu abuelo no has salido —contestó Jax y al ver la cara de Thomas, dibujó una "O" en su boca indicando que quería decir más—. Siento mencionar a tu abuelo.
El abuelo de Thomas había muerto de una manera extraña hace exactamente un mes y desde ese momento él no había querido mencionarlo, ya que su muerte fue muy dolorosa.
—Está bien —le dijo a Jax tratando de escucharse lo más natural posible, no quería que su amigo se sintiera mal por su comentario—. Solo iré a su tienda.
—¿Volverás a ese lugar? —preguntó Jax sorprendido al escuchar esa noticia.
—Sí —afirmó Thomas—. Mi papá quiere que vaya a limpiar el lugar para poder venderlo.
—¿Por qué quería vender ese lugar maravilloso? —interrogó Jax, meditabundo.
—No lo sé y no me interesa —contestó Thomas de una forma un tanto brusca—. Solo tengo que limpiarla.
—Yo creo que es una mala idea —comentó Jax—. Esa tienda es especial Thomas.
Thomas puso los ojos en blanco, durante el último año su abuelo había dicho esas mismas cosas que ahora Jax, su mejor amigo, estaba diciendo, era como si su abuelo hubiese hablado por medio de su amigo.
—Trata de convencer a tu papá de no venderla —le aconsejo Jax a Thomas y luego de eso presionó un botón del juego de llaves de su carro quitándole el seguro a su transporte—. ¿Quieres que te lleve?
—No gracias —negó Thomas—. Yo traje mi bicicleta.
—Bien, sé bueno con el ambiente —expresó Jax y caminó hacia su carro—. Yo llegaría en cinco si te fueras en mi máquina.
—Tú eres el que debería andar en bicicleta —comentó Thomas—. Tú eres el de la conexión con la naturaleza.
—Seré bueno en el futuro, lo prometo —respondió Jax mostrando su palma de la mano en son de juramente, luego de eso se metió en su carro, Jax bajó el vidrio de la ventana y dijo—: Te veo mañana.
—Adiós —contestó Thomas.
Thomas caminó hacia el estacionamiento de bicicletas, cuando llegó allí sacó la llave de la cadena, se agachó, metió la llave y gracias a eso pudo quitar el candado, el cual guardó en su mochila para luego subirse a su bicicleta.
Empezó a conducir hacia la tienda de su abuelo, mientras iba pedaleando podía sentir el viento contra su cara y aunque para muchos eso fuera molesto a él realmente eso le gustaba, era una sensación de libertad, como si por un momento estuviera volando. Thomas fijó sus ojos en su camino y vio que el semáforo de la calle estaba a punto de ponerse en rojo, agarró muy bien el timón de su bicicleta, puso más potencia y cuando sintió ya estaba del otro lado de la calle. Cruzar la calle en donde el semáforo ya estaba cambiando era una forma en la que sentía adrenalina y era bueno en ello, ya que nunca le había pasado nada.
Thomas llegó a la tienda de su abuelo la cual estaba ubicada en el lado este del pueblo. Al mirar la tienda le entró un profundo vacío en su corazón, en ese lugar había trabajado su abuelo durante casi toda su vida. El muchacho se bajó de su bicicleta y caminó hacia la puerta, sacó la llave de su mochila y luego la introdujo en la cerradura de la puerta, giró la llave y luego la empujó para abrirla. Metió su bicicleta primero y luego él, cerró la puerta de inmediato. Se quedó parado en medio del recibidor, observando el local, donde hace un mes y un día, su abuelo todavía estuvo ahí.
El local estaba exactamente igual que la última vez que él había ido: las cosas estaban colocadas en el mismo lugar y el mismo olor que siempre la caracterizaba. Lo único que cambió, era la presencia de su abuelo, él ya no estaba allí para recibirlo. El sentimiento de vacío que lo atormentaba creció más en su interior como si fuera un hoyo negro a punto de engullirlo. Soltó un suspiro de pesar, esperando liberarse un poco de ése mal.
Hacía exactamente un mes que Thomas no iba a ese lugar y en ese momento muchos recuerdos estaban apareciendo en su cabeza como si se tratara de una película.
Agitó la cabeza para despejarse un poco y se acordó que debía de cerrar la puerta con llave, su abuelo se lo había dicho que cuando la tienda no estuviera abierta al público, era preferible mantenerla bajo llave. Después de cerrarla, puso su mochila sobre el mostrador donde estaba la caja registradora para sacar su teléfono, tomaría fotografías de las cosas que había allí para venderlas por internet; no era idea de él, sino de su padre, quien al parecer quería deshacerse de las cosas de su propio padre.
Empezó a revisar cada estante de la tienda, su abuelo había sido un coleccionista muy eficaz en sus tiempos de juventud, y gracias a los artículos que consiguió, pudo venderlos en su tienda haciéndose de una gran fortuna y, es que aún tenía mucha mercancía por vender.
El primer lugar que revisó fue un mueble en donde había mayormente varios juegos de tazas que en su etiqueta decían las fechas de su creación, iban desde el año 1920 al año 1950. Le tomó fotografías a cada juego y luego pasó a la siguiente estantería. Cada una era diferente, ahora tenía pequeños barcos de colección, para esas personas que les gusta coleccionar modelos de barcos famosos como el Cutty Sark de 1869. Tomó una fotografía y pasó a la siguiente estantería.