Desde que tengo memoria he logrado percatarme de ciertas cosas, no me refiero a cosas extrañas, más bien como a una especie de rutina que todo el mundo lleva, el vivir como lo dictan los demás, salir con otras personas, enamorarse, casarse, formar una familia y morir, pero ¿cómo es que todo mundo acepta la muerte de esa manera tan normal? quiero decir, no soy una experta en el tema, pero ha sido una cosa tan desconocida desde el inicio de los tiempos y aún así es completamente natural, no creo que mi alma termine en un vacio lleno de obscuridad, ideas como estas se me vienen a la cabeza cada vez que me encuentro sola en casa, esperando a que algo suceda, esperando que alguna puerta se abra y me lleve a otra dimensión en la que pueda acercarme a él, soy un poco diferente; lo se porque a partir de mi infancia noté que para los demás era muy fácil hacer amigos y comenzar una conversación desde cero con alguien a quien no conocían en lo absoluto, me avergonzaba ver como todos los demás niños jugaban con sus nuevos amigos y yo smplemente estaba ahí, sola y observando durante los recesos, al principio y con el pasar de los años pensé que era por mi apariencia; traté de cambiar, en serio que lo intenté, pero como siempre fracasé y me rendí.
Leah, un nombre normal para una cara normal y promedio como la mía, Leah un poema soso y sin sentido que se escribe con el fin de llenar un espacio, Leah la reina sin corona y solitaria frente al espejo.
Pero gracias a que nunca he logrado sostener una conversación frente a una persona y no por la pantalla de una computadora he logrado acercarme a algo; sentir que formo parte de una comunidad, claro que estando sola y teniendo los fines de semana siempre libres tenía que hacer algo para no volverme loca con mis pensamientos, comencé jugando videojuegos; viviendo aventuras y una vida que era contrastante frente a la mía, leyendo libros, poesía, viendo ánime y escuchando extraña música de la cual no estaba segura del contexto del que intentaban mostrar, después de eso cambié un poco, me uní a los fandoms, miles de chicas como yo, como mi vecina, como mi maestra o mis otros compañeros de clase, ¡pero alrededor del mundo! unidas por una sola cosa; los chicos ficticios, mucho mejores que los reales o eso es lo que creo, cumplen con mis estándares y claro que no necesito cumplir los de ellos, porque en realidad no los tienen, han aceptado a cada chica y chico en el mundo que se ha interesado por ellos y su historia, por quienes los crearon y por todo lo que los identifica, el amor más puro que existe es el de una fan, pero incluso el amor que se les da a los chicos que no existen lo es más, porque lo das todo sin esperar nada a cambio, porque sabes que de eso no vas a recibir nada, sabes que te has enamorado de su personalidad, de sus pensamientos y de las cosas en las que creen. Para personas fuera de ello es algo extraño e incluso algunas veces raro, pero no sienten esa felicidad que yo siento cuando lo leo, cuando veo los cientos de fanarts y los grupos de personas como yo que esas cosas tan pequeñas logran crear ¿cómo es posible que alguien que no exista pueda hacer que tenga emociones tan reales? porque incluso si no existen, lo que han sacado de mi es tan verdadero como lo soy yo, como lo es el mundo, quiero sentirme feliz y quiero pensar que todo mundo merece tener un poco de esa felicidad.
Fuera de todo eso mi vida es bastante ordinaria, vivo en una casa completamente blanca por donde mires, claro que la pintura de afuera está ya bastante desgastada con algunos tonos beige en ella, una de esas razones es que el mantenimiento que mi madre pensaba darle a la apariencia de nuestro hogar se convirtió en algo que nunca llegaría, afortunadamente tenemos bastante espacio para salir afuera, gracias a que el jardín trasero si es bien cuidado por mi hermana Liza, ella ama la jardinería, incluso está buscando estudiar algo relacionado con ello, ella es un poco mayor que yo solo por tres años; diecinueve y yo dieciseis, el pasto siempre está verde y un poco mojado, tenemos un enorme árbol con glicinas en él, esa fué una petición por mi parte, cuando tenía siete años ví en un libro de cuentos un hermoso árbol lleno de flores que colgaban de él; me imaginaba a mi misma sentada bajo ese árbol con cientos de luciernagas danzando, con la noche cubriendonos, la luz de luna y el viento arrullandome, incluso algunos olores se impregnaban en mi mente, siempre sucede cundo veo ese libro, era la magia de ser una niña, fué hasta una noche de verano en la que regresabamos de la casa de mi abuela y pude ver que habían instalado luces en el pasto, eran realmente bonitas y cuando mi hermana y yo salimos al jardín vimos al árbol, no podía creer que algo como eso existiese en verdad, ¡era el árbol de mi cuento! era como si la magia de verdad nos rodeara y desde ese día me dí cuenta de que cada una de las cosas que puedas imaginar son reales de cierta manera, es así como siempre veo cada historia y cada libro que termino me llena de tantos sentimientos y trato de pensar que lo que he vivido es real en otro lugar muy lejos de aquí.
Despertar en mi cama después de una pesadilla es de las mejores cosas que suceden siempre, toda la habitación está completamente obscura, solo puedo ver la claridad tenue de la pared, el color blanco tratando de dejar verse, busco mi teléfono por toda mm cama, arrastrando mis manos casi a ciegas hasta que logro tocar algo, lo enciendo y la luz me provoca entrecerrar mis ojos para que después se adapten, sonrío un poco al ver el fondo de Shu Bridge y Seong-Jin, ambos son parte del mismo videojuego aunque sus personalidades sean bastante opuestas Shu Bridge es es divertido, con el cabello azul, bastante alto y de una piel clara en cambio Seong-Jin es algo reservado, empresario y un poco frío, aunque tenga una debilidad por los dulces de cabello negro azabache y pálido en verdad, hasta ahora me han cautivado de una manera tan rápida que se han convertido en el centro de mi atención.