Navani
Esto se estaba volviendo extraño. No. Extraño fue hace una semana cuando lo encontré husmeando en mi recamara. Ahora. En este preciso instante mientras mantenía sus brazos a mi alrededor como si fuera algún tipo de peluche. Esto... Esto se estaba saliendo de control.
Yo era amiga de Giorgio. Yo creía que conocía como era Giorgio. Pero al parecer Giorgio siendo amigo de Amalia era una persona y Giorgio sin Amalia se convertía en una masa necesitada de contacto físico y cariño. Mucho cariño.
Al principio lo minimice. Después de todo creí que solo era una etapa. Algo que con un par de días pasaría. Después de todo. ¿Qué tan raro puede ser que me hable a todas horas? Era normal entre los amigos. ¿O qué tan raro puede ser que me siga a todas partes? ¿O qué tan raro puede ser que se quede dormido encima mío?
Al fin y al cabo si solo eran por unos días. No era la gran cosa. Seguro solo estaría deprimido por reñir con Amalia. Pasaría. En algún momento.
Ahora me reía de eso. En algún momento. ¿Cuánto tiempo exactamente era eso?
Ya íbamos como cuatro semanas con esto y Giorgio no parecía mejorar. Al contrario, parecía empeorar. Si al principio solía hablarme a todas horas, ahora hacía preguntas. Muchas preguntas. Preguntas melosas y molestas. "¿Somos amigos?" "¿Soy tu mejor amigo?" "¿Me quieres?" "¿Me quieres mucho?" "¿Nani me estas escuchando?"
Ay de mí sino lo estaba escuchando. Se llenaba de histeria y resentimiento por alrededor de un minuto. Luego comenzaba a reír mientras cogía una almohada. Al principio era una risa apagada, luego se transformaba en algo roto y desgarrador. Muchas veces me le quede mirando. Sin ni siquiera saber como reaccionar antes sus ataques de risa-llanto. Por suerte no duraban mucho, solo cinco minutos. Unos tortuosos cinco minutos de nervios y desesperación. Después se transformaba en un perrito ansioso de mimos y cariño.
Y así la ruleta volvía a girar.
Era ridículo. En parte un tanto patético de su parte. De verdad. Ni siquiera Aston era así de meloso. Y eso que Aston sí era mi novio. Mi novio y no solo un amigo como Giorgio. Pero al parecer Giorgio no parecía tener alcance de dicha información.
Otras palabras de las que al parecer tampoco sabía el significaba era el espacio personal y la privacidad.
Si bien al principio me seguía a todas partes, ahora era a todas partes, sin excepción. Ni siquiera cuando me daba una ducha podía tener paz o cuando iba al baño. Más de una vez estuve tentada a darle un grito para que dejará de comportarse como un ser necesitado y volviera a comportarse como el adulto de veintitrés años.
No pude. El rostro que ponía cuando me veía. La expresión de felicidad que ponía en su rostro cada vez que despeinaba su cabello era... hacia cosa en mí que me era imposible echar un grito o ponerle limites.
Un suspiro resignado salió de mis labios. Si esto continuaba, llegaría el momento que ni siquiera podría dormir en una cama donde ni siquiera yo estuviera presente.
No exageraba, pasó ayer, nos quedamos conversando hasta las dos de la mañana y cuando le iba a pedir que se fuera a su cama, resulto que él ya estaba acurrucado entre las sabanas mientras abrazaba mi brazo con una expresión que...
No pude. No pude decirle nada. Se veía como un dulce cachorrito lleno de paz y tranquilidad. ¿Cómo sería capaz de echarlo? ¿Cómo sería capaz de decirle que se fuera aún sabiendo que se convertiría en una bola de nervios y ansiedad?
En este punto me empecé a hacer preguntas. Muchas preguntas.
Antes que Giorgio perdiera la amistad de Lía, él se comportaba como una persona normal. Aunque. ¿Qué tan cierto podía ser eso? Quizá entre Giorgio y Amalia este tipo de relación era normal. Después de todo yo sabía que ellos eran unidos. Lo que nunca supe era cuan unidos podían llegar a ser.
Bueno ellos eran algo así como amigos con beneficios. Aunque en ellos era distinto, en la mayoría de casos alguno de los dos termina enamorándose, pero entre ellos dos. No lo parecía. Yo no podía decir que Giorgio estuviera enamorado de Lía. Si bien hacían todo juntos y si lo que creía era correcto, todo de los que es todo. Giorgio nunca se vio celoso cuando Lía coqueteaba con terceros, tampoco demostraba posesividad. Entre ellos parecía más una bonita relación entre hermanos. Hermanos que tienen sexo. No. Debía desechar eso de mi mente. Aunque.... Quizá ellos no lo veían como sexo. Quizá para él solo era otra forma de obtener más contacto físico. Después de todo Giorgio era alguien que necesitaba el contacto físico como el aire.
Por raro que pareciera, tenía sentido, al menos en mi mente.
Me encogí de hombros sin saber que hacer al respecto.
Quizá debería hablarlo con Giorgio. Una bofetada mental me impidió cometer aquella estupidez. La ultima vez que hablamos de Lía. Las cosas no salieron bien. Con él descubrí cuan fea y dolorosa podía sonar una risa.
Mi mirada se poso en él. Cuando lo hablamos, él se hizo al desentendido, como sino supiera que estaba actuando de manera extraña.
Quizá era cierto. Quizá no se hizo al desentendido. Quizá simplemente no lo entendía. Quizá Giorgio no estaba actuando de manera extraña. Quizá esta era su forma intima de ser, forma que solo conocía Amalia. Quizá por eso tuvo tanto miedo de perderla. Quizá por eso nunca le discutía.
Yo tenía que ser sincera. Giorgio era demasiado demandante, en el fondo él debía ser consciente de ello, consiente que no todos estarían dispuesto a darle el cariño que tanto necesitaba. Amalia si estaba dispuesta. Amalia nunca parecía aburrirse de Giorgio. Amalia parecía contenta sin despegarse de su lado por ningún momento.
Entonces por eso ese miedo errático se apodero de Giorgio cuando quise que él persuadiera a Amalia. Él no quería perderla. Él la necesitaba. Él había desarrollado una dependencia alarmante con ella.
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Editado: 14.03.2024